Con costumbres viejas y oxidadas

 
 
Ocurrió en Benito Juárez. Como se sabe, un funcionario que se precie nunca pierde la ocasión de ofrecer palabras de optimismo en el festejo de una inversión. Es un espectáculo repetido que a veces por la tentación que ofrece el micrófono se degenera en largos parlamentos que caen en una infinidad de lugares comunes. A pesar de que se trataba de una apuesta de más de un millón de dólares, Jorge Schrodek, jefe de gabinete del Ministerio bonaerense de Agroindustria, decidió actuar a contramano de esta costumbre cuando le tocó hablar en la inauguración de la planta de balanceados de la familia Camio. Fue crudo, directo y economizó palabras para diagnosticar la actualidad en la que se mueve la producción de alimentos. "Nuestro país está viejo, corrupto y oxidado", afirmó.
Ninguno de los cerca de 200 comensales que escuchaba a Schrodek se atragantó, un poco porque ya estaban a la altura de los postres y otro poco porque los tres estados de decadencia mencionados ya son parte de la vida diaria.
Que la sociedad está vieja y necesita de un cambio y renovación de conductas fue observado por Peter Ravensbergen, el especialista holandés en agrologística en su reciente gira por nuestro país, donde visitó explotaciones hortícolas de Río Negro y el cordón de la ciudad de La Plata, el Mercado Central y participó en distintas reuniones con funcionarios y productores. Más allá de que confirmó la falta de transparencia en toda la cadena comercial de frutas y verduras, lo que más sorprendió a Ravensbergen fue la particular mecánica que se establece cuando los argentinos se sientan a una mesa para intentar solucionar un problema. "Por lo que pude ver aquí, las reuniones no son para trabajar, sino para discutir o para acusar. Nadie se hace responsable de nada", confesó alarmado. De más está decir que lo que registró Ravensbergen es trasladable al resto de las actividades productivas del agro.
El especialista holandés en agrologística está convencido de que estas conductas pueden comenzar a cambiar en la medida en que se redefina las responsabilidades entre lo privado, lo público y las universidades. Y realizar un trabajo enfocado en identificar los problemas y ver cómo se pueden arreglar. Ravensbergen, que viene de trabajar en México, donde reformuló el sistema para otorgar mayor transparencia a la cadena hortícola y posiblemente se sume al trabajo del gobierno por impulsar la horticultura en el país, es optimista a medias con el caso argentino. "Tienen los recursos, tienen la gente con conocimientos, pero no tienen organización. Parten de un grave problema: no hay capital social. No es problema de hardware, ni de software, es tener mayor confianza entre las partes para poder trabajar juntos. Hay que reconstruir la confianza y ser confiable en todos los eslabones de la cadena. ¿Cómo hacerlo? Bueno, compartiendo las buenas prácticas y experiencias. Aprendiendo a interactuar".
Y dejó un mensaje para los productores y empresarios: "Aquí el sector privado espera las soluciones, pero no opera, no desarrolla lo suficiente. Hay que cambiar la mentalidad y todo el funcionamiento en general". En teoría y según un trabajo del INTA, la cadena frutihortícola puede dar un gran salto en los próximos tres años: un crecimiento del 90% en hortalizas y del 35% en frutas.
En cuanto a que el país además de viejo está corrupto, basta con darse una vuelta por los puertos y la aduana para comprobar cómo funciona el sistema de peaje privado. Como el "pedido" que recibió esta semana un empresario que viene arrastrando varias semanas de demora en los depósitos de la Aduana por equipos de energía alternativa traídos de Alemania. Más allá de los planes de escritorio, ganar competitividad también es enfrentar las covachas que siguen funcionando en la estructura del Estado.
Y que el país está oxidado porque algunos engranajes están atascados puede dar cuenta el fabricante de maquinaria agrícola Víctor Juri. "Tener una pyme duele", llegó a afirmar quien es uno de los mayores empleadoras de Carmen de Areco. Como el resto de sus pares , Juri se encuentra sometido a una combinación letal: falta de financiamiento, excesivo peso impositivo y la maraña burocrática. Todavía quedan muchas empresas fuera de los beneficios de la ley pyme.
Remover el estado de vejez de hábitos y conductas, de corrupción y de oxidación del sistema es quizá la única solución de largo plazo para tener competitividad en todas las cadenas del agro.