El USDA publicó esta
semana un avance de su “Baseline Scenario” con proyecciones para el
agro estadounidense de cara a la próxima década. De los principales
cultivos analizados, se destaca la caída tendencial en la superficie
sembrada con maíz y trigo de aquí al 2026, que será sólo parcialmente
compensada con más área de soja, redundando en una caída de la
superficie agrícola norteamericana. Para los tres cultivos se prevé un
ajuste de la oferta en relación a la demanda, aunque sería el trigo el
grano en el que ello más se manifieste, con una caída de la relación
stock/consumo del 50,4% al 28,8% para el 2026.
En
la semana que pasó, el USDA difundió un avance de sus estimaciones a
largo plazo para el agro estadounidense, cuya versión completa se dará a
conocer en febrero próximo. Analizaremos en el presente artículo
algunas de las conclusiones más sobresalientes del reporte.
1- El área agrícola
habría tocado un máximo en Estados Unidos este año 2016, y comenzaría a
caer a partir de allí. Para el año 2026, los 8 principales cultivos
(soja, maíz, trigo, sorgo, cebada, avena, arroz y algodón) ocuparán en
total un 4% menos de superficie.
En el año
2016, se sembraron con maíz un total de 38,2 millones de hectáreas, 33,6
millones con soja y 20,3 millones con trigo. El “resto” de los cultivos
sumaron 10,4 millones de hectáreas, respectivamente. Las proyecciones
del USDA para el 2017 son 36,4 millones de hectáreas de maíz (con una
caída del 5%), 34,2 millones de hectáreas de soja (por el contrario,
ocuparía un 2% más de área) y 19,6 millones de hectáreas de trigo (-3%
respecto al año que termina) y 10,1 millones del resto de los cultivos,
que cederían el 3% de superficie.
Para el año
2026, en comparación con este 2016, los porcentajes respectivos de
variación en el área sembrada serán -9% para maíz, +1% para soja, -1%
para trigo, y -8% en el caso del resto de los cultivos. En este
escenario, la superficie agrícola total en EE.UU. caerá un 2% el año
próximo, pasando de 102,6 a 100,4 millones de hectáreas, y un 4% en los
próximos 10 años, hasta los 98,5 millones de hectáreas.
De
efectivizarse estas previsiones, el maíz perdería dos puntos
porcentuales de participación en la superficie agrícola estadounidense
en la próxima década (pasará del 37% al 35%), en manos de la soja que
subirá del 33% al 35%. El trigo se mantiene invariable con un 20%, al
igual que el 10% del resto de los principales cultivos.
2- En el caso del maíz,
las cifras difundidas por el USDA muestran que lo sucedido este año,
cuando la oferta aumentó proporcionalmente más que la demanda, comenzará
a revertirse a partir del año próximo, tendencia que continuaría en la
próxima década. Para el 2026, la variación prevista en la oferta
estadounidense es de -2%, mientras que el uso total crecería un 2%. Así,
la relación stock/consumo caerá casi 4 puntos porcentuales, pasando de
16,5% a 12,7%.
La notable suba del 12% en el
volumen producido de maíz en Estados Unidos la campaña 2016/17 actual,
que alcanzaría los 414,4 millones de toneladas merced a una suba del 7%
en el área sembrada y del 4% en el rinde ha redundado en un avance de la
oferta total del orden del 10% respecto del ciclo anterior. La demanda,
sin embargo, sólo habría aumentado un 5% sostenida especialmente en un
mayor uso del grano para forraje.
Frente a
este escenario, el USDA estima que los stocks finales de maíz en Estados
Unidos terminarán el año comercial actual casi un 40% por encima de lo
que cerraron el ciclo anterior, con más de 65 millones de toneladas. Con
estos números, el ratio stock/consumo total subiría de un 12,7% en el
año 2015/16 a un 16,5% en el 2016/17.
Para el
año 2026, en cambio, las previsiones del organismo apuntan a una caída
en la oferta total del orden del 2%. Sucede que el maíz perdería un 10%
en superficie, que no lograría ser compensada con la mejora del 8% de
rindes. Del lado de la demanda, el uso total aumentaría un 2% apoyado en
el aumento de la demanda para forraje, que crecería un 8%. Sin embargo,
tanto el uso para etanol como las exportaciones caerían en los próximos
10 años, un 3% y un 2% respectivamente.
En
este escenario, los stocks finales proyectados pasarían de los 65,4
millones de toneladas en el ciclo actual a 51,3 millones en la campaña
2026/27, una caída del 22%. Con estos números, la relación stock/consumo
caería menos de tres puntos porcentuales en 10 años, pasando de 16,5% a
12,7%, el mismo número que tenía la campaña anterior 2015/16.
3- Para la soja el
USDA estima que luego del fuerte empujón de la oferta en la actual
campaña 2016/17 el año próximo caería la producción ya que si bien el
área sembrada crecerá un 2%, el rinde vuelve a niveles más cercanos al
promedio histórico. De aquí a 10 años, en tanto, el área sojera podría
sumar un 2% adicional de hectáreas, pese a lo cual la mayor demanda de
poroto para su procesamiento (que crecería un 10%) ajustaría un 25% los
inventarios finales, y la relación stock/consumo se ajustaría para 2026.
Partiendo
de los 118,7 millones de toneladas de soja que Estados Unidos cosechó
en la actual campaña 2016/17, el USDA estima que en 10 años el output
estadounidense sólo estará en condiciones de sumar un millón de
toneladas más. Si bien el crecimiento del área sembrada subirá
porcentualmente por encima de ello, los rindes tendenciales no
admitirían una suba más pronunciada de la producción.
Del
lado de la demanda, todos sus componentes están llamados a crecer en la
próxima década, liderados por el procesamiento interno que aumentaría
un 10% hasta los 58 millones de toneladas. Las exportaciones sumarían
otro 5% a 58,5 millones y semillas y uso residual otro 3% hasta los 3,6
millones de toneladas.
Con un incremento de
la cantidad demandada que sobrepasaría al de la oferta, los stocks
finales que proyecta el Departamento de Agricultura para el año 2026 se
ubican un 25% por debajo de los que dejaría la campaña 2016/17, en
apenas 9,8 millones de toneladas, y ajustando con ello la relación
stock/consumo del 11,7% actual al 8,2% para el 2026.
Una
nota final merecen los subproductos del complejo sojero. La suba del
10% en el volumen de crushing durante la próxima década permitiría
aumentar un 11% la producción de aceite y un 10% la de harina. La mayor
parte del incremento del primero será destinada a abastecer el mercado
externo (las exportaciones proyectadas aumentarían un 14%), mientras que
el uso para la fabricación de biodiesel apenas aumentaría un 7%. Para
la harina, en tanto, el principal componente del consumo que incrementa a
10 años vista es el uso doméstico, principalmente como alimento
forrajero, que crecería un 14% ya que las exportaciones se mantendrían
mayormente invariables.
4- El trigo es
el cultivo cuya oferta más se ajustaría en Estados Unidos en la próxima
década. Según el USDA, la provisión del cereal norteamericano podría
perder un 14% de su volumen en 10 años. Ello, combinado con una leve
suba del 1% del lado de la demanda, daría lugar a un inevitable y
profundo recorte de los inventarios que están llamados a caer un 43% de
su volumen, ajustando la relación stock/consumo del 50,4% actual al
28,8% para el 2026.
La combinación de una
pérdida del 4% en el área sembrada con trigo en la próxima década y un
rinde un 4% menor (más cercano a su nivel tendencial) daría como
resultado una caída en la producción estadounidense de todo tipo de
trigo del 8% hasta los 58 millones de toneladas. Así, pese a que las
importaciones del cereal crecerían nada menos que un 21%, la oferta no
podrá escapar a una corrección del 14% hasta los 80 millones de
toneladas.
Con la menor provisión, el uso que
más sufrirá será el forrajero que caería un 35%, mientras que el uso
como semilla caería un 3%. Sólo el consumo para alimento humano
mostraría un recorrido alcista del orden del 5%, mientras que las
exportaciones crecerían un 6%. Así las cosas, sopesando ganancias y
pérdidas, el uso total crecería a lo largo de estos 10 años un 1%.
El
ajuste en los stocks finales se vuelve inevitable. De los 31,1 millones
de toneladas de la campaña actual se pasaría a 17,9 millones en la
2026/27, un 43% por debajo. Así, la relación stock/consumo que hoy
alcanza un máximo histórico de 50,4% pasaría en 10 años a 28,8%.
5- Otras tendencias
interesantes para la próxima década se refieren a indicadores
macroeconómicos estadounidenses y mundiales, que detallaremos a
continuación:
i- La inflación en Estados Unidos
se duplicaría el año próximo, pasando del 1,3% del año actual (por
encima del 0,1% del 2015) a 2,3% en el 2017, quedándose estática en
dicho valor a partir de allí, siempre medido en términos de la variación
del índice de precios al consumidor. Este salto en el nivel general
precios resulta consistente con la política que abiertamente declara que
va a implementar el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Habrá que ver si, efectivamente, el salto en el IPC es de una sola vez
en el próximo período, para estabilizarse luego durante 9 años.
ii- El precio del petróleo
comenzaría a recuperarse a partir del año próximo, luego de tocar un
mínimo relativo en este 2016. Para el USDA, en los próximos 10 años, el
crudo podría subir un 126% desde los niveles actuales.
iii- Las tasas de interés
para los bonos del Tesoro a tres meses, que hoy se ubicarían en torno
al 0,29% (por encima ya de los 0,06% del año 2015), profundizarían su
tendencia alcista a lo largo de la próxima década, para alcanzar en el
2026 un valor de referencia del 3,0%.
La
trayectoria alcista de las tasas de interés y de inflación podrían dar
por resultado un fortalecimiento del dólar en el mundo, aunque ello
dependerá de quien gane la carrera entre ambas variables: si el interés
de referencia sube más que la inflación, el dólar se revaluará frente a
las principales monedas del mundo, mientras que caso contrario éste
tenderá a caer. Este punto deberá ser seguido muy de cerca para todos
los que nos interesamos en el análisis de la política monetaria
estadounidense a largo plazo por su gran efecto sobre los precios de los
commodities agrícolas ya que un dólar más caro normalmente se asocia a
presión bajista sobre los precios de nuestros principales productos de
exportación.
iv- Finalmente, el USDA publica sus proyecciones para el crecimiento económico mundial
con miras a los próximos 10 años. Según el organismo, a nivel mundial,
la tasa de aumento del PBI pasaría del 2,3% del 2016 a un 2,9% promedio,
entre 2017 y 2026 previendo un buen impulso de la economía
estadounidense que del 1,8% de crecimiento previsto este año pasaría a
un 2,1% promedio en la próxima década.
Para la
economía argentina, en tanto, el USDA valúa la caída del 2016 en -1%,
asumiendo una rápida recuperación del orden del 2,3% en el 2017 y 3% en
2018, aumentando progresivamente hasta el 3,3% al cabo de un lustro.
Brasil, en tanto, parte de niveles más acuciantes de deterioro de la
actividad, con una caída del PBI del 3,3% este año que comenzaría a
revertirse y pasar a terreno positivo ya a partir del año próximo, para
acabar en el 2020 con un crecimiento del 2,6%.
Para cerrar, es interesante ver en detalle el caso de China que, según el USDA, afianzaría su tendencia actual hacia un soft landing
pasando de un crecimiento anual promedio en la década del 2000’ del
10,5% a uno del 5,4% entre los años 2017 a 2026. El crecimiento
proyectado para el 2016 ha quedado en 6,5%, cayendo a partir de allí
hasta el 5,5% en el 2020.