La siembra, más allá de la intención. Diego de la Puente

Mientras el avance de la cosecha estadounidense continúa su curso, el mercado internacional se apresta a recibir una nueva estimación por parte del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. A criterio de analistas y operadores de Chicago, la producción proyectada volvería a incrementarse en el caso de la oleaginosa, al tiempo que, en el caso del forrajero, lo haría por primera vez y luego de dos meses de recortes.
Sin embargo y más allá de la "bonanza" productiva que ya se venía previendo en las cosechas estadounidenses, la finalidad del presente artículo no es seguir ahondando en tan trillado tema, sino más bien comenzar a vislumbrar lo que podría acontecer en materia de intención de siembra y de área sembrada en América del Sur, especialmente en nuestro país.
Naturalmente, existe una marcada diferencia entre lo que un productor desea sembrar (intención) y lo que finalmente logra implantar. Sea por cuestiones climáticas, presupuestarias o financieras, entre la intención y la realidad hay un largo trecho.
El clima puede condicionar el avance de la campaña
El clima puede condicionar el avance de la campaña. Foto: Archivo
Si comenzamos por el trigo, se nota claramente que la intención de siembra fue muy superior a lo que finalmente pudo sembrarse. Originalmente se estimaba un crecimiento en el área implantada de un 25%, situación que el clima no logró materializar. De las algo más de 3,8 millones de hectáreas de la campaña 2015/2016 se pasó en esta temporada a algo así como 4,4 millones, con un incremento de sólo el 15 por ciento.
En el caso de la gruesa, la cuestión es un tanto más compleja. En un principio, la eliminación de las retenciones a todos los granos, con excepción de la soja, dejaba un camino abierto para que, ahora con mejores precios relativos para el maíz y el girasol, la balanza se volcara hacia estos dos productos. Es así que cuando los valores del maíz para la posición de cosecha del próximo año se ubicaron en torno de los 170/180 dólares por tonelada, algunos guarismos ubicaron la intención de siembra del forrajero en el orden del 40% por encima del ciclo anterior. Luego, con la caída de los precios internacionales esa intención de crecimiento bajó a cerca del 25 por ciento.
En el caso del girasol, la realidad parece haberse mantenido un poco más respecto de la intención original y el aumento rondaría el 15 por ciento.
Si bien crece el área implantada con ambos cultivos, dicho incremento resulta menor a lo estimado inicialmente. Teniendo en cuenta esa premisa, pareciera interesante dejar planteados dos interrogantes: ¿Bajará tanto el área de soja como se pensaba originalmente? Y, en segundo término, ¿el mercado global ya empezó a tomar estas cuestiones en los actuales precios? Para seguir con atención.