Osella: “La Argentina es mejor que lo que hubiera sido si el campo no se levantaba en ese momento”

El expresidente de Cartez Ricardo Osella fue un actor protagónico en Córdoba durante el conflicto de la 125. Detalla cómo se construyó el levantamiento del campo y asegura que fue un quiebre para el país.

Ricardo Osella recuerda con detalle cada uno de los viajes, actos, piquetes y conversaciones que tuvo durante los meses que transcurrieron entre marzo y julio de 2008, en el conflicto agropecuario por la Resolución 125. Conducía Cartez, una de las confederaciones fuertes de CRA.

Surgido de la Sociedad Rural de Río Cuarto, condujo la entidad regional que representa a las rurales de Córdoba, San Luis, Catamarca y La Rioja. Había reemplazado a Néstor Roulet, que asumió poco antes del conflicto como vicepresidente de CRA.

Osella repasa personajes y hechos con precisión. Tiene la cronología fresca, como si no hubieran transcurrido 10 años desde aquel mojón importante de la gestión kirchnerista. “Había un malestar creciente desde 2006 por las disposiciones que aplicó el Gobierno con respecto al campo. Primero la carne, pero le siguieron muchas otras. Hubo un escenario previo a la 125 que explica lo que ocurrió después”, reflexiona Osella.

“Tuvimos que aprender a organizar los piquetes en las rutas, llevar casillas a cada lugar, definir qué se dejaba pasar y qué no. Buscar personas de mucha confianza que estuvieran al frente de cada punto y administraran el conflicto, porque a cada lugar iba la policía, algún enojado por la situación, por lo tanto había que tener mucho cuidado”, explicó Osella a PUNTAL.

En ese momento en que comienza el conflicto agropecuario el dirigente transitaba los últimos meses al frente de Cartez, porque había planes de que en mayo de 2008 se renovara la conducción de esa entidad. Pero la 125 alteraría todo.

“Cada vez que por ahí flaqueaba el reclamo, venía un discurso de Cristina y echaba nafta y arrancaba nuevamente todo con más fuerza. Me acuerdo cuando habló de los piquetes de la abundancia…”, recuerda.

¿Qué pasaba cuando escuchaban eso?

La gente se ponía furiosa. Y redoblábamos la organización. Porque funcionaba en cada rural, Cartez, CRA y la Mesa de Enlace, que era ya una verdadera organización. Los que integraban la Mesa se reunían horas para analizar y resolver cada situación. Los dirigentes en esa época arrancaban a las 5 de la mañana con las radios, reuniones, piquetes, más reuniones, canales de televisión y así hasta las 12 de la noche. Al otro día, todo de nuevo. En medio de una presión muy fuerte y constante.

¿Cómo llegaba esa presión?

Recibíamos llamados de todos lados. De gente ignota y otros que no. Incluso otros sectores que indirectamente se veían afectados por la situación, como la industria que sufría el desabastecimiento. En la industria manisera, por ejemplo, habían arrancado el maní y lo tenían amontonado en los campos; si les llovía iban a perder calidad en la producción. La cadena avícola. Y también teníamos conflictos internos, por ejemplo entre quienes tenían los novillos listos para vender y no podían hacerlo y se quejaban porque el que tenía maíz, por ejemplo, lo guardaba y listo. O el que tenía chanchos y no podía darles determinada cosa porque no podía llevarla hasta el campo. Había infinidad de situaciones particulares. Incluso dentro de los piquetes había distintos grupos, como los autoconvocados, que por ahí no se podían controlar. Acá Julio Echenique hizo un buen trabajo, firme pero administrando el conflicto. Y en medio de todo eso hubo productores, y de aquí de la región fueron varios, que ponían de su capital para sostener todo eso porque hacían falta recursos para mantenerse.

¿Valió la pena todo eso?

Sí, claro. A pesar de la amargura de 2011.

Por el gran triunfo de Cristina en las urnas…

Claro. Es que el Congreso era una escribanía, y la gente ya se había olvidado que existía. Pero en el conflicto empezaron a aparecer dirigentes políticos como Ernesto Sanz en el Senado, Oscar Aguad en Diputados o Gerardo Morales, además de Lilita Carrió. También estaba Alberto Cantero en Diputados, que había llegado a ser presidente de la comisión de Agricultura y con vocación de integrar la mesa chica del poder siempre. En paralelo teníamos buen trato con la Provincia. Otro senador importante en ese momento para nosotros era Roberto Urquía.

Que rompe con el kirchnerismo a partir de ahí…

Claro, ahí rompe. Eso le costó y fue duro. Recuerdo que a comienzos de 2008, antes de conocer la 125, habíamos organizado en Córdoba una reunión desde Cartez con diputados y senadores de la provincia y ahí nos dimos cuenta de que había muchos a los que nunca habíamos visto. Pero en general nosotros en Córdoba garantizábamos una mayoría de votos a favor del campo con esos representantes. Lo mismo ocurría en San Luis, porque los Rodríguez Saá en ese momento nos apoyaron, igual que en Catamarca con el gobernador Eduardo Brizuela del Moral. Y muchos del norte cordobés conocían a legisladores santiagueños, como Rached, que era el voto del que nadie sabía cómo podía salir pero que nosotros contábamos a favor porque teníamos dirigentes dentro de Cartez que lo conocían y habían estado con él. De todos modos, en ese momento, con tantas presiones, nada era seguro. Pero para eso fue necesario mucho trabajo, incluso para visibilizar el conflicto en Buenos Aires.

¿Los medios nacionales no los registraban?

No. Fue durante mucho tiempo un conflicto del sector y del interior. En un momento me dijo un periodista de Córdoba que hasta que no llegara a la tapa de los diarios nacionales no existía el conflicto. Yo le explicaba que mirara el conflicto, que era enorme. Pero me hizo ver que lo que decía era cierto. Incluso nos había pasado cuando murió Jorge Guinzburg, que desaparecimos durante tres o cuatro días de los medios. En esos días se endurece el conflicto y aparece en simultáneo el piquete de Gualeguaychú, con Alfredo De Angelis. Nosotros mandamos a estudiar ese corte para ver la organización. Y llega la tapa de los diarios, un discurso de Cristina y aquella famosa pantalla dividida con De Angelli mientras hablaba la presidenta.

¿Qué sucede a partir de ese momento?

Bueno, la gente empieza a conocer más el conflicto y los motivos. Por qué estábamos haciendo eso, qué había hecho el Gobierno y lo que se quería quedar del dinero del campo. Hablamos y explicamos mucho para que se entendiera lo que sucedía. Y en paralelo empiezan a aparecer también políticos opositores. El conflicto gana intensidad y volumen.

Y llega a Diputados y el oficialismo logra los votos para avanzar…

Sí, perdemos esa votación porque estaba muy apretada pero terminan dándole un beneficio a la pera y la manzana y con eso suman tres o cuatro votos del Valle de Río Negro y se aseguran el triunfo por seis o siete votos. Tuvimos una amargura enorme, pero bueno, quedaba el Senado. Sabíamos de todos modos que aunque se perdiera se había logrado mucho.

El Senado también aparecía como un escenario de voto a voto…

Sí. Llega esa instancia con una gran concentración en El Rosedal y antes había sido la enorme concentración del 25 de Mayo en Rosario. Y eran genuinas, con una mayor empatía entre el campo y la ciudad. Y justamente se dio eso de ser tan apretada la discusión que el Congreso volvió a funcionar, a discutir sobre algo.

También le sirvió al campo para darse cuenta de que había otras cosas de la tranquera para afuera de las que no podía seguir al margen…

Claramente. Eso lo planteamos, especialmente aquellos que teníamos alguna formación política previa. No podíamos seguir planteando solamente una cuestión distributiva de la plata que ganábamos o dejábamos de ganar. También necesitamos convencer a mucha gente y de a poco logramos ese cambio. Mientras enfrentábamos esa lógica que quería imponer el Gobierno de grieta y plata para convencer de que ellos eran el pueblo y nosotros el antipueblo. No tengo dudas de que hoy la Argentina es mejor que lo que hubiera sido si el campo no se levantaba en ese momento. Sin ese quiebre vaya uno a saber a dónde hubiera ido a parar este país.
Gonzalo Dal Bianco