Las subas no se explican por la demanda: hay menor oferta Ignacio Iriarte



Las subas no se explican por la demanda, sino por menor oferta: muchos ganaderos no estaban inscriptos; muchos matarifes, hasta hace poco amparados por la matrícula de los frigoríficos, han reducido su operatoria; y muchos productores, con el campo empastado y con un mercado al alza, postergan sus ventas. 

Con  una oferta que venía creciendo los meses anteriores y una exportación a la defensiva, con un consumo masivo que sigue sin reaccionar y una oferta récord de sustitutos, la suba de precios de la hacienda que se da desde principios de marzo sólo podría explicarse por una caída sensible de la faena y de la oferta de carne, resultante de la entrada en vigencia del “programa antievasión”.
Muchos ganaderos no estaban inscriptos; muchos matarifes, hasta hace poco amparados por la matrícula de los frigoríficos, han reducido su operatoria, y muchos productores, con el campo empastado y con un mercado al alza, postergan sus ventas.
En este primer mes del nuevo sistema de control, hay muchos compradores y también vendedores que no están en condiciones de operar; el faltante de carne se refleja en los valores de Liniers. Muy afectada la comercialización en directo, un número superior al habitual de frigoríficos, supermercados y matarifes –todavía muchos de ellos operando “a caballito” del frigorífico– presionan sobre Liniers y los precios suben. Si esta suba de precios obedece a una reducción circunstancial de la oferta, con el paso de las semanas la oferta acumulada aparecerá y los precios bajarán.
Esta suba no podría explicarse por un aumento de la demanda, sino por una reducción de la oferta. Con la publicación de los datos de faena de marzo, en los próximos días se develará la incógnita. No debe descartarse en el análisis que la suba de precios obedezca no sólo a la nueva normativa, sino también a la reducción estacional de la oferta de los feedlots y al aumento circunstancial de la demanda por el “efecto freezer”. Además de lluvias, feriados largos, paros, piquetes.
Carne débil
A poco más de una semana de estallado el escándalo de la “carne débil” en Brasil, la mayoría de los mercados en su momento cerrados ya han sido reabiertos, limitándose las sanciones a suspender sólo las plantas involucradas (31 sobre 4.700) y a incrementar los controles sobre la carne exportada, tanto en origen como en destino. Se ha movido rápida y eficazmente la diplomacia de Itamaraty, el presidente de la Nación y las empresas multinacionales brasileñas, con un argumento central: es un episodio grave, pero excepcional, que no involucra al grueso de la industria exportadora. Ha actuado también el lobby de los importadores de varios destinos, que no encontrarían en el mercado mundial hoy proveedores alternativos con el volumen ni los precios que tiene Brasil, tanto en carne vacuna, como en cerdo y en pollo. La sanción a las plantas involucradas y los mayores controles sobre la carne embarcada parece ser la conducta más generalizada entre los países compradores. Brasil se movió muy bien y muy rápido, pero los países y las empresas que importan carne brasileña también hicieron lo suyo para que las sanciones no fueran desproporcionadas. De todas maneras, la imagen de la carne brasileña, especialmente en China, Europa y Estados Unidos, pagará un precio por este episodio.
Existencias
Según han adelantado funcionarios del Senasa, el stock ganadero a fines de marzo se ubicaría cerca de un millón de cabezas por encima de un año atrás. En algún momento, a mediados del año 2016, se proyectó un incremento en las existencias cercano a los dos millones de cabezas, pero luego, el aumento de la faena y de la mortandad por inundaciones o incendios, y una parición algo menor a lo esperado, se combinaron para recortar el aumento proyectado del stock. Este podría totalizar hoy unos 53,6 millones de cabezas, con unos 23 millones de vacas y unos 14-14,5 millones de terneros destetados. De confirmarse estos datos, se corroboraría que la fase de retención pierde intensidad.