Las inconsistencias de la política monetaria, cambiaria y fiscal

Las inconsistencias de la política cambiaria, monetaria y fiscal solo estaban adormecidas debajo de la superficie. En este mar de fondo en el que se desenvolvió la economía, la creciente volatilidad estaba a la vuelta de la esquina. Por Martín Redrado.



Horacio Cardo
Horacio Cardo

La calma cambiaria comienza a esfumarse. En los últimos días, los pequeños ahorristas han mostrado un cambio de tendencia. La compra de dólares “oficiales” en los primeros días del mes, solía producir hasta acá una reducción en la cotización informal de la divisa debido al arbitraje realizado entre ambos mercados. Desde principios de mes, sin embargo, no solo aumentan las compras de dólares sino que los ahorristas en lugar de venderlos para realizar una ganancia, deciden guardarlos. La gente es más sabia que cualquier economista.
 La respuesta del gobierno no se hizo esperar, aunque siempre desde el ataque a los efectos y no a las causas del
 problema, ensayando con perseguir a los agentes económicos desde la “nueva” agencia de inteligencia. Pero también hubo más de lo mismo, y así fue como vendió bonos que pertenecen a los jubilados través de ANSES y a los argentinos mediante el Banco Central y continuó habilitando el grifo del dólar ahorro (con un record que se aproximaría a los USD700 millones en el mes). 
Las inconsistencias de la política cambiaria, monetaria y fiscal solo estaban adormecidas debajo de la superficie. En este mar de fondo en el que se desenvolvió la economía, la creciente volatilidad estaba a la vuelta de la esquina. El gobierno creyó que con estos instrumentos híperexpansivos podría dar respuesta a sus dos objetivos encubiertos:financiarel enorme agujero presupuestario y mantener la tasa de interés por debajo de la inflación, estimulando el consumo y el nivel de actividad. 
En este contexto, se volcaron al sistema unos $122.000 millones en los últimos doce meses, es decir que la base monetaria crece a un ritmo del 33.4% anual (y el resto de los agregados monetarios privados al 35%). Se asistió también fuertemente al sector público ($44.000 millones vs. $24.000 millones a jun-14), y esto, sin incluir la “colaboración” del Banco Central para que el Tesoro acceda a fondos adicionales a los que marca el límite normativo (recompra de letras que realiza en el mercado secundario al Banco Nación, para que éste los canalice vía suscripción del nuevo endeudamiento del gobierno, con los BONAC). Asimismo, se produjo antes de lo esperado la emisión de una nueva Letra Intransferible (por USD1.955 millones) lo cual marca no solo cierta falta de financiamientoalternativo sino el grave estado de las cuentas públicas (con un gasto que lleva acumulado un crecimiento del 41% anual), elevando a 12.7 puntos porcentuales la brecha contra los recursos ajustados y triplicando el déficit primario nominal respecto 2014.  
No es casual entonces que las reservas se mantengan artificialmente elevadas (USD33.800 millones brutas vs. USD24.100 millones netas), repletas de yuanes (por el equivalente a USD8.000 millones) y con una significativa demanda reprimida (nada de giro de utilidades y más de USD6.000 millones de deuda por importaciones), que eventualmente habrá que atender. Además, el pico estacional anual de liquidación de agro dólares ya quedó atrás y ese no es un dato menor para los meses venideros, ya que la capacidad para generar moneda de reservagenuina, es cada vez menor. No obstante, las liquidaciones no fueron tan malas como se esperaba inicialmente; en parte gracias a una cosecha récord de soja que compensó parcialmente la caída del precio internacional, pero también porque el campo tiene necesidad de vender el stock disponible para afrontar sus gastos. Sin embargo, esos USD600 millones más que se liquidaron en junio por sobre mayo no fueron capitalizados por el BCRA que compró un 30% menos que el mes anterior. 
Las ventas al exterior también se están cayendo y solo una pequeña parte puede atribuirse a problemasde crecimiento de nuestros socios comerciales (Brasil principalmente) y a la caída de los términos del intercambio. De no mediar cambios en la política económica, la expectativa es que la situación se agrave por la apreciación del dólar a nivel mundial y por el diferencial de inflación de Argentina para con el resto de nuestros socios comerciales. Nuestro país tiene un claro problemaen su política cambiaría y en la fuerte presión fiscal sobre la ecuación de costos. La falta de generación de divisas suficientes para el normal funcionamiento de la economía, sumado al uso de reservas, se refleja en el estancamiento en la producción de los últimos años. 
Es evidente que el problemade fondo generado por la política gubernamental es que hoy sobran pesos y faltan dólares. Las necesidades de financiamientopara la segunda mitad del año son superiores a los $200.000 millones (algo más del 40% de la cantidad de dinero en circulación), y restan USD7.000 millones para atender vencimientos netos de moneda extranjera (sin contemplar canje Boden 15), lo que acerca a las reservas oficiales a un número cercano a los USD27.000 M hacia fin de año. Queda claro que la receta del gobierno para “aguantar” hasta diciembre es realmente pobre frente al tamaño de los desequilibrios vigentes. 
En definitiva, la principal urgencia del próximo gobierno será lograr que los dólares voluntarios vuelvan al país. Así, en uno de los capítulos de mi reciente libro Las Cuentas Pendientes (Planeta), explico que la Argentina debe convocar a quienes tienen la capacidad de generar dólares en el corto plazo y detallo cómo hacerlo. En efecto, hay que orientarse hacia el sector de la agroindustria, el sector energético y los proyectos de infraestructura a partir de organismos multilaterales, como el Banco Mundial.
Para lograr que tengan rápida respuesta se deberán tomar las medidas necesarias que proyecten una previsibilidad en la normalización cambiaria y cuya gestión sea realizada desde la experiencia para lograr atraer los capitales necesarios que permitan pavimentar el camino del desarrollo económico, social y humano. Pero este no es el único desafío. La construcción de un futuro colectivo se logra generando políticas permanentes, promoviendo más inclusión social como política de estado y con un relacionamiento más estratégico con el mundo, estas son algunas de las aristas de gran significancia sobre las que me anime a reflexionar en este quinto libro. 
Martín Redrado, ex presidente BCRA y árbitro de Controversias en la OMC