La renovación, te la debo. Alejandro Borensztein 18-06-2017

Por este camino, el viejo y querido peronismo va a dormir a la intemperie, al menos hasta el 2023.

Año corto, amigo lector. Parece mentira, pero ya llevamos casi 6 meses discutiendo la rosca política de unas elecciones para las que todavía faltan casi 5 meses más, hasta fin de octubre.
Pasado el comicio, las consecuencias del resultado electoral van a rebotar, como mucho, una semana más. Después tenemos 20 días laborables de noviembre, un quincenita de diciembre (la segunda no se cuenta) y cuando te querés acordar perdimos un año entero. Completito.
Nada grave. Si desperdiciamos doce años de bonanza mundial con el kirchnerismo, por un añito más que tiremos a la basura no nos vamos a andar haciendo demasiado problema. Basta la salud.
No lo quiero deprimir, pero es así. Si quiere nos enganchamos y nos entramos a dar máquina con Cambiemos y su Durán Barba, o con el ego de Lousteau, o con Cristina y su Unión de lúmpenes políticos, o con Massa y Margarita. Toda la energía está puesta ahí. Inútilmente.
Aburre seguir dando vueltas alrededor de los egos y las candidaturas, o de las infinitas elucubraciones sobre el futuro del peronismo. Sólo me permito recordar una breve historia.
En 1983, Alfonsín le ganó al peronismo por 52 a 41. Paliza impensada por muchos. Completamente grogui, el peronismo resistió dos años bajo el mandato formal de Isabel desde Madrid, pero bajo la conducción real en el país de Don Vicente Leónidas Saadi, Herminio Iglesias y Lorenzo Miguel.
No conformes con la piña que se habían comido en el 83, insistieron con lo mismo y dos años después, en el 85, se la volvieron a pegar de frente contra los radicales en las legislativas de la provincia de Buenos Aires (41% a 10%). Sin embargo en esa oportunidad, apareció un grupo de peronistas más modernos que los desafiaron por afuera: Cafiero, Grosso, Manzano, De La Sota, Menem. Les fue razonablemente bien. Sacaron el 26%. Comenzaba la llamada “renovación peronista”.
Fue entonces cuando Herminio acuñó su histórica frase: “el peronismo va a volver conmigo o sinmigo”, y se fue a su casa junto a toda la vieja dirigencia de entonces dejándole el paso a los nuevos caciques. Dos años después, en 1987, el Compañero Cafiero le ganaba al radicalismo la gobernación de la provincia de Buenos Aires y en 1989 volvían al poder con el Compañero Carlos Menem.
Conclusión: salvo que Cristina Elizabet Fernández se presente ahora y vuelva a sacar el 54% (la veo complicada) con cualquier otro resultado lo único que va a lograr esta señora es postergar la renovación del peronismo. Por este camino y con ella en el medio diseñando estrategias en la cocina con Máximo, Zannini y Parrilli el viejo y querido peronismo va a dormir a la intemperie, al menos, hasta el 2023. Ella es el tapón perfecto. No permite que entre el aire pero, mientras siga firme ahí, no volvés a descorchar nunca más.
La historia va a ir demostrando que Herminio, Saadi y el Loro (así lo llamaban a Lorenzo Miguel) tenían mucha más inteligencia política que la líder hotelera. Y mucha más dignidad, por supuesto.
¿Cambiemos tiene que festejar por el lío en el que se metió la oposición, como dicen todos? No creo. El horno no está para bollos. Yo que ellos no andaría festejando nada. Inseguridad, malaria económica, los narcos que el gobierno anterior dejó entrar cordialmente al país y un Poder Judicial que le está tomando el pelo a los argentinos han elevado mucho los niveles de hartazgo. Y encima ahora nos damos cuenta que estas PASO terminan siendo una joda.
Nos vamos a gastar aproximadamente 2.600 palos para saber que Carrió en su interna va a sacar el 100% de los votos y que Lousteau en la de él también va a sacar el 100%. Ni te cuento Massa y Stolbizer. Van a arrasar: 100%. Es más, todavía no sabemos quienes van a ser los candidatos de Cambiemos en la Provincia y, sin embargo, ya sabemos que van a sacar el 100% de los votos. Y así con la inmensa mayoría de las fórmulas, los espacios, las alianzas y la mar en coche.
La única interna reconocida es la que va a sufrir Randazzo contra Ishii y tal vez alguno más. Una tristeza. Ya habíamos comprado plateas para ver en el Perón Stadium un partido de Copa Libertadores y vamos a terminar viendo un partidito del Nacional B.
Hay otra internita con gusto a algo en Capital donde el kirchnerismo porteño presenta tres listas. Curiosamente, en la Ciudad de Buenos Aires el kirchnerismo suele tener más candidatos que votantes porque es donde viven los principales dirigentes k pero también la mayor cantidad de ciudadanos que los detestan.
Aunque todavía no se confirmaron los nombres, encabezarían Filmus, Moreno y un tal Hagman que debe ser un buen muchacho pero no lo conoce nadie.
Tampoco entusiasma demasiado saber a quien van a elegir los chicos de Carta Abierta y algún que otro pariente más para que en octubre lo agarre Carrió, le ponga un pancito abajo, un poco de chimichurri, un pancito arriba y se lo devore en un minuto.
Como igual algún diputado siempre entra, preferiría que gane Moreno. Demócratas como Filmus hay muchos en el Congreso, pero un buen facho como el Guille siempre viene bien para que nadie se olvide. Mantiene vivo el recuerdo.
Como ve amigo lector, va a ser un invierno duro. Es un buen momento para bajar los decibeles y tomar un poco de distancia porque vamos a ver mucha pérdida de la realidad y mucha irracionalidad.
Basta con leer el documento de 20 páginas que publicó la ex presidenta para la fundación de su famoso “Frente Unión Ciudadana de no se que corno”. Insólito. El nombre ya estaba registrado, el logo lo chorearon, más improvisados no pueden ser.
El texto describe al gobierno de Macri como si fuera el Proceso Militar y a ella como si fuera Antonio Gramsci. Lo más desopilante es el capítulo dedicado a su plan para combatir la corrupción. Sin palabras.
En ningún lugar del documento explica por qué el 9 de diciembre de 2015 a la noche había 4% de pobres y el 10 de diciembre a la mañana ya había 30%. Macri gato.
Yo sé que usted quiere que tire del hilito y le escriba dos páginas más sobre esto, pero me aburre. Me cansa. Y le confieso que hasta me da vergüenza ajena.
Dejemos que ella siga liberando Latinoamérica con Parrilli y Zannini (Milani no está pudiendo participar momentáneamente) y preocupémonos por lo importante.
Balcarce, venga para acá. ¡Sit Balcarce! ¿Qué pasó, Balcarce? ¿Por qué tantas distracciones? Habíamos quedado en que a los inútiles que organizaron el primer ajuste de tarifas los ibas a pasar a retiro. Nunca te dije que los reacomodaras en el Ministerio de Desarrollo Social. ¿¿Hiciste eso, Balcarce??!! No hay otra explicación para esta burrada que se mandaron con las pensiones por discapacidad. No hay tantos boludos disponibles en la República, Balcarce. Tienen que haber sido los mismos tipos, Balcarce. Eran tuyos y les perdiste la marca, Balcarce. Me descuidaste a Carolina Stanley que es de lo mejor que tiene el famoso “mejor equipo de los últimos 50 años”. Balcarce, te dormiste y dejaste que a Stanley le cabecearan en el área chica. Dos grandotes sin marca entrando solos. ¿Te volviste loco, Balcarce? ¿Te quedaste levantando la mano pidiendo off side? ¿Qué pasa, Balcarce? ¿Te tiene distraído Larreta con el tema de los perros en los restaurantes y toda esa pelotudez?
Vamos Balcarce, ahora te me vas a la Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales. Ahí está el director que dijo que “las personas con síndrome down no necesitan pensiones porque pueden trabajar”. ¡¡Qué necesidad, por favor!! Escuchame bien Balcarce: el colmillo directo al testículo, ¿ok? Y después te lo llevás arrastrando por la Plaza de Mayo hasta el despacho de Marcos Peña. Dejalo tirado ahí, él va a entender.
Es un laburo, Balcarce. No te podés descuidar ni un minuto.