“Demasiado lento por demasiado tiempo”, sintetizó el FMI EMILCE TERRÉ

El FMI, en su actualización del World Economic Outlook, revisó en baja la estimación de crecimiento global para el 2016 al 3,2%, 0,1% por encima del año anterior. Argentina, en tanto, sufriría una contracción del (-1%) este año, luego de haber crecido a una tasa estimada del 1,2% en 2015.

Esta semana se dio a conocer la actualización de las proyecciones de crecimiento mundial que año a año realiza el Fondo Monetario Internacional en su World Economic Outlook*, donde el organismo recortó en 0,2 puntos porcentuales su estimación de crecimiento global para el año 2016 en relación a lo que preveía en su reporte del mes de enero. Con una tasa estimada del 3,2%, la recuperación económica mundial resulta menos vigorosa de lo que se esperaba ya que resulta apenas 0,1 punto porcentual mayor a la tasa de expansión estimada para el año 2015.

La combinación de menor crecimiento y rebalanceo de la actividad económica en China, la caída de precios de los commodities (especialmente del petróleo), la tendencia decreciente en las inversiones y el comercio internacional, y menor flujo de capitales hacia las economías emergentes y en desarrollo ya habían comenzado a enfriar la economía global a fines del 2015 y continúan afectando las posibilidades de crecimiento este año. 

Para el año pasado, la estimación de crecimiento global quedó en 3,1%, debido sobre todo a la debilidad que mostraron algunas de las economías más avanzadas (especialmente Estados Unidos, pero también Japón y otros países asiáticos). De este modo, mientras que el aumento del PBI en el conjunto de economías avanzadas fue del 1,9% para el 2015, en las naciones emergentes y en desarrollo tal guarismo promedió el 4%.

Para el 2016, en tanto, se estima un crecimiento del producto global del 3,2%, ya que si bien las economías más avanzadas mantendrían el mismo ritmo de aumento del producto del 1,9%, en las naciones emergentes y en desarrollo la tasa mejoraría moderadamente a un 4,1%, aunque como se ha advertido se vislumbran más factores de riesgo.

Si bien el FMI estima que la recuperación económica podría afianzarse a partir del año 2017, impulsada mayormente por las economías emergentes y en desarrollo, la incertidumbre se ha maximizado frente a las turbulencias financieras de los últimos tiempos, potenciando los riesgos de un crecimiento más moderado de lo que se esperaba inicialmente y haciendo imperioso una pronta respuesta desde la política económica que incentive la recuperación económica.

Para las economías más avanzadas, por su parte, los frenos al crecimiento provienen mayormente de las tendencias demográficas poco favorables, bajo crecimiento de la productividad y los coletazos de la crisis financiera global que aún se hacen sentir. De este modo, pese a que la política monetaria expansiva y los bajos precios del petróleo podría estimular sus niveles de demanda, las exportaciones aún no repuntan lo suficiente al tiempo sus monedas se continúan revaluando (especialmente en EEUU).

En relación a las economías emergentes en general, si bien aún se confía en que su repunte sea en gran parte lo que traccione la marcha de la economía global de cara al 2017, la salud de cada una de las economías que componen esta categoría, como se ve, muestra perspectivas muy disímiles. Entre ellas, algunas de las más importantes como Brasil pero también Rusia, se ven envueltas en profundas recesiones. Al mismo tiempo, los países que más dependen de las exportaciones de commodities en general y de petróleo en particular, enfrentan serias dificultades por la caída de sus precios. Finalmente, si el aterrizaje de China en una senda de crecimiento más moderada no es todo lo suave que se espera, ello podría tener graves consecuencias en el comercio mundial, reforzando el decremento en los precios de los commodities y socavando las posibilidades de recuperación para el 2017 en adelante.

Entre algunos de nuestros principales socios comerciales por el volumen de comercio o por lo que representan para los precios de nuestros principales productos de exportación, el FMI estima que China creció a una tasa del 6,9% en el 2015, y que se iría desacelerando a un 6,5% en 2016 y 6,2% en el 2017.

Brasil, por su parte, habría sufrido una contracción económica del (-3,8%) en el 2015, que se repetiría a idéntico porcentaje en el 2016. Para el 2017, el organismo estima que la tasa de crecimiento sería ya nula.

Para el caso de Argentina, puntualmente, luego de un crecimiento estimado del 1,2% en el año 2015, el FMI proyecta para el 2016 una contracción económica del (-1%), siendo junto con Brasil, Venezuela (-8,0%), Ecuador (-4,5%), Suriname (-2,0%) y Trinidad y Tobago (-1,1%) las únicas de las 32 economías que componen el agregado Latinoamérica y el Caribe que mostrarían una tasa de crecimiento negativa en el año en curso. Sin embargo, por el peso de las mismas, este grupo como un todo tendría en el 2016 un crecimiento negativo de medio punto porcentual. Para el año 2017, en tanto, se prevé que Argentina crecería un 2,8%, mientras que el crecimiento del conjunto de las economías de América Latina y el Caribe alcanzaría el 1,5%.

Otra serie de datos muy interesante que presenta el informe refiere a la evolución del índice de precio de los commodities, medidos en dólar estadounidense. En este caso, se estima para el petróleo una caída del (-47,2%) en el 2015, mientras que el conjunto de commodities que excluyen la energía perdió el (-17,5%) de su valor el año pasado. Para el 2016 se estima una evolución de los mismos del (-31,6%) y (-9,4%), respectivamente. En el 2017, en tanto, dichos guarismos se prevén en el orden de +17,9% para el petróleo y (-0,7%) para commodities no energéticos.

Fuera de lo estrictamente económico, otros focos de conflicto como ser conflictos geopolíticos, terrorismo, crisis humanitarias entre los refugiados o desavenencias políticas en el orbe podrían, de no resolverse, socavar cualquier chance de crecimiento. 

En este escenario, el FMI plantea la urgente necesidad de tomar medidas de política económica en resguardo de las oportunidades de crecimiento a mediano plazo y que impulsen el crecimiento del producto potencial, distinguiendo dos frentes. 

Por un lado, para el fortalecimiento del crecimiento en las economías avanzadas, deberían encararse reformas estructurales que potencien el aumento de la oferta y ataquen las barreras a la entrada en distintos mercados, al tiempo que se mantengan las políticas monetarias expansivas (cruciales para no caer en la trampa de la deflación) y se asuman políticas fiscales que faciliten el aumento del producto (por ejemplo, reduciendo los impuestos sobre el salario y aumentando el gasto público en políticas laborales activas). 

Por otro lado, con el fin de asegurar la resiliencia de las economías emergentes y en desarrollo, deberían reducirse las vulnerabilidades macroeconómicas y financieras implementando reformas que mejoren la productividad de sus economías. En particular, para los países exportadores de commodities, el organismo destaca la importancia de utilizar amortiguadores fiscales que suavicen los ajustes ocasionados por la tendencia decreciente de sus términos del intercambio pero que permita converger en el mediano plazo a un modelo de crecimiento más diverso y menos dependiente del precio de un determinado tipo de bien. Simultáneamente, el FMI pondera el uso de los tipos de cambio como amortiguadores del impacto de los shocks externos y el establecimiento de marcos de política económica que faciliten el planeamiento a largo plazo de los actores económicos.

* Fondo Monetario Internacional. World Economic Outlook: Too Slow for Too Long.  Washington, Abril de 2016.​