Un juicio por semillas en Brasil que hace ruido en el área sojera

Carlos Petroli


La patente de Intacta en Brasil está cuestionada: ¿puede tener repercusión en Argentina?
En la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) siguen de cerca el diferendo judicial por la soja Intacta en Brasil, donde la patente de esta innovación de Monsanto es cuestionada por multiplicadores nucleados en Aprosoja, la Asociación de Productores de Soja y Maíz, en el estado de Mato Grosso.
Por añadidura, el Instituto Nacional de Propiedad Industrial de Brasil (Inpi), a instancias de sus técnicos, dictaminó que la patente de Monsanto no informa o no demuestra en su totalidad cuáles son las construcciones genéticas que dieron pie a la invención de la soja tolerante a herbicidas y resistente a lepidópteros.
¿Y por casa?
El caso brasileño está bajo observación en la Argentina, donde la compañía estadounidense patentó la soja RR2PRO, aunque aquí, según aclaran en ASA, no cayó a una instancia judicial, por ejemplo cuando la Sociedad Rural Argentina recurrió al Instituto Nacional de Propiedad Industrial para solicitar informes sobre la patente en cuestión. Pero, en la vereda nacional, el déficit de un marco normativo actualizado sobre la retribución de los eventos biotecnológicos alimenta fricciones comerciales. Desde no concretar la adopción, hasta cláusulas de propietarios que no aceptan estos traits en los arrendamientos, en resguardo de futuros conflictos. La botella medio llena marca que las variedades Intacta están siendo aceptadas, especialmente en los ambientes más cálidos –caso NOA o el norte de Córdoba–, donde hay alta presión de insectos y permiten ahorrar en pulverizaciones, con beneficio ambiental y de costos. En Acsoja, referente de la cadena en el país, reparan que los productores aceptan la tecnología, y que la discusión por la patente es un tema fino de abogados y de expertos.
Se aguarda el descargo de Monsanto dado que la Justicia brasileña deberá pronunciarse si suspende el cobro de regalías solicitado por Aprosoja. En tal caso, esos pagos irían a un fondo de la cautelar, administrado por la propia justicia.
En ASA explican que los eventos biotecnológicos y sus productos comerciales tienen protección vía patentes, un sistema más complejo que el mero registro de una variedad porque son varias “construcciones genéticas” con diferentes reivindicaciones de propiedad. Y que el origen de “la disputa es comercial” entre la empresa desarrolladora (Monsanto) y los multiplicadores de Aprosoja.
Marco actualizado
La semana pasada, durante las Jornadas Trigueras en Leones, quedó ratificado que una nueva ley de semillas debe contemplar un marco actualizado acerca de cómo retribuir las inversiones de los obtentores. Y que, al mismo tiempo, quede despejado un sistema simple y que no resulte gravoso para los usuarios productores.
Una de las posturas es que el pago de la tecnología se haga en la bolsa de la semilla y por todo concepto, englobando el germoplasma y el canon tecnológico.
La correcta retribución por el germoplasma también encuadra en este largo debate. En el mercado se menciona que Syngenta, ahora con la propiedad de Nidera, hará fuerza por contar con un marco legal actualizado y transparente.
El qué y el cómo
De todos modos, en la hoja de ruta se propone resolver primero “el qué” y luego “el cómo”, en una mesa de consenso que debería desembocar en el Congreso.
Una moción considera establecer una “regalía global” sobre toda la producción y que ese fondo luego sea redistribuido entre los obtentores y desarrolladores. En su momento, no se logró avanzar con esta idea, quizá por la pesada mochila de las retenciones.
Si detrás de una cosecha récord los mercados demandan calidad, las semillas estarían en la primera fila de la competitividad. Concepto válido para soja, trigo, toda la “agricultura pampeana” y también para legumbres, maní, frutales, las economías regionales. En suma, un consenso necesario entre el Estado, los desarrolladores y usuarios.