La marcha contra el helicóptero. H. Gambini

 Las redes sociales pueden transformar los emoticones de indignación en gente de carne y hueso marchando por la calle.

No hay comparación entre aquel féretro de cartón prendido fuego por Herminio Iglesias en el exultante palco de quienes se preparaban para tomar el poder en el retorno a la democracia, en 1983, y el helicóptero de cartón que apareció en un par de las marchas de este marzo agitado que acaba de despedirse. Pero está claro que la concentración espontánea de miles de ciudadanos en la Plaza de Mayo -y en los centros de Salta, Córdoba, Mendoza, Rosario, Santa Fe y Tucumán, entre otros sitios de todo el país- fue contra el helicóptero.
El helicóptero es un símbolo de la salida anticipada y abrupta del poder desde aquellos días tormentosos que marcaron el fin del gobierno de Fernando de la Rúa. Mucho antes, del mismo modo se había ido del gobierno Isabel Perón, detenida por la dictadura que usurpó el poder en el 76.
Ahora, la multitud autoconvocada para el extraño momento de una tarde soleada de sábado sorprendió al propio Gobierno, que había intentado despegarse del llamado, acaso imaginando una caminata tibia de algunos cientos de ciudadanos aplaudiendo con simpatía y de otros tantos que, más que eso, no quieren saber nada con volver a los días del kirchnerismo.
Atención a un dato generalmente subestimado: de nuevo comprobamos que las redes sociales son capaces de transformar los mensajitos y emoticones de su microclima de indignación en gente de carne y hueso marchando por la calle.
Hubo tres horas en las que miles de ciudadanos fueron a encontrarse entre sí "para defender la democracia". Si lo hicieron fue porque sintieron que estaba en peligro. Vieron con pocos días de diferencia el símbolo temible del helicóptero de cartón, el discurso incendiario de Hebe de Bonafini el Día de la Memoria (dijo basta de ser democráticos) y, poco después, al referente de una de las CTA, Pablo Micheli, conjugando el verbo "caer" para referirse al modelo económico. Si alguien pide que caiga el modelo podría estar pidiendo que caiga el gobierno. Micheli pudo haber usado el verbo "cambiar" para referirse a la economía, pero eligió la palabra prohibida.
Los marchantes del sábado cantaron algunas consignas al pasar. Hubo una contra Baradel, el líder de Suteba que mantiene el paro de los maestros en la Provincia sin haber debilitado a la gobernadora Vidal, sino todo lo contrario. Firme en su posición, ella explicó una y otra vez sus argumentos en programas de TV que se la disputaron con insistencia: con ella, a todos les subió el rating.
Otra consigna de la marcha fue "devuelvan la plata". Los bolsos voladores de José López, las imágenes del hijo de Báez contando millones en La Rosadita y los seis millones de dólares cash en la caja de Florencia Kirchner son, a esta altura, tan símbolos de la corrupción como el helicóptero de un gobierno interrumpido.
A las 20.49 Macri tuiteó Sí se puede, con una foto de la plaza y un corazón. La marcha ciudadana le dio aire y, quizá, algo de tiempo extra para esperar la mejora de la microeconomía, donde las cuentas y el ticket del supermercado marcan las horas del humor social. Quizá hasta los primeros fríos del invierno, cuando lleguen los nuevos aumentos del gas.
Media hora después, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, señalaba que ahí, en esos manifestantes, "están nuestros jefes". Y, enseguida, que "la gente salió a expresarse como hace mucho no ocurría". El oxígeno no debería dar ceguera: aunque haya recibido una celebrada brisa de cola, el Gobierno también gobierna para los que van a parar este jueves.