Parecería inevitable que cada tanto, el sistema
financiero se pasa de revoluciones alimentando al sector privado (y a
gobiernos) en un proceso contagioso e irracional hasta formar una
burbuja que después explota. En general sobreviven los de mayor capital,
con estrategias mejor elaboradas y racionales, o los escépticos que
saben apartarse a tiempo del rebaño. Mientras un estudio del Fondo
Monetario Internacional (FMI) muestra que la expansión del crédito es el
mejor indicador para predecir una crisis financiera, un reciente
gráfico elaborado por The Economist muestra cómo el abrupto aumento de
la deuda pública y/o privada respecto del producto bruto interno (PBI)
fue el detonante de varias crisis. Como la de Japón, el tequila mexicano
o Tailandia en los noventa, y en fechas más recientes la del real estate
americano y la de algunos países europeos. Si este indicador es
predictivo, con una deuda total que se duplicó en los últimos siete años
hasta llegar al 240% del PBI, China se encaminaría hacia una crisis
financiera, aunque cuentan con reservas para minimizar el impacto.
En
la Argentina, si bien las perspectivas mejoraron y el financiamiento
empieza a tener mayor fluidez, en este nuevo contexto de negocios cada
empresa debe revalidar/recalibrar su modelo de negocio y definir el
nivel óptimo de endeudamiento. Porque en el finito negocio de los commodities,
aumentar la escala con un apalancamiento financiero agresivo puede ser
el resultado de un inadecuado gerenciamiento de riesgos.