Una importación que importa, y mucho, en Rosario.

Redacción Agrovoz
–¿Vio que vamos a traer soja desde Estados Unidos, Don Produ? Ya van 240 mil toneladas que van a venir para acá, algo que no sucedía desde 1998.
Business are business, mi querido Don Tecno. Eso es lo que me dijo un amigo que trabaja en una de las cerealeras que operan en el Gran Rosario, a la vera del Paraná. Ellos hacen cuentas y les da que importar la oleaginosa cuesta lo mismo o hasta menos que comprarla en el mercado local.
–¿Tan así? De Paraguay y Brasil hace rato que traemos soja y están bastante más cerca.
–Es cierto, pero recuerde que en las últimas semanas se coló este temita no menor de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, y que derivó en el gigante asiático anunciando que le va a imponer un arancel del 25 por ciento a la soja que se produce en Norteamérica. Automáticamente, eso derribó las cotizaciones en Chicago, pero no en Sudamérica. Brasil es el único que puede proveerle a China parte de lo que no le compraría a Estados Unidos; las primas se fueron para arriba y la soja verdeamarela se puso carísima para nosotros. Y de Paraguay ya no hay margen para traer más de lo que se está trayendo.
–¿Y comprar acá? La producción se recontra achicará por la sequía, pero algo de stockqueda.
–Insisto, negocios son negocios. Los operadores locales miran que la soja en Chicago, a noviembre, vale 50 dólares menos que en el Mercado a Término de Buenos Aires. Aún computando lo que cuesta el barco desde Estados Unidos hasta Rosario, parece que les conviene. Y de paso cañazo, les meten un poco de presión a los productores y acopios locales para que vendan. No olvide que en Argentina tenemos uno de los polos de industrialización de soja más grandes del mundo; somos los principales exportadores de harinas y aceites. Las fábricas necesitan asegurarse la mercadería, porque tener los barcos estacionados sin carga cuesta mucha plata.
–Un panorama complejo.
–Bastante. Cómo será que ha tenido bastante repercusión en el seno de la Bolsa de Comercio de Rosario.
–Siempre usted con algún dato escondido: libérelo.
–Le cuento: aunque no se ha informado oficialmente quién es el comprador de la mercadería, los trascendidos indican que es Vicentin, la firma de la que forma parte el presidente de la Bolsa rosarina, Alberto Padoán. Si bien comprar soja en el exterior no resulta ningún tipo de delito ni nada que se le parezca; en un país como el nuestro donde las suspicacias son deporte nacional, que justo sea la empresa del líder de la entidad que es la referencia número uno en el mercado de granos, generó algún ruido. Otro amigo, en este caso periodista, me contó que intentó contactarse con alguien de la Bolsa para hacer una consulta técnica sobre este tema y la respuesta fue que, por ahora, nadie va a hablar. Toda una señal.