Pacto productivo: ahora el agro puede hacerlo de nuevo

La consigna del Gobierno es no volcar en mayor presión tributaria la rebaja del déficit fiscal. 
Si el Gobierno nacional espera dar buenas noticias desde el agro luego del agujero económico que dejó la sequía –unos 7.500 millones de dólares sólo en el rubro granos–, esa revancha no aparecerá a la vuelta de la esquina, sino dentro de algunos meses.
También la ganadería sufrió el impacto climático: en Córdoba, se tomó una pausa el crecimiento del stock, que había escalado a un ritmo del cinco al seis por ciento anual en los últimos ciclos, según evalúa el secretario de Ganadería de la Provincia, Olden Riberi.
Con el nuevo ciclo agrícola ya en marcha, es dable esperar buenas nuevas en 2019, con la economía mejor posicionada que en estos meses en los que el Gobierno se propone reacomodar el cuadro fiscal y financiero.
Sembrar para cosechar
No buscar con más impuestos la reducción del déficit es la consigna oficial. Para el campo, sería la ratificación de un incentivo: sembrar para cosechar a través de más inversión y exportación, como sucede con las cadenas de trigo, maíz y carne bovina.
Mucho dependerá del factor climático, una variable que ni el Gobierno ni los productores dominan.
La siembra de trigo, con la que se lanzó el ciclo 2018/2019, ya ha dado una señal expansiva: la primera proyección oficial contabiliza 6,15 millones de hectáreas en el país, por encima de los 5,9 millones del año pasado.
De la mano de estas cadenas, la economía seguirá movilizándose con signo positivo por tercer año consecutivo y acompañará la expectativa del Gobierno de enderezar las principales variables, entre ellas la de la inversión y la del empleo.
Retenciones: sintonía fina
Esta hipótesis juega fuerte a favor de la opción de mantener el cronograma de rebaja gradual de las retenciones al complejo soja. En la semana, se conoció otra variante: la de aumentar los derechos de exportación sobre el biodiésel (derivado del aceite de soja) del ocho al 15 por ciento. El decreto oficial ratifica la política de ir alineando las alícuotas para la soja y sus derivados, para que confluyan en un nivel similar a fines del próximo año.
Por la suba de derechos al biodiésel, el efecto sería doble: un beneficio en la recaudación fiscal y también un argumento frente a las barreras arancelarias y derechos antidumping de Estados Unidos y de la Unión Europea, originados en esos diferenciales de la Argentina con las retenciones.
En el caso de la soja, de mantenerse el actual cronograma de rebaja, a fin de año quedaría todavía con una elevada carga de 24 puntos. Recién para fines de 2019 –un crucial año para el futuro político de la coalición macrista–, los derechos de exportación quedarán en 18 por ciento. Razonable, si no hay otras opciones mejores para la rueda productiva (por caso, una reforma tributaria focalizada en Ganancias, entre las fuentes principales).
Menos es más
Fuera del complejo oleaginoso, el resto de las actividades del agro quedó sin retenciones, lo que las potenció. El fisco pasó a cobrar por otras ventanillas. Y no menos, sino más.
Desde Córdoba, Luis Magliano, nuevo titular de la Sociedad Rural de Jesús María, considera que el actual es un modelo abierto y propone eliminar el diferencial de retenciones de tres puntos entre el poroto de soja y sus subproductos, lo que, según calcula, permitiría al Estado recaudar 350 millones de dólares adicionales, unos 8.750 millones de pesos.