Las retenciones al agro sólo financian el 5% del gasto público. Agro Voz

El análisis de un ex secretario de Finanzas de la Nación muestra que quitar los derechos de exportación tendría bajísimo impacto en el fisco y los precios internos.

Los principales candidatos a ganar las elecciones del 25 de octubre, aunque con matices, coinciden en el fondo: es necesario eliminar las retenciones a las economías regionales. La pregunta que muchos se hacen es si tal decisión tendría un costo tan alto como el que asegura el Gobierno nacional y un análisis realizado por un ex secretario de Finanzas de la Nación lo responde: no.
“Retenciones: la única verdad es la realidad” es el título de un artículo difundido por la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra) y que fue elaborado por Lisandro Barry, quien ocupó la Secretaría de Finanzas en el año 2002.
Entre otras cosas, el documento deja en claro que, hoy en día, los derechos de exportación tienen un impacto muy bajo en la recaudación fiscal y el gasto público, a la vez que tampoco inciden demasiado en la formación de precios internos, con lo cual su desaparición no debería causar alto impacto. Estos datos cobran mayor dimensión en el marco de la protesta que realizaron productores de todo el país en el Obelisco.
Costo fiscal bajo
Según Barry, en 2014 los derechos de exportación de origen agropecuario representaron sólo un 6,3 por ciento de la recaudación tributaria total de la Nación. De ese porcentaje, el 75 por ciento fue originado en el complejo sojero; es decir, el 4,8% de la recaudación total; mientras que las retenciones al resto de los cultivos y economías regionales apenas contribuyeron con el 1,5 por ciento de los ingresos.
En tanto, cuando la medición se efectúa con relación al gasto público, resultan guarismos aún menos significativos: las retenciones originadas en el sector agropecuario alcanzaron al cinco por ciento del gasto (3,8 por ciento del complejo sojero y 1,2 por ciento del resto).
“Si bien las cifras consignadas están influidas por la caída en los precios internacionales y el atraso cambiario, lo cierto es que la participación de los derechos de exportación ha ido perdiendo relevancia relativa como parte del financiamiento del sector público, a pesar de que las alícuotas fueron varias veces incrementadas desde su reinstalación en 2002. En efecto, hacia 2008 la recaudación de este tributo llegó a representar alrededor del 13 por ciento de la recaudación tributaria total y de casi el 15 por ciento del gasto”, destaca el artículo.
Y esta tendencia declinante se profundiza a lo largo de 2015, ya que las retenciones al sector agropecuario ingresadas al fisco durante el primer semestre representaron sólo un 4,9 por ciento de la recaudación tributaria y un 3,9 por ciento del gasto total del gobierno nacional. “En definitiva, la contribución fiscal de los derechos de exportación aportados por el agro, hoy representa menos del 50 por ciento de lo que significaba hacia 2008”, resume Barry.
Otra comparación elocuente: en 2008, las retenciones financiaban el 80 por ciento de los subsidios; seis años después, esa proporción se redujo al 33 por ciento.
Sin impacto en el consumidor
Por otra parte, Barry también desmitifica que una quita de retenciones pueda eventualmente impactar en “la mesa de los argentinos”.
Según el economista, el peso relativo del trigo y el maíz en la composición de los precios finales de dos productos importantes en la integración de la dieta y de los precios al consumidor en la Argentina, como son el pan y el pollo, es muy poco relevante.
En concreto, el trigo pesa alrededor de un 6,5 por ciento en el valor final del pan, en tanto que históricamente ha sido del 12 por ciento. El resto son otros componentes tales como levadura, gas, electricidad, mano de obra; es decir, insumos independientes del trigo. De este modo, la incidencia de las retenciones al trigo en el pan asciende a sólo un 3%.
En cuanto a la incidencia del precio del maíz en el precio del pollo, a partir de los precios del maíz y de la tasa de conversión de kilogramo de maíz a kilogramo de pollo, la misma alcanza a sólo un 4,2 por ciento y el resto corresponde a otros componentes como la electricidad, mano de obra, la sanidad, el gas. De este modo, dado el nivel de retenciones vigente para el maíz (20 por ciento), se deduce que el peso de las mismas en el precio final del pollo es del orden del 2%.
“De esta manera, tomando en cuenta las ponderaciones con que el pan y el pollo participan en la canasta de consumo conforme la metodología del IPCNu (Indice de Precios al Consumidor Nacional urbano) elaborada por INDEC, la incidencia de las retenciones en el precio del pan y el pollo son prácticamente despreciables: 0,1 por ciento en el pan y 0,045 por ciento en el pollo”, destaca Barry.
“Por su lado la soja y sus manufacturas no integran ni directa ni indirectamente la canasta de bienes de consumo argentino y, por tanto, su influencia en el nivel de precios al consumidor es nula”, agrega.