Elecciones 2017: la gobernabilidad de los próximos dos años

La Argentina tiene una tradición presidencialista, por la cual difícilmente los resultados electorales se cuentan por cantidad de bancas. Es la cantidad de votos lo que define por lo general el resultado y probablemente ello sucederá con la elección legislativa que tendrá lugar el 22 de octubre.

En una visión legislativa, puede anticiparse que Cambiemos sumará tanto senadores como diputados. Es que tanto en la elección de senadores nacionales de 2011 como en la de diputados nacionales de 2013 -son las bancas que se renuevan en 2017-, el PRO no compitió como fuerza nacional, razón por la cual renueva muy pocos legisladores. Ello no sucederá con el radicalismo, que renovará gran parte de las bancas que tiene.

Pero este crecimiento no permitirá a Cambiemos llegar a la mayoría en ninguna de las dos cámaras. Por esta razón, no habrá un efecto decisivo, que permita al oficialismo independizarse de la negociación con distintos sectores del peronismo en el Congreso. En una elección de medio mandato, es ganar o perder la provincia de Buenos Aires lo que define el resultado. Así fue en 2009, cuando la victoria de Francisco de Narváez por 2 puntos dio el triunfo a la oposición y en 2013 cuando Sergio Massa se impuso por 7 a Martín Insaurralde.

En ambas circunstancias, el kirchnerismo intento sin éxito convencer de que había ganado la elección nacional, porque en la suma del país habia sacado más votos que De Narváez o Massa, cuyas fuerzas políticas eran en esos momentos alianzas bonaerenses y no fuerzas nacionales.

Estas elecciones, no tienen segunda vuelta y tienden a ser menos polarizadas. Ni De Narváez ni Massa alcanzaron el 40% de los votos en sus respectivas victorias.

Las elecciones bonaerenses tienen también antecedentes históricos que las hacen relevantes. En los cuatro gobiernos no peronistas electos desde que el peronismo llegara al poder por primera vez en 1946, las respectivas crisis que impidieron terminar el mandato tuvieron lugar tras perder el oficialismo la provincia de Buenos Aires.

Sucedió así con Frondizi, en marzo de 1962; con Illia, que en 1965 también perdió la provincia frente al peronismo; con Alfonsín tras la derrota en 1987, generada por el triunfo de Cafiero en el distrito más importante del país, y con De la Rúa en 2001, que en octubre perdió la provincia cuando Duhalde se impuso sobre Alfonsín en la elección para senadores nacionales en la provincia.

La historia no sirve para pronosticar matemáticamente lo que va suceder, pero da una referencia y a veces genera percepciones.

Lo mismo sucede con la importancia de la elección previa a la presidencial como antecedente de ella. Entre las siete elecciones presidenciales realizadas desde que se reestableció la democracia en 1983, en seis lo que sucedió en la previa a la presidencial anticipó lo que tendría lugar en ella.

Sucedió así con las victorias del peronismo en las presidenciales de 1989, 1995, 2003 y 2007. También con las victorias de De la Rúa en 1999 y la de Macri en 2015. La única excepción es la victoria de Cristina en 2011, tras la derrota de Kirchner en las legislativas de 2009. Una fuerte recuperación económica tras la crisis económica global y el efecto político a su favor que generó la muerte de Néstor Kirchner explican la excepción.

A siete meses de la elección, la movilización del en apoyo del gobierno del sábado 1 de abril, permite al gobierno retomar la iniciativa, tras semanas de haberla perdido. Revisa su postura de que lo importante es lo que sucede en las redes sociales y no en la calle, sino que ellas adquieren valor cuando son capaces de movilizar, como ha sucedido ahora y en las protestas contra el Kirchnerismo entre 2012 y 2014. Pero la pregunta central que queda es si el éxito que acaba de obtener el oficialismo, lo llevará a reforzar su estrategia de polarización que se inicia con el discurso del 1 de marzo en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, o puede abrir otras alternativas.





Rosendo Fraga es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría