El regreso de la rotación: en Córdoba, los cereales ya casi le empatan en hectáreas a la soja. Favio Re



En la última campaña sembrada bajo gobierno kirchnerista, sólo 34 por ciento del total sembrado fue de trigo y maíz. Para el presente ejercicio, la proporción se elevaría al 47 por ciento.

A veces es más sencillo comenzar por la conclusión; en este caso, que los números comprueban lo que por años afirmó el sector agropecuario: con mayores incentivos a la producción de cereales, se acabaría el monocultivo de soja.
Lo ocurrido en la última campaña 2016/17 y lo que se espera para la 2017/18 en Córdoba confirman que la estrategia de eliminar las retenciones y los Registro de Operaciones de Exportación (ROE) a trigo y maíz han tenido el efecto deseado: desde el fin de la década kirchnerista, la proporción de hectáreas con gramíneas pasó de un tercio a casi la mitad de la superficie sembrada total.
Números
De acuerdo a los datos finales de la última cosecha y preliminares del ciclo que acaba de comenzar, informados por la Bolsa de Cereales de Córdoba, en el ejercicio 2014/15 los productores cordobeses sembraron 7,4 millones de hectáreas, de las cuales 2,5 millones correspondieron a la suma de trigo más maíz; es decir, el 34,7 por ciento.
Una campaña después, la primera sembrada bajo administración de Cambiemos, el porcentaje se elevó a 46,6 por ciento, con 3,7 millones de hectáreas destinadas a gramíneas sobre ocho millones en total. 
Para el ciclo que acaba de iniciarse la proporción llegaría a 47,1 por ciento, gracias fundamentalmente al nuevo récord que se aguarda en el área destinada a maíz.
A valores reales, la soja perdió unas 600 mil hectáreas en la última campaña, que fueron a parar a rotación con los otros dos cultivos.
El peor ciclo en este aspecto fue el 2009/10, cuando menos de un cuarto de la superficie sembrada fue con gramíneas; el promedio de los ocho ejercicios bajo presidencia de Cristina Fernández fue del 33,3 por ciento.