El intríngulis cordobés, la escuela de Cambiemos y una juntada peronista. Ignacio Zuleta

Continúa la discusión en el oficialismo y en la oposición por el aborto. Sueños de reelección.


Los sueños de reelección producen martingalas fantasiosas

El Gobierno puede recibir cualquier reproche, menos que no domina la conversación. Si no podés dominar el mundo, por lo menos tratá de controlar la conversación. Mandó a hablar de aborto y todos se convierten en expertos en aborto, cuando era un tema ausente de las plataformas de los partidos mayoritarios. Ahora manda a hablar de reelección, como si fuera una novedad de Parque Norte. Chocolate por la noticia: el proyecto de reelección tiene más de dos años y lo ha consentido el propio Macri en público desde entonces. Es razonable que el Gobierno se lo plantee porque, hablando con brocha gorda -si los pinceles hablasen, claro- quien ganó en 2015 está mejor ahora que entonces, y el que perdió - el peronismo -está peor que en aquellas fechas. El debate despierta fantasías entre quienes creen que la política se resuelve en martingalas de dirigentes, y no, como ocurre, por decisión del público.

Polledo, antiaborto, aplaudida. Bullrich vs. Bergman

Detrás de estas imágenes hay cosas que no se ven y no se cuentan. Como dicen Mauricio Macri y el Principito, lo esencial es invisible a los ojos. Por ejemplo, el detalle del debate en la cumbre Pro de Parque Norte sobre el aborto. La posición del rionegrino Sergio Wisky, autor de un proyecto de despenalización, fue confrontado por otro de los “ojos” que encarna la confianza de Macri. Patricia Bullrich encarnó el no y discutió con Sergio Bergman, que pidió una consulta popular. Lo cruzó con el argumento de que es materia penal, o sea no consultable. El tecnicismo de Wisky, que es médico, fue rechazado por el argumento más emotivo, y en contra, de Carmen Polledo, jefa de la comisión de Salud de la Cámara de Diputados y que sabe largo sobre hospitales porque fue presidente de la liga Benéfica COAS, dedicada a atender a los establecimientos públicos de la CABA. Esa posición fue interrumpida en varias oportunidades por aplausos de las barras.

Massot quiere que se pronuncie el Papa Francisco

Y eso que no estaba Nicolás Massot, el verdadero promotor de la habilitación del debate, aunque está encendidamente contra del aborto. Lo propuso ante la mesa chica del presidente, para evitar una derrota legislativa del oficialismo, cuando vio la dimensión de la movida pro aborto que se había notado en la marcha de Hugo Moyano y en la previa a la concentración del pasado jueves 8. Massot – jefe del bloque Pro - está hoy entre quienes creen que el proyecto tiene pocas chances de ser aprobado en Diputados y, menos aún, en el Senado. Igual, espera -con más énfasis que lo que mostró el comunicado de la conferencia Episcopal- que la Iglesia se pronuncie sobre el tema. “Soy católico – me dice – y espero que el papa Francisco se pronuncie, así como lo ha hecho en otras cuestiones políticas menores. Confío, ante mi incomprensión sobre otros pronunciamientos políticos del Papa, que lo haga en esta ocasión”. Ya se sabe lo que dirá el Papa, con lo cual queda blindado el rechazo. Hasta ahora el aborto es el cisne negro de la campaña. No fuera que se convierta en un velociraptor. Massot no estuvo en Parque Norte porque ya no es secretario del Pro, cargo que ahora tiene el vidalista Federico Salvai. Es la prenda del castigo a Emilio Monzó, de quien Massot es aliado operativo.

Hay dilemas falsos y verdaderos dilemas

Eso echa luz sobre los falsos dilemas que divulgan los mirones de la política. Por ejemplo, Córdoba. El Gobierno manda a decir que en esa provincia habrá una PASO entre cuatro candidatos y algún tapado más para elegir candidato a gobernador. Ese plan ignora que en Córdoba no hay PASO locales, que los candidatos se eligen por la carta orgánica de cada partido en internas no obligatorias. Si se manda a pelear a los candidatos de Cambiemos entre sí, Juan Schiaretti, que gobierna hace años, moviliza al oficialismo local de una manera demoledora sobre su oposición, y además manda a pagar la intervención de militantes propios en la interna ajena. Su candidatura, a lo peronista, la decide él mismo sin internas. Con eso facilita su reelección y en fecha desdoblada. Y más si sanciona una ley – como amenaza - que permite a los candidatos a gobernador a presentarse también como legisladores provinciales – una invitación a que todo el chiquitaje se presente y erosione a Cambiemos –, y encima prohíbe aportes privados a las campañas.


El gobernador Schiaretti, junto al riojano y peronista Sergio Casas, criticó el centralismo: "Se mantiene vigente ese dicho popular que indica que Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires".

Esto crea de nuevo malestar con los radicales de esa provincia que, como Mario Negri –jefe del interbloque– se preguntan si Macri quiere ganar Córdoba o le conviene que gane Schiaretti, cuyo distrito fue la clave del triunfo de Cambiemos en 2015 y 2017. Córdoba es la capital del peronismo no kirchnerista y ese activo pesa mucho en la balanza de Cambiemos. Como en otros distritos, hay cruce de estrategias: tener apoyos para gobernar, como el de Córdoba, o ganar esa provincia. Lo primero va en el interés de la Casa de Gobierno. Lo segundo, en el de los aliados políticos, que suman de otra manera. Si gana Schiaretti, es más fácil gobernar en Córdoba. Si gana Cambiemos, por el peso de ese distrito, equivale a ganar cinco provincias peronistas.


Larreta abre el juego en la Capital

Menos falso es el dilema de la Capital. Pasó febrero, mes cuando se preveía el nacimiento de Cambiemos en la CABA, es decir la alianza con los radicales, y sigue demorado ese sello que han pedido Macri y Enrique Nosiglia que se concrete cuanto antes. Uno de los productos de la cumbre del Pro en Parque Norte -predio legendario de los radicales- es que la fuerza necesita algo más de coaching interno antes de firmar nada. Por eso el delegado en el distrito, Francisco Quintana, organiza para dentro de dos semanas alguna actividad que los medios muestren como el "relanzamiento" de la liga “Vamos Juntos” (Pro, Coalición, etc.). La intención es quitarle el miedo a la alianza con los radicales, temor que fomenta Carrió, que está de punta con Martin Lousteau, la cúpula radical, Daniel Angelici, etc. Acá hay mucha tela para cortar: 1) Macri quiere Cambiemos en Capital para juntar fuerzas para una gran elección en el distrito, clave para ganar en primera vuelta su reelección; 2) en 2019 se elige senador nacional. ¿Carrió candidata? ¿Para qué, si es una elección que banca Macri y ni ella lo puede mejorar yendo en una lista? ¿Y Lousteau candidato a senador?, como se discute hoy en la UCR para encontrarle un lugar a Martín sin necesidad de que se enfrente en la PASO con Larreta? ¿Y qué hacemos con Diego Santilli, que quiere ser jefe de gobierno, pero si reelige como vicejefe se inhibe para un mandato en 2023? ¿Y qué destino tiene Federico Pinedo, que termina la banca y es una de las claves de bóveda de la gobernabilidad macrista? Fantasía libre: ¿y si Michetti volviese al Senado para dejarle la vicepresidencia a un candidato radical, por ejemplo, Alfredo Cornejo, que se enoja cada vez que se menciona su principal proyecto de vida? Además, se preserva para un mandato presidencial si se comprueba que el mundo es plano. El más esclarecido de los riesgos de esta relojería porteña es Horacio Rodríguez Larreta, que se juega también la reelección y ha cesado en su campaña contra la UCR, para empezar a hablar con quien hay que hablar. Sabe que el año que viene a la UCR le tienen que dar algo más que una banca de allá abajo en la lista, como la que ganó en octubre Facundo Suárez Lastra. Si no abren el monedero, habrá confrontación con los radicales por afuera, un riesgo innecesario.

Nueva mesa estratégica

Estos asuntos son competencia de la nueva mesa estratégica que reemplaza a la que sesionaba los martes en la oficina de Marcos Peña, con ministros y autoridades de los partidos de la coalición. Ahora se sientan allí Peña, Rogelio Frigerio, Humberto Schiavoni – presidente del Pro-, Cornejo, Morales y Fernando de Andreis. Comienza a funcionar en un par de semanas, alternadamente, una vez en Casa de Gobierno y la otra en el búnker del Pro, la nueva sede de Cambiemos para la campaña. Esta casa del Pro se está comprando a través de su apoderado José Torello, en una suma de alrededor de 2 millones de dólares. Allí ocupará un piso Esteban Bullrich, a cargo de la Escuela de Formación de cuadros, un sello que recibe los fondos que el Estado dedica a la formación de dirigentes del partido. Darán clase las estrellas de Cambiemos, y tendrá una cátedra Santiago Nieto, el socio de Jaime Durán Barba, coautor, además, de sus libros. No está cerrada la colaboración de Durán en este emprendimiento.

Cornejo, el radical ausente en Parque Norte

Menos invisible a los ojos, el radicalismo fue representado en esa cumbre de Parque Norte por Gerardo Morales. Cornejo, presidente del partido, mencionó el proyecto de reelección en la carta que hizo leer, dirigida a Humberto Schiavoni (de paso, lo llamó “Schiavone”), en la que dice: "Deseamos trabajar conjuntamente para profundizar el cambio que lidera el presidente Macri, con la mirada puesta en los resultados que nos permitan ratificar el apoyo popular en 2019". Esa ausencia tiene una explicación, también invisible a los ojos: el mandatario de Mendoza ve que pasa el tiempo y le demoran las promesas, poniéndolo entre la espada y la pared, entre el partido y la gestión. No tener reelección es su punto débil, a menos que le ofrezcan algo imposible de rechazar.

El peronismo en el desierto, rumbo a San Luis

Estas lucubraciones son a cuenta del peronismo, que no termina de armarse. Esta semana en La Pedrera, San Luis, habrá cumbre de los Peronistas Auto convocados. Hay mucho viento en contra en el desierto de la oposición (lo decía Héctor Maya cuando se lamentaba: “Llevamos tanto tiempo en el desierto que no terminamos nunca de sacarnos la arena de los ojos”) y los peronistas cristinistas se miran unos a otros para saber quién concurre y quién no. Va la mesa de la UMET - los Santamaría, Eduardo Valdés, Daniel Filmus, etc. -, los cristinistas del Congreso que responden a Agustín Rossi y a Marcelo Fuentes, pero nunca Cristina de Kirchner, que contamina hasta a los propios, y lo siente el cuerpo, diría Adolfo. Confían en presencias como las de Pablo Moyano y Hugo Yaski, pero no de Gildo Insfrán. Producción general, Alberto Rodríguez Saá y Jorge Capitanich, que retomó el proyecto de volver a la gobernación del Chaco, porque teme que, si no lo hace, el peronismo perderá esa provincia. También lo esperan a José Luis Gioja, presidente del partido, tan antiabortista como su jefa, Cristina, pero que debe una explicación para tanta firma pro aborto entre los diputados de ese sector. Gioja, además, tiene una hija monja que lo inhibe para salirse de ciertos márgenes.


Miserabilidades patéticas

El viernes 16 habrá juntada de dirigentes y el 17 atención a la perrada, como llaman los militares, con cariño, a la tropa. Raro esto que los peronistas se auto convoquen, cuando han sido siempre una formación vertical. Pero se justifica porque es un ejército desbandando, sin jefes, con gobernadores débiles, sin fuerza propia ni experiencia, a tiro de chequera, y muchos de ellos sin reelección posible. La situación del gobernador promedio argentino, oficialista u opositor, la ilustró Gerardo Morales, Cambiemos puro, en la reunión de los bloques de su partido, en el hotel Savoy en la última semana de febrero: "Los gremios me piden el 15% de aumento y yo les ofrezco el 5%. Si me aceptan el 5%, pero Mauricio no me da la plata, no puedo pagar ni eso​". A esas miserabilidades (patéticas, como decía Yrigoyen) hay que agregar el crudo dictamen de Capitanich, en lo que dice son las dos leyes inflexibles de la política: 1) la gente prefiere el orden al caos; 2) entre un boludo y un hijo de puta, la gente prefiere al hijo de puta. Derecho y humano.