“A la nueva ley de semillas le falta la decisión política del Estado”

Alejandro Rollán
En diciembre pasado, y luego de varios meses de negociación, la industria semillera y casi la totalidad de las entidades que representan a la producción le presentaron al Gobierno nacional un acta de entendimiento que contenía los lineamientos básicos para una nueva ley de semillas.
A partir del acuerdo entre privados para regular el uso y el pago de la tecnología contenida en especies autógamas, la última palabra la tiene el Congreso de la Nación, donde se aguarda el arribo del proyecto oficial.
“Hay rumores de que ingresaría en los próximos días, pero todavía no hay nada concreto”, reconoció ante Agrovoz Alfredo Paseyro, gerente general de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), una de las partes interesadas en la sanción de la nueva ley.
–¿En qué situación está el proyecto oficial?–La información que manejamos es que hasta el día de hoy no se presentó. El presidente de la Comisión de Agricultura en Diputados, Atilio Benedetti está trabajando con legisladores de Cambiemos para encontrar el mejor camino político para dar el debate.
–¿La intención de la industria semillera es que se debata este año?–La verdad es que ya hemos esperado lo suficiente. Estamos hablando de la necesidad de modificar una ley que es de 1973; en el medio se modificó la Constitución Nacional, el Código Civil, Penal y Comercial y se incluyó el matrimonio igualitario. Por eso consideramos que es hora de que esta cuestión tecnológica que es estrategia tenga su lugar para el debate y se encuentre una solución.
–¿Han mantenido reuniones con diputados para conocer cuál es la opinión que tienen sobre el pago por el uso de las semillas?
–Estamos en contacto directo tanto con diputados oficialistas como de la oposición. Lo que no podemos perder de vista es que siempre hay una agenda con prioridades. Lo que pedimos es que esta cuestión no se dilate o se empañe por cuestiones políticas o coyunturales. Necesitamos que el proyecto se presente, trabajen los asesores, haya un despacho de comisión y finalmente se debata en el recinto. Previamente hay mucho camino por hacer.
–¿Cuál es el camino que tiene que recorrer el proyecto en el Congreso?
–Tiene que pasar por las comisiones de Agricultura, de Legislación General y también, seguramente, por la de Presupuesto.
–¿Tiene que tener dictamen de las tres comisiones?
–Si bien tiene que tener dictamen de las tres, por tratarse de una ley específica el mayor trabajo es en la comisión de Agricultura. Sobre ese despacho, las otras prestarían su adhesión.
–Por la falta de una ley específica, ¿se percibe el atraso tecnológico de las autógamas respecto al maíz, por ejemplo?
–Si tenemos en cuenta que la última aprobación de la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia) fue un maíz con cinco eventos apilados, y lo comparamos con lo que sucede en la soja, claramente hay una diferencia abismal. Si encontráramos una solución para encauzar el uso de la tecnología en las autógamas se vendrían muchas más oportunidades.
–Comparado con el resto de los países, ¿cómo estamos en la protección del uso de la biotecnología?
–Es un tema pendiente que incide incluso en la negociación del Mercosur con la Unión Europea. Dentro de las deliberaciones hay un capítulo referido a propiedad intelectual que nos indica las materias pendientes a resolver. Lo mismo sucede cuando vamos a negociaciones bilaterales. Incluso para ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), como se ha trazado el Gobierno como objetivo, los datos sobre el respeto a la propiedad intelectual son clave para el mundo desarrollado. Es una aspecto que se debe resolver.
–¿Y el productor está más convencido de que tiene que pagar por la tecnología aplicada en las semillas y por su uso?
–Ya no hay resistencia. Percibimos que el productor quiere pagar por esa tecnología, porque así se lo hace saber a la industria. Pero a la nueva ley de semillas le falta la decisión del Estado. Hay que darle el marco adecuado para que el productor tenga previsibilidad para el acceso a la tecnología. Y que también se genere el contexto para nuevas inversiones. Estamos esperanzados.