El paradigma
económico instalado en 2016 ha tenido repercusiones en la asignación del
ahorro en pesos. La participación de los plazos fijos de más de $ 1 M
en el total ha caído casi 20 puntos porcentuales desde 2014, mientras
que las colocaciones de personas físicas han visto un marcado
incremento.
Información
correspondiente al balance consolidado del sistema financiero doméstico
publicada por el Banco Central de la República Argentina nos permite
apreciar un cambio de actitud con respecto a las colocaciones a plazo
fijo en pesos entre los depositantes. A fines de noviembre de 2016, el
total de depósitos a plazos fijos en moneda nacional era de unos $
607.500 millones, con un crecimiento interanual de poco menos de un 28% y
que ciertamente representa un retroceso en términos reales. Ello no
debería sorprender a nadie considerando que las tasas pagadas por estas
colocaciones se mantuvieron en niveles relativamente bajos o negativas
cuando se tiene en cuenta la inflación, pero existen otras dinámicas
subyacentes que vale la pena destacar.
En
primera instancia, la participación de los plazos fijos de más de un
millón de pesos sobre el total ha caído a lo largo de los últimos dos
años hacia el orden del 50% tras haberse colocado casi invariablemente
por encima del 60% desde principios de 2010, e incluso acercándose al
70% en ocasiones. Esta dinámica puede verse claramente en el siguiente
gráfico:
Este
comportamiento llama la atención a primera vista considerando el
crecimiento del dinero circulante y los precios a lo largo del mismo
período, los cuales apuntarían a un mayor tamaño medio de depósitos. No
obstante, un análisis más detallado nos permite acercarnos a las razones
tras este fenómeno.
Dentro de los depósitos a
plazo fijo realizados por el sector privado no financiero, que a
septiembre de este año representaban aproximadamente un 85% del total,
el crecimiento de las colocaciones cuya titularidad corresponde a
personas físicas se presenta como uno de los factores explicativos de
dicha tendencia. La participación de los mismos dentro del total de
plazos fijos del sector privado creció de un 51% a un 65% entre fines
del año pasado y septiembre del 2016. Ha sido el aporte de este grupo
(con $ 102 mil millones en nuevos depósitos) el que ha motorizado el
incremento de los plazos fijos, logrando compensar una caída de $ 31 mil
millones en las colocaciones realizadas por personas jurídicas.
Dado
el perfil de las colocaciones correspondientes a personas físicas, con
sólo poco más del 14% del capital impuesto correspondiendo a depósitos
de más de un millón de pesos, es natural que seamos testigo de un
retroceso en la participación de estos últimos sobre el total. En
contraste, los fondos depositados a plazo fijo en pesos por parte de
personas jurídicas se componen en más de un 90% de colocaciones. En el
caso de las prestadoras de servicios financieros, dicho guarismo se
coloca en promedio por encima del 99% para los primeros tres trimestres
del 2016.
No obstante, dentro del subgrupo
correspondiente a personas físicas, la distribución de fondos según
tamaño de depósito es más acorde al crecimiento nominal del circulante
monetario. Entre el primer trimestre de 2015 y el tercer trimestre de
2016, los depósitos de más de $ 250.000 pasaron de representar un 41,7%
del total a alcanzar un 51,3% del total. El siguiente gráfico presenta
una imagen más detallada de la situación anteriormente descripta.
Esta
dinámica podría, hipotéticamente, identificarse como un efecto
secundario de la política monetaria y el incremento de las tasas pagadas
por las Letras del Banco Central. Aquellas personas jurídicas con
grandes cantidades de capital inmovilizado encontraron un alto costo de
oportunidad de estacionar dinero en aquellas colocaciones, mientras que
los particulares, con menos conocimiento de las alternativas vigentes
dentro del sistema financiero, podrían haber decidido incrementar su
exposición al peso en un período con un dólar más estable a través de
los plazos fijos.