La suba de precios no es suficiente para compensar el efecto sequía

Un productor con un rinde de 2.000 kilos de soja en la zona núcleo tiene un costo de indiferencia de 2.500 kilos. 

La soja ya llegó a los 300 dólares y a 6.000 pesos la tonelada; incluso, durante la jornada del miércoles pasado en el Matba se lograron superar estos niveles de precios, 303 dólares y 6.050 pesos. ¿Y ahora qué? Se estarán preguntando los productores. Y ahora hay que quedarse quieto y ver día a día cómo evoluciona el clima y su impacto en los mercados.
El efecto de la sequía no solo impactó en la caída de la producción de soja (se estiman 12 millones de toneladas menos y una cosecha de 45 millones de toneladas), sino también en la cosecha de maíz, cuya producción se estima ahora en 35 millones de toneladas. El precio actual del maíz, en el máximo de 165 dólares ó 3.300 pesos, es un fiel indicador del impacto que ha tenido la sequía en el volumen de producción y la drástica caída del saldo exportable.
Un golpe al pleno corazón de la pampa húmeda –además de las pérdidas registradas en el NOA y NEA y otras zonas extrapampeanas– que tendrá un impacto muy fuerte en la caída del ingreso de divisas, que se estima en 5.000 millones de dólares. Estamos ante una de las peores sequías de los últimos 75 años sobre la zona núcleo, de acuerdo con un informe de la Sociedad Rural de Rosario. En una semana estaremos entrando en el mes de marzo, y toda lluvia que ocurra de aquí en más no podrá revertir las pérdidas ya ocurridas; tal vez podrán frenar las pérdidas, pero no provocar un cambio sustancial de la tendencia actual.
Estrategia de venta
Con los precios de soja y maíz en los máximos de contrato y del año comercial, y estando todavía en período crítico en la evolución de los cultivos, es muy difícil sugerir una estrategia de venta, pues cada día que pase sin llover equivale a menos kilos por hectárea. Y la suba se va retroalimentando, dado que todavía el mercado tiene una gran dosis de incertidumbre con respecto a los volúmenes de producción y saldos exportables de los dos productos.
A la incertidumbre climática, se suma la firmeza del dólar y la tendencia del índice de inflación que muchos economistas ya la ven más cerca del 20 por ciento que de la meta del Gobierno del 15. Ante semejante escenario, la primera actitud del productor es la cautela, y cautela significa frenar las ventas y esperar hasta que aclare. El tema es que si la situación climática y cambiaria no se aclara de aquí a las próximas semanas, el mercado va consolidando un “bullish trend” (tendencia alcista) de muy difícil predicción.
Si bien recomendamos vender soja a 300 dólares en su momento, hace apenas una semana, hoy la recomendación pasa por tener cautela y evaluar bien la decisión de vender o no la soja disponible o la futura nueva cosecha.
La suba de los precios no ha sido suficiente para compensar la caída en la producción por efecto sequía. Un productor con un rinde de soja de 2.000 kg/ha en zona núcleo, tiene un rinde de indiferencia de 2.500 kg/ha (mínimo rinde necesario para cubrir costos de producción, comercialización y cosecha).Quiere decir que pierde plata; la planilla de Excel muestra una pérdida de 100 dólares por hectárea.
Sin embargo, el Gobierno, a través de las retenciones, tiene una ganancia de 180 dólares por tonelada. Esto es así pues las retenciones gravan directo sobre el precio y el ingreso bruto; entonces, ante una baja considerable del volumen de la cosecha o en el precio, siempre pierde el productor, pero no el Estado.
Y es lo que estamos viviendo hoy: la caída de los rindes por sequía no puede ser compensada con el aumento en el precio de la soja. Y por este motivo estamos ante un cuadro donde siempre vamos a seguir viendo productores pobres, a punto de fundirse, y un gobierno rico, que siempre gana.