Tras un 2017 con altibajos, qué espera el biodiésel argentino para 2018



Un buen primer trimestre, y luego el revés que sufrió el sector con el bloqueo aplicado por los Estados Unidos a la compra del producto dejó a la industria nacional con una capacidad ociosa elevada.

Cuando en el 2007 se reglamentó el corte obligatorio de gasoil con biodiesel (artículo 7 de la Ley 26.093), la industria del combustible verde en la Argentina tuvo un despegue casi automático, tanto que fue la reina de las exportaciones nacionales, incluso muy por encima de la carne vacuna (ver recuadro), producto que supo ser emblema de las ventas externas del país.

Hoy, justo a diez años de aquel hito que estableció la mezcla obligatoria del 10%, el negocio se enfrenta a una lógica distinta. Para el sector, fue un golpe duro de digerir el cierre total del mercado estadounidense, principal destino de los embarques que partían desde la zona de Rosario, epicentro de las plantas que pertenecen a las cerealeras.

En la segunda mitad del año, hubo algo de respiro cuando la Unión Europa bajó el derecho antidumping permitiendo sustituir una parte de lo que no se vendió a la nación del norte, que con la llegada de Donald Trump cerró su economía y buscó autosustentar su mercado con los productores locales, un segmento de la ruralidad que le dio un fuerte espaldarazo político al sucesor de Barack Obama.

Así y todo, el panorama de cara al 2018 se vislumbra complejo y con características similares a las del actual contexto. Hay algunos datos que destacan: el principal, luego de los sacudones externos, es que la industria quedó con una capacidad ociosa cercana al 70%, y con ausencia de mercados alternativos para colocar los excedentes.

Sobre el 100% de la capacidad que podrían producir, lo están haciendo al 30% promedio ahora. En el primer semestre, algunos estuvieron produciendo entre el 50 y 60%. Este escenario puso a las firmas productoras a trabajar con el Gobierno nacional en búsqueda de opciones constantes.

"La industria está integrada, no vemos que vaya a peligrar el empleo. Y estamos recién arrancando con Europa, aunque el cierre de los Estados Unidos fue un golpe duro", cuenta Luis Zubizarreta, titular de la Cámara de Biocombustibles (CARBIO). Agrega, además, que "el año próximo tendremos que ver cómo se desarrolla, pero va a ser un año complejo. El Gobierno está trabajando junto con nosotros para ver cómo podemos revertir la situación".

De cara al 2018

Claudio Molina, director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, explica que "en este contexto, considerando que en el mercado interno es técnicamente posible utilizar mezclas de gasoil con un 20% de biodiésel para el transporte automotor de pasajeros, para el agro, para la generación eléctrica, y para el transporte automotor de cargas incluso en mayores porcentajes para el uso en determinados motores o el uso de biodiésel puro-, resulta fundamental que el Gobierno incluya este tema entre las prioridades de la agenda productiva que manejan los Ministerios de Energía, Agro-industria, Producción, Ambiente y Transporte, y que el Ministerio de Hacienda al igual que la Jefatura de Gabinete, acompañe en este proceso". El especialista agrega, además, que "es importante que al momento de modificar los impuestos específicos que gravan a los combustibles minerales, se contemple la posibilidad de desarrollar estos nuevos usos de biodiésel, sin que queden contingencias tributarias para los vendedores, como ocurre actualmente". Vale decir que, según datos de CARBIO, hay hoy pocos países que tengan cortes obligatorios y los que lo tienen son cortes que sólo la producción local puede abastecer. Entre los que obligan al mix se encuentran Brasil, Uruguay, Colombia, Sudáfrica, Australia, toda Europa, los Estados Unidos, Canadá, Indonesia y Malasia (estos dos son productores de palma, por lo cual nadie puede venderle). Y la India estaría pensando en hacer algo de corte.

Molina sostiene que "también es importante que las empresas productoras de biocombustibles habilitadas por el Ministerio de Energía puedan participar en un futuro de los nuevos programas que se implementen, procurándose que haya un tratamiento ecuánime en cuanto a las asignaciones de futuros cupos, en la determinación de los estándares de calidad, en la definición de precios internos de la compraventa de biocombustibles, en el cumplimiento de los mandatos por parte de las compañías petroleras, etc.", dice Molina.

Y añade: "Dichos programas resultan muy importantes no solo para el biodiésel, sino también para el bioetanol. En la Argentina se consumen alrededor de 14 millones de metros cúbicos anuales de gasoil para transporte, agro, industria, etc. y según el año, entre 1,8 y 2,5 millones de m3 adicionales para generación eléctrica. Por lo tanto, la implementación de un programa de intensificación del uso de biodiésel en Argentina, sería muy importante para la industria en general".


Toda la situación de 2018 es un desafío para el sector.

Si bien el biocombustible representa menos del 20% de la facturación total de las empresas cerealeras, significa mucho más que eso, porque al no estar ese producto, termina impactando sobre la harina deteriorando toda la cadena.