En los últimos días
circularon ciertas informaciones que, interpretadas de forma abiertamente
intencionada, buscan una vez más tergiversar la realidad, será que, en esta
época de la posverdad, la falacia y el relato aparecen como una herramienta
para lograr objetivos poco transparentes.
Por ejemplo, decir que los
productores son especuladores o devaluadores, más allá de su heterogeneidad y
sus matices variopintos, es una mentira esférica (es decir, es una mentira por
donde se la mire), y también es no conocer las características, cualidades,
idiosincrasia y desarrollo productivo del sector más competitivo de la economía
nacional.
Nos preguntamos: ¿Cómo
podría ser que especule un productor que realiza una inversión productiva con
cada cosecha, con cada campaña, que pone en juego su propio capital, que no
tiene créditos a tasas de interés razonables que se puedan rubricar con la
actividad productiva?
Qué se supone que está
especulando cuando se dice que le quedan 32 o 33 millones de toneladas de soja
para comercializar, que aún no cosechó.
¿Qué especula? Cuando casi
11 millones de esas toneladas se irán solo en concepto de Derechos de
Exportación, unos 20 millones se destinarán a pagar impuestos en los tres
estamentos del Estado, sumado a gastos de comercialización, y costos directos
para afrontar la próxima campaña.
¿Qué especula? Si como
resultado de la confiscatoria presión fiscal los márgenes son negativos en
muchas zonas, o levemente positivos en el mejor de los casos, resultados, a
partir de los cuales su capacidad de decisión queda nula, frente a la necesidad
de tener que vender una mayor cantidad de los bienes que produjo para poder
comprar la misma cantidad de insumos y gastos habituales.
Una amplia serie de
elementos se combinan para determinar la decisión de los productores de
recurrir a los silobolsa como método de reserva estratégica: las dificultades
de logística fruto del cuadro de pandemia, caminos rurales cerrados o
intransitables si el clima no acompaña, los puertos sin cupos por problemas de
profundidad o falta de buques, los precios internacionales planchados, entre
otras variables, cuando se cuantifica la capacidad de juego potencial del
productor queda en evidencia que la misma es menor al 7% de lo que produce y
que todavía le falta sacar lo que requiere para vivir.
¿Cómo puede especular con
el tipo de cambio? Alguien que entierra insumos en dólares, para cosechar a un
valor de pizarra real muy por debajo del que invirtió y lo hace sin acceso a
créditos, sin ayuda estatal y hasta sin mecanismos de amortiguación en caso de
pérdidas económicas. Su capacidad de resiliencia depende pura y exclusivamente
de él, ya que el Estado es el eterno ausente, que supone que especula.
El Campo no especula,
simplemente trabaja, siembra, ordeña, cría, engorda, cosecha, básicamente
PRODUCE.