Cifras inciertas en EE.UU. sobre la situación de los cultivos. Enrique Erize

El discutido reporte del USDA del 10 del actual nos encontró recorriendo cultivos y entrevistando empresas con un grupo de 30 productores argentinos en el norte de Illinois (EE.UU.) y en Manitoba (Canadá).


Todos los entrevistados (farmers y comerciales) coincidieron en mostrar sorpresa ante los rendimientos proyectados por el organismo para la cosecha en trámite en los Estados Unidos (maíz y soja).

Es muy probable que hayamos leído la peor opinión del "informante más calificado" del mercado internacional, que está siendo sometido a recortes en su presupuesto por parte del presidente Donald Trump.


Para algunos, esta última circunstancia y algún cambio en la metodología de relevamiento (consecuencia del ajuste) explicarían la sorpresiva opinión. Más allá de esa discusión, el anuncio del Departamento de Comercio estadounidense sobre la imposición de derechos de importación sobre el biodiésel argentino (de entre el 50,29 y el 64,17%) fue la mala noticia de la semana.

El impacto es muy fuerte, toda vez que el 55% de la producción local se destina a dicho mercado, en un negocio de 1200 millones de dólares. Mientras, se espera que el 7 del mes próximo la Unión Europea permita el retorno de los envíos a Europa hacia principios de 2018.


Para el maíz, la historia es distinta. La enorme proporción de maíz tardío de este ciclo se suma a la imponente "safrinha" en Brasil (más de 60 millones de toneladas). Así, el plano externo se presenta complicado y se cumple nuestra consigna de que el maíz tardío es un hallazgo agronómico, pero un problema comercial. Dato fundamental al estimar precios en los cálculos del Excel del forrajero.

El autor es presidente de Nóvitas SA