La
oferta mundial de aceites vegetales ha reducido su tasa de crecimiento
respecto del promedio de los últimos años, creando déficits de
abastecimiento en algunas regiones. De hecho, en la campaña actual el
ritmo de incremento en la producción será el más bajo de las últimas dos
décadas, forzando una caída de los stocks acumulados en 2015 para
cubrir las necesidades de consumo. Este escenario contrasta fuertemente
con el panorama de los últimos dos años, en los que la demanda
permaneció cómodamente por debajo de la expansión de la oferta, hecho
que deprimió considerablemente los precios.
El
USDA ajustó recientemente su proyección de producción global de los
principales aceites para el ciclo en curso hasta 178,6 M tn[i],
volumen que de concretarse marcaría un aumento del 1,3% frente al año
precedente. Dado el crecimiento del consumo esperado para el año,
estimado en 3,7%, los stocks caerían a mínimos desde 2011. La relación
de inventarios a consumo, un indicador clave de la disponibilidad al
cierre de la hoja de balance, se ubicaría por debajo del 10%, lo que
representa apenas algo más de un mes de utilización. Esta variable se
encuentra en el nivel más bajo de las últimas cuatro décadas,
justificando la firmeza reciente del mercado.
La
contracara de la ajustada disponibilidad mundial de aceites es la
sobreoferta generada en el mercado de harinas. Como respuesta a ello, la
relación de precios entre ambos ha mejorado sostenidamente en favor de
los primeros durante los últimos meses. En semillas oleaginosas, la
ecuación de procesamiento que miran las firmas industriales -clave para
las decisiones de originación y crushing- está crecientemente
influenciada por el mercado de los aceites. Algunos analistas esperan
que esta situación persista al menos durante todo el primer semestre del
año.
La
producción de palma, que cubre alrededor del 35% de la demanda mundial
de aceites vegetales y se concentra mayoritariamente en el sudeste
asiático, tendrá su peor año desde la campaña 1997/98 en términos de
tasa de crecimiento. Tanto en aquel momento como ahora, coincide el
hecho de que el fenómeno del Niño se presentó con notable fuerza,
alterando los patrones de lluvias y vientos con la consecuencia de
generar precipitaciones insuficientes en las zonas de producción de
Indonesia y Malasia. Estos dos países abarcan cerca del 85% de la oferta
de este producto. Regiones clave como Sabah o Sarawak, ambas ubicadas
en la Malasia oriental, recibieron en enero y las primeras semanas de
febrero aproximadamente un tercio de las lluvias habituales. La
situación ha sido peor en la zona peninsular, ubicada en el continente,
cuya participación en la producción del país es poco más de la mitad.
Cabe
recordar que el aceite de palma representa desde hace algunos años unas
tres quintas partes del comercio mundial de todos los aceites. Esto lo
convierte en líder de la formación de precios en la “familia”, aunque su
descuento frente a sustitutos va cambiando en función de la
disponibilidad relativa y las pautas de consumo. Su participación dentro
del comercio mundial ha ido en aumento con el paso del tiempo,
promediando 34% en los 1980s, 46% en los 1990s y 58% en los 2000s. Desde
hace algunos años se estabilizó en los niveles actuales. Para la
campaña 2015/16 se espera que las exportaciones mundiales de aceite de
palma crezcan apenas un 0,3%, por debajo del crecimiento del comercio de
todos los aceites, que se proyecta en el 1,1%.
Ante
los fundamentos planteados, el mercado no demoró en reaccionar a la
suba. Los futuros de Bursa Malasia –la referencia global- acumulan
ganancias del 27% en el último semestre, prácticamente sin cambios en la
cotización de la moneda local entre puntas. Expresados en dólares por
tonelada, los precios del aceite de palma subieron desde u$s 450 a
finales de agosto hasta más de u$s 600 en la actualidad, con picos más
elevados a mediados de este mes. Los valores CIF en el noroeste europeo
llegan ahora a u$s 640/ton, según datos de Oil World.
A
las complicaciones que afectan a este producto se le suma la caída que
sufrió este año la colza, cultivo cuya cosecha se redujo en todos los
países productores de relevancia con excepción de Canadá. La superficie
mundial perdió más de 2 M ha en la campaña 2015/16, llegando a mínimos
desde 2009/10. Problemas climáticos en algunas regiones afectaron a los
rendimientos por hectárea, disminuyendo la disponibilidad de oferta para
crushing. En este contexto, la producción mundial de aceite de colza se
reduciría este año a sólo 26,3 M tn, la cifra más baja de las últimas
tres campañas. Dado que en la Unión Europea la superficie volvió a caer
para el ciclo 2016/17, el diferencial de precio de este producto frente a
sus sustitutos está en aumento y se avizora firme de cara a los
próximos meses.
Con
oferta más ajustada en palma y colza, el mundo incrementa su
dependencia hacia el aceite de soja, el único entre los principales que
se encamina a un salto de producción este año respecto del anterior. En
la campaña 2015/16 el procesamiento de soja para extracción de su
materia grasa será récord y la producción de aceite superará por primera
vez en la historia las 50 M tn. Casi todo el incremento en la oferta
será absorbido por la demanda, es decir, no se espera que la acumulación
de stocks sea significativa.
Una
cuestión interesante a tener en cuenta en la industrialización de soja
es su distribución espacial. Luce improbable que las fábricas de Estados
Unidos capturen una porción significativa del mayor crushing esperado
para este año, ya que el grueso se distribuiría entre las plantas de
Argentina y China. El enfoque de estas es completamente distinto.
Mientras que en nuestro país la industria está volcada principalmente a
la exportación, en el gigante asiático la amplísima mayoría de los
productos obtenidos (harina y aceite, más otros menores) se colocan en
el mercado interno.
Para
otros aceites vegetales de menor incidencia en la matriz global de
oferta y utilización, la situación es ampliamente dispar. En cuarto
lugar se ubica el complejo girasol, cuya producción mundial está
estancada hace dos años. La disponibilidad de este aceite se ubicaría
apenas por encima de 15 M tn, sin quebrar el récord de la campaña
2013/14. El aceite de almendra de palma, por su parte, tendría un récord
de producción en el ciclo 2015/16, aunque la tasa anual de crecimiento
de la misma caería a 0,9% frente a 3,3% el año pasado y 5,8% de promedio
entre 2010 y 2014. Finalmente, se espera que la oferta global de aceite
de maní se reduzca este año a sólo 5,3 M tn, frente a 5,5 M tn en la
campaña pasada y 5,6 M tn en la anterior. Sólo el aceite de oliva se
destaca por su crecimiento interanual, que se encamina a superar el 18%.
No obstante, se trata de una producción muy orientada al consumo humano
y con baja correlación de mercado con el resto.
Por
el lado de la demanda, se destaca que buena parte del incremento en el
comercio se debe a los mayores requerimientos de la India. El USDA
proyecta las importaciones de este país para el período
octubre-septiembre en 15,5 M tn, un 10% más que a lo largo del ciclo
2014/15. El año pasado las compras externas de aceites ya se habían
incrementado un 22% frente a la campaña anterior. Esta situación está
asociada a la menor producción doméstica. De hecho, el procesamiento
local para elaboración de aceites acumula una disminución cercana al 40%
en los últimos tres años. Según Oil World, este año el 77% del consumo
del segundo país más poblado del mundo será cubierto con importaciones,
frente a 64% hace cuatro años. En este contexto, otros importadores han
tratado de acumular stocks anticipando menor disponibilidad de oferta
durante los próximos meses.
Finalmente,
se sabe que el biodiesel es probablemente el principal motor en la
elaboración de aceites, al menos en aquellos países cuya industria de
biocombustibles cuenta con amplia capacidad instalada. Entre ellos se
destacan Argentina, Brasil y Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de que
los mandatos se han incrementado en el último tiempo, el nivel de
utilización cayó durante el 2015, frenando una tendencia de más de una
década de crecimiento. Esto se debió, en parte, al colapso del petróleo,
que le quitó competitividad a la industria. A medida que el precio de
los hidrocarburos se vaya recuperando, cabe esperar que la demanda
voluntaria de biodiesel recupere velocidad de crecimiento. Si esto
ocurre, será una buena noticia para Argentina.
[i] Esta categoría incluye aceites de coco, algodón, oliva, palma, almendra de palma, maní, colza, soja y girasol.