Gas de las cloacas y luz de la basura: un caso ejemplo de bioenergía en Holanda. Favio Re



La empresa que se encarga del tratamiento de los desechos en Ámsterdam se autoabastece a partir de los mismos. Bioenergía será uno de los temas claves de la agenda de Macri en ese país. 
Cuando el presidente Mauricio Macri llegue a Holanda los próximos 27 y 28 de marzo, para participar de la primera visita de la historia de un jefe de Estado argentino a ese país, entre los temas que ocuparán su agenda de trabajo para avanzar en programas de intercambio de asesoramiento y tecnología, estará el desarrollo de la bioenergía.
Agrovoz, junto a otros medios de comunicación y agrupaciones de productores argentinos, fue invitado por la embajada de los Países Bajos a una gira de prensa para conocer in situ cómo trabajan sobre algunos aspectos que integran los intereses comunes de Argentina y Holanda.
Respecto a bioenergía, la visita fue a la compañía estatal Waternet, que se encarga del tratamiento de residuos cloacales y de la provisión de agua potable en todo el país, y de la que depende otra empresa 100 por ciento propiedad del Estado: AEB, que tiene a su cargo la disposición de la basura que se genera en Ámsterdam.
Círculo virtuoso
Las plantas de tratamiento de cloacas y de residuos sólidos se encuentran a sólo cien metros de distancia y constituyen un verdadero círculo virtuoso en el que se retroalimentan mutuamente para abastecerse de energía a partir de estos desechos.
A la primera, llegan cada día todas las aguas residuales de Ámsterdam: no sólo las provenientes de cloacas sino también las pluviales. 
Allí, hay una suerte de filtro que envía los sólidos (guano) a un biodigestor que los utiliza para generar biogás. Además, a las aguas se les realiza un tratamiento biológico para quitarles los fosfatos y el nitrógeno, y luego enviar el agua limpia directamente al mar. 
En un futuro, no descartan utilizar esos nutrientes para comercializarlos como abono; a la vez que ya están evaluando la instalación de una estación de servicio de GNC para los automóviles, abastecida por este biogás sustentable. 
Basura “eléctrica”
El sistema continúa cuando el biogás que generan los desechos cloacales se envía a la planta de tratamiento de basura, y se utiliza para activar el quemador en el que se tiran todos los residuos orgánicos, y que pone en marcha una turbina que genera energía eléctrica. Esa energía va a parar a la planta de tratamiento de cloacas y también da luz a parte de la capital holandesa.
La empresa AEB recibe todos los desechos sólidos comerciales y de hogares de Ámsterdam y también “importa” basura desde Gran Bretaña; van a parar a una planta mecanizada que los separa entre orgánicos e inorgánicos: los primeros se queman para generar energía eléctrica y los segundos (plásticos, vidrios, etc.) se reacondicionan y reutilizan. 
Sólo el uno por ciento de los residuos no se recicla: los que son sí o sí tóxicos, y que se entierran de manera segura.
La apuesta de Holanda por la bioenergía se basa en el convencimiento de que las energías convencionales en algún momento se van a agotar y que la bioenergía contribuye al cuidado del medioambiente.
Las autoridades de AEB sostuvieron, por ejemplo, que con toda la basura que se produce en Europa se podría generar el ocho por ciento de la producción eléctrica de ese continente, lo que supondría además eliminar la emisión de 200 millones de toneladas de dióxido de carbono al ambiente.


Holanda, un triángulo dorado para copiar y pegar


Holanda tiene 45 mil kilómetros cuadrados, una superficie que es 60 veces menor a la de Argentina, y cultiva dos millones de hectáreas por año, 10 por ciento de lo que se siembra en nuestro país sólo con soja.
Sin embargo, el año pasado totalizó exportaciones de productos agropecuarios por 94 mil millones de dólares, y se ubicó segunda en el ranking mundial sólo por detrás de Estados Unidos, con una cifra que es dos veces y media los 39 mil millones que embarcó Argentina en productos primarios y agroindustriales.
Puerto global
El puerto de Rotterdam, el más grande de Europa, actúa como un factor clave: a través de allí importan materia prima de todo el mundo, como frutas y verduras, que luego acondicionan y comercializan en otros mercados. Pero las palabras innovación, tecnología, eficiencia y productividad, entre otras, forman parte del diccionario que explica estos sorprendentes indicadores de una nación que, más que del primer mundo, parece salida de los libros.
Por invitación de la embajada de los Países Bajos en Argentina, Agrovoz participó junto a un grupo de medios de una gira por la nación europea, como previa a la visita que el presidente Mauricio Macri realizará los días 27 y 28 de marzo. Uno de los temas clave de la agenda será la agricultura. Macri escuchará aquí cuál es el secreto de un país tan pequeño pero potente en la producción de alimentos.
Gestión integrada
“El triángulo dorado es la llave detrás del éxito holandés”, es la frase que se escucha durante una visita a la universidad Wageningen, que realiza investigaciones sobre mejoras en la calidad y productividad de los alimentos, en conjunto con las empresas y con el apoyo del Estado.
Por ejemplo, un estudio sobre cómo el uso de diferentes colores de luces led puede mejorar el crecimiento y sabor de los tomates; el proyecto es impulsado por la empresa Philips. “La colaboración cercana entre el gobierno, las empresas y la ciencia es la llave”, explican los funcionarios.
Colaboración es otra de las palabras que salta a la luz a lo largo del viaje y que los holandeses diferencian con énfasis de negociación: en el primer caso, se trabaja en conjunto detrás de un objetivo común; en el segundo, se parte de un objetivo propio que se quiere lograr y por eso los acuerdos son difíciles de alcanzar.
Horas después de conocer la universidad Wageningen, llega el turno de asistir a un agasajo organizado por embajador argentino en Holanda, Horacio Salvador, en su residencia, y del que participan empresarios. “Si aquí tuviéramos las tierras que tienen en Argentina, ya estaríamos alimentando a todo el mundo, lo que significa que ustedes pueden hacerlo”, se oye en una conversación.
Si el mundo fuera tan fácil como el copiar y pegar archivos en una computadora, el triángulo dorado es el elemento que encabeza la lista para hacer click y lograr que Estado, universidades y empresas dejen de mirarse de reojo y colaboren para lograr relaciones que brillen como el oro, pero no porque están atadas con alambre.