El campo, creador de empleos

Editorial La Nación
El Censo Agropecuario Nacional que se ha realizado este año ha venido a confirmar la utilidad de contar con estadísticas confiables, única manera sobre la cual pueden formularse argumentaciones serias respecto del cuadro económico y social del país.
Los años de este siglo en que la Argentina escamoteó a sus habitantes y al mundo datos confiables sobre la marcha de asuntos públicos tan sensibles como los de pobreza, crecimiento y déficit fiscal, entre otros, son absolutamente irrepetibles. Esa política ha dejado abierta la puerta para reclamos judiciales multimillonarios contra el Estado argentino aquí y en el exterior, e inferido una grave marca al país en el plano moral, tanto o más difícil de resolver que aquel.
Ahora contamos con un cuadro actualizado del campo argentino y de la proyección múltiple de su desenvolvimiento sobre otros sectores económicos y sociales. En una de las principales conclusiones extraídas del nuevo censo, la Federación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA) ha hecho notar que el conjunto de las cadenas agroalimentarias provee el 22% del empleo nacional. Esa condición de vanguardia del eslabón primario agropecuario como generador de empleo es seguida, según las constancias oficiales, por el comercio.
Por cadenas agroalimentarias se entiende un sinfín de disciplinas que incluyen insumos de maquinaria agrícola, emprendimientos forestales, carnes y lácteos, cereales y oleaginosas, biocombustibles, economías regionales, producción, industrialización, transporte y logística. Tanto los cultivos como los animales constituyen apenas una parte, acaso la más visible, del mundo complejo y tan vasto propio de los escenarios rurales.
La importancia del campo en el conjunto de la economía nacional es de sobra conocida. No siempre ese carácter es reconocido por los gobiernos y menos aún por los sectores integrados a la burocracia estatal o por aquellos requeridos, a raíz de ineficiencias orgánicas, de subsidios eternos. En última instancia, los fondos para sostener a estos suelen provenir de los ámbitos definidos por un mayor grado de innovación, creatividad y, en definitiva, más altos índices de productividad. En un estudio hecho público por FADA se deja constancia de que el campo contribuye con 9,92% de la gestación del PBI: 6,1% derivado del sector primario, y 3,82%, de manufacturas de origen agropecuario.
El último censo indica que viven en establecimientos rurales 732.986 personas, de las cuales 272.492 integran familias de productores. Hay 420.704 ocupados de manera permanente en la actividad primaria de los campos: 195.561 como productores y 225.143 como trabajadores. Ese universo laboral es el primer eslabón de una cadena productiva que aporta al país seis de cada diez dólares que ingresan por exportaciones y que da lugar, en total, a 3,7 millones de puestos de trabajo.
Los datos estadísticos actualizados puestos a la consideración pública demuestran, entre diversos registros de interés general, que el movimiento de carnes y de granos es posible por 4,8 millones de viajes-fletes en el año y que operan en el territorio nacional más de 13.700 establecimientos forestales. En resumen, el Censo Agropecuario Nacional ha sido una puesta al día necesaria, no solo para confirmar la magnitud de la riqueza aportada al interés general por las actividades agropecuarias, sino también para confirmar de manera fehaciente su contribución al empleo y a la mano de obra primaria y calificada en la Argentina.