La exportación de carne, con la mayor ganancia de los últimos 10 años

Ignacio Iriarte
Oferta muy alta para las necesidades actuales de la demanda, con precios para el ganado que en el último año han subido la mitad de lo que lo hizo la inflación.
Un consumo al que le cuesta absorber los 58 kilos per capita que se le ofrece, y que sólo reacciona cuando por razones climáticas la oferta se reduce.
Le va muy bien a la exportación, pero paradójicamente lo que sube es la hacienda definida de consumo, cuya oferta se vio afectada en las últimas semanas por el clima, tanto en el caso de los feedlots, como en el caso del pastoril suplementado.
La exportación tiene una importante reserva de poder de compra. Pero es evidente que todavía el volumen disponible de novillos pesados, vacas gordas, conserva y manufactura, agregado al consumo que hacen todas las empresas llamadas “exportadoras” alcanza y sobra para cubrir la capacidad instalada de las plantas. No es necesario presionar sobre el mercado de hacienda en pie.
Se trabajan más horas semanales, o se hace fasón en otras plantas, pero después de diez años de cierres de grandes plantas frigoríficas –la mayoría con habilitación para exportar–, el actual volumen de hacienda ofertada es más que suficiente para la capacidad instalada que sobrevivió a la “década ganada”.
Argentina es hoy muy competitiva en el mercado internacional, especialmente en relación a Uruguay o Paraguay.
Pero la devaluación en Brasil y en la Argentina, que ha hecho bajar el precio del novillo en gancho a sólo 2,60 dólares por kilo en ambos países, en parte podría trasladarse a menores valores FOB, especialmente en el caso de China y del enfriado a Unión Europea.
Lo mejor de la década
La exportación está cómoda: desde diciembre pasado tiene un margen de ganancia que es el más alto de los últimos 10 años. En muchos casos se proyecta ampliar o modernizar las plantas, pero sabe que en pocas semanas más la oferta de vacas y novillos pesados tenderá a disminuir –se vendió mucho ganado adelantado– y deberá resignar parte del margen excepcional de utilidad que hoy tiene.
Por el lado del novillo pesado teme que por el atraso en los verdeos, y por los efectos de la seca sobre los pastizales naturales, las recrías disminuyan o se alarguen, y teme también que con el actual precio del maíz los novillos se remitan al consumo, o a la exportación, pero más livianos.
En cuanto a la vaca, ya no se consigue con la facilidad de unas semanas atrás, y se espera que su oferta comience a menguar en las próximas semanas.
La oferta de ganado de consumo proveniente del feedlot, por el contrario, se prevé que comience a crecer a partir de julio, en función de la gran cantidad de terneros que se encerraron en febrero-marzo-abril.
De la misma manera que en el otoño del 2016 y el de 2017, este año nuevamente las lluvias traban la comercialización de hacienda y determinan subas en el precio de la carne.
Paradójicamente, estas subas se dan en las categorías de consumo definido (ternero, novillito, vaquillona), cuya demanda en las últimas semanas sufre los efectos de la suba de tarifas, de la devaluación y de la aceleración de la inflación.
Los consumidores con ingresos fijos experimentan en estos primeros meses del año una importante caída en el poder adquisitivo, que se refleja en la demanda por bienes de consumo masivo. A favor de la demanda, está su atraso en términos reales (en relación a la inflación y a los salarios) como así también el hecho que la oferta de carne de pollo se ubica cuatro kilos per capita por debajo del año pasado.