La nueva era del Inta en Córdoba: “Hay que potenciar la producción bajo riego”

Juan Cruz Molina asumió formalmente este jueves como nuevo director del Centro Regional Córdoba del Inta. Suelos, riego, valor agregado y Cambio Rural, los principales temas que tiene en agenda.

Tras seis años como secretario de Agricultura de la Provincia, el ingeniero agrónomo Juan Cruz Molina es el nuevo director del Centro Regional Córdoba del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta).
Molina ganó el concurso convocado por la institución a fines del año pasado, para reemplazar al saliente Eduardo Martellotto, y tendrá la responsabilidad de comandar la oficina regional, al menos hasta 2022.
A dos semanas de haber iniciado su gestión (ayer fue puesto en funciones de manera formal por el titular del Inta Juan Balbín), Molina recibió a Agrovoz para desmenuzar cuáles serán los ejes en los que buscará hacer foco y aportar al objetivo de “repensar” el funcionamiento y los objetivos que debe perseguir el organismo tanto en Córdoba como en todo el país.
–¿Qué diagnóstico tenía del Inta antes de presentarse al concurso y qué análisis hace en estos primeros días de gestión?
–He quedado enormemente sorprendido; creía conocer bastante sobre el Inta, pero he encontrado muchísimas cosas más. Es una enorme institución, de la que no he encontrado antecedentes en el mundo, en el sentido de que un Estado defina la creación de un organismo así, directamente vinculado a actividades productivas.
–Esto significa, entonces, un gran desafío.
–Mi vocación es el servicio para el agro y el Inta es la mejor herramienta, en términos de gestión, para lograrlo. Es un desafío muy grande, sobre todo también por la complejidad que tiene la organización. Por eso, uno de los mayores puntos de interés es ayudar a repensar a qué se tiene que dedicar el Inta.
–¿Cuál es su respuesta a eso?
–Mi síntesis es: para colaborar en todo lo relacionado a los desarrollos productivos que estén alineados a un desarrollo sostenible de esa productividad. Tenemos un sistema muy abierto, debemos ver cómo empezar a cerrar un poco.
–¿Hay falencias o aspectos que se podrían explotar de una mejor manera?
–Fundamentalmente, cambiar la cultura de trabajar en compartimentos estancos o trabajos por proyectos, productos o individuales, por un método que vea un poco más el todo. El desafío es que los grupos que hoy trabajan separados empiecen a orbitar de manera más cercana; no resolver las cosas solamente desde lo individual, sino atravesar la complejidad juntando las partes. Una de mis metas es facilitar espacios de confianza y procesos para que algunas cosas sucedan. ¿Qué quiero facilitar? Que las capacidades individuales se transformen en una capacidad colaborativa y grupal.
–Un abordaje más integral de los problemas…
–Sí. Hoy, quien trabaja en malezas, trabaja en malezas; el que está en suelos, suelos; pero la complejidad de los desafíos actuales obliga a abordar todo integralmente. La cultura interna dice que si yo soy experto en determinado tema, sólo trabajo sobre ese tema; y parte de mi trabajo, junto con el Consejo Regional, es tomar decisiones de gobernanza en estos aspectos, viendo el todo y no sólo una parte. Nos podemos inspirar entre sí, darnos el lugar para interactuar más. Pero, ¿hay una cultura de trabajo en red? Yo la tengo. Y eso va ayudar a juntar la demanda con la oferta de investigación.
–Precisamente, una mejor vinculación con el sector privado es uno de los temas que siempre está latente.
–Es un proceso de mejora continua. La misión del Inta es impulsar la innovación y los procesos de innovación se generan a partir de la red de relaciones. Y también contribuir al desarrollo sostenible, pero a eso hay que bajarlo a la realidad.
–¿Cómo se logran estos cambios en medio de la incertidumbre que genera un presupuesto cada vez más acotado?
–La idea es pasar del paradigma de la escasez al de la certeza; es decir, sabemos que tenemos determinado presupuesto y hay que gestionarlo. Este es un Estado que va por un paradigma distinto, de mayor eficiencia en la administración de recursos y la prestación de servicios. Puede que otros lo vean como un contexto complejo, yo lo tomo como una oportunidad.
–¿Cuáles son los ejes en los que buscará hacer foco durante la gestión?
–La agenda para mediano plazo es la que ya venía compartiendo como secretario de Agricultura. Son unos cinco o seis temas prioritarios. Uno de los relevantes es suelos: no puede ser que Córdoba no tenga completadas sus cartas de suelos. Y también, lógicamente, todo lo asociado a la conservación y la gestión integrada de cuencas.
–El ministro de Agricultura y Ganadería, Sergio Busso, dijo que uno de los temas que quiere potenciar es el riego.
–Ese es otro punto muy relevante: Córdoba tiene una cuenca subterránea de acuíferos grandísima, lo que significa que podemos aumentar sustancialmente la superficie bajo riego y eso derrama en otros componentes positivos, porque todo lo que sea aumento de productividad por unidad de superficie es desarrollo sostenible. El riego hace pensar a los productores de manera distinta; todo lo que sea intensificación cambia los modelos tradicionales.
–¿Cuál es el potencial concreto del riego en Córdoba?
–Actualmente, están cubiertas entre 140 mil y 160 mil hectáreas, pero diversas prospectivas indican que podría haber agua para más de 700 mil y hasta un millón de hectáreas. Sólo duplicar el área bajo riego generaría toda una realidad distinta. Quienes invierten en este tipo de tecnología llegan a un nivel de profesionalización que les permite comenzar a realizar lo que se denomina agricultura de diseño, a ser más creativos e innovadores. Ya no alcanza con un trigo de 80 quintales por hectárea o un maíz de 160; lo que se pone bajo riego son specialities, que tienen que valer tres veces más que las commodities. En definitiva, el riego nos permite tomar riesgos.
–¿Qué puede aportar el Inta Córdoba en este proceso? Lo que más necesitan los productores, al fin y al cabo, es dinero o financiamiento.
–El Inta Manfredi es el referente nacional en el tema y puede aportar mucho en estrategias para los tiempos actuales. Un aspecto fundamental es el costo energético, que es una limitante, y se puede empezar a pensar en cómo proveer a los equipos con energías alternativas. Allí pasamos a ese enfoque más integral del que hablábamos. 
–¿La bioenergía es otro de los temas a abordar en profundidad?
–Todo lo relacionado a la bioeconomía y valor agregado en origen es importante: una comunidad se transforma cuando se transforma la producción. Es lo que sucedió, por ejemplo, con la cadena manisera sobre la Ruta 158. El Inta en este aspecto también tiene mucho aportar por su expertise de escuchar, ver y conocer lo que está haciendo el resto del mundo en materia de agregado de valor.
–Otra cuestión que venía con muchas idas y vueltas es el Programa Cambio Rural.
–Tenemos la definición, desde el ámbito nacional, de que los grupos que se formen y cumplan los requisitos establecidos van a ser acompañados por el Inta. Creo que es una buena posibilidad para bajar a tierra toda la propuesta de gestión del Centro Regional Córdoba; operativamente, es lo ideal. Los grupos de Cambio Rural son esponjas que podrían absorber todo el plan de trabajo de cada zona. Personalmente, quiero que el programa vuelva a tener la vigencia y la mirada que tuvo desde un principio como herramienta de gestión territorial. Es verdad que se cometieron algunos errores que golpean a la confianza en un programa de este tipo, pero estoy convencido que muchos productores trabajando en grupo potencian su capacidad de acción.
–También está en permanente debate es si el extensionismo sigue teniendo. ¿Cuál es su opinión?
–Hay miradas de todo tipo: quienes dicen que no hacen más falta las agencias de extensión, y quienes dicen que, si no hay presencia local, no hay transferencia tecnológica. Yo me paro en un punto intermedio: hoy en día, se puede hace transferencia con un mensaje de Whatsapp o un streaming, pero se necesita el extensionista para trabajar algunos temas a campo. Las agencias son parte de la razón de ser de la territorialidad del Inta.