Pilares verde, azul y otro gris para gestionar la inundación. Carlos Petroli



El problema de las inundaciones no es coyuntural; se volvió estructural, de largo plazo. Por eso, técnicos y funcionarios trabajan en un abordaje en términos de tres pilares de colores.
Es  probable que el extenso mapa de las inundaciones y suelos saturados presente algún alivio en los próximos meses: el progresivo enfriamiento del Océano Pacífico apunta a una gradual moderación de las lluvias, lo que permitiría la reducción de los anegamientos que afectan a la principal área agrícola del país.
Pero el dato es solo coyuntural, mientras el problema se volvió estructural, de largo plazo. Los técnicos y funcionarios coinciden. Por esto se comenzó a trazar un abordaje en términos de tres pilares de colores. El “azul” alude a las obras hidráulicas, los canales, administración de cuencas interjurisdiccionales, dado que el agua no reconoce límites políticos de provincias, departamentos o pedanías.
El color “verde”, en el que también tienen alta incumbencia y responsabilidad los productores, se refiere a las soluciones agronómicas: rotaciones, coberturas, cultivos invernales, gramíneas, forestación, ganadería, reconversión en el uso de suelos.
Finalmente, se habla de un pilar “gris” para aludir a un trabajo integrado, interinstitucional, a planes con intervención de sectores públicos y privados, que exceden a una sola jurisdicción provincial. Como concepto para pasar al plano de los hechos es lo que consta en diferentes borradores y cursos de acción, desde la propuesta institucional del Inta, el grupo Napas (conjunto de instituciones lideradas por el Inta Marcos Juárez), hasta diferentes comités de gestión hidrológica motorizados por la Nación y los gobiernos provinciales.
Congreso hídrico
El fenómeno de las inundaciones en el área de la pampa deprimida mereció un panel en el 26º Congreso Nacional del Agua, que culminará este viernes en Córdoba. Los datos reflotados por funcionarios y técnicos lo resumen con contundencia: alrededor de 22 millones de hectáreas –cerca del 50 por ciento de la superficie agrícola– afectadas de manera directa o indirecta.
Cambio climático, variabilidad, región hidrológica, distribución del anegamiento, análisis de la oferta hídrica, regulación de napas, gestión de cuencas integradas, planificación de las regiones hídricas, nuevos marcos legales (efectiva regulación y zonificación de uso del suelo urbano y rural) y presupuestos específicos asoman en el vocabulario para la gestión de los excedentes hídricos.
En la administración del agua aparece el concepto de manejo (no sólo de drenaje), aprovechar las cañadas y los bajos como amortiguadores de crecidas. ¿Llueve más o consumimos menos? Este fue el planteo que dejó Pablo Bollati, del Inta Marcos Juárez; lleva más de un centenar de charlas recientes, en las que explica que si bien los canales son herramientas fundamentales, su rol para deprimir napas incide no más allá de los 180-200 metros laterales. Un cultivo evapotranspirando agua –indica– es más eficiente y no hay nada mejor que su presencia. Las estrategias de mitigación demandan una caja con varias herramientas.