Las causas del batacazo de los CREA

Félix Sammartino LA NACION

Después de la demostración de fuerza que realizó esta semana el movimiento CREA con la gran convocatoria de productores, empresarios, políticos y funcionarios en su Congreso, hay que preguntarse seriamente: ¿cuál es su fórmula?
"El mejor secreto que tienen los productores argentinos es que no tienen secretos." Fue la mejor conclusión que eligió el norteamericano Jason Clay, vicepresidente de World Wildlife Funds (WWF) para cerrar una de las participaciones más comentadas de la primera jornada del Congreso. Y quizás sea también la que mejor explica el fenómeno que se viene desarrollando con este movimiento de productores que desde 1957 vienen compartiendo abiertamente la información de sus establecimientos al adoptar una metodología de trabajo traída de Francia por su fundador, Paul Hary.
Esta propuesta, cercana a la cristiana "es mejor dar que recibir", genera evidentemente una mística entre sus integrantes que supera a la de cualquier entidad gremial. De ahí la constante alusión que hacen a los valores CREA, a los que también se refirió el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en el discurso de inauguración del encuentro.
Para preservar la mística, los dirigentes CREA han sido muy cuidadosos en no dejar atascado al movimiento en los problemas que hacen a la renta empresaria, las técnicas o el aumento de la productividad. Y han mantenido una prudente distancia de los reclamos sectoriales. El esfuerzo estuvo puesto siempre en tener una mirada de mediano y largo plazo y adelantarse a lo que viene. A pesar de que algunas indefiniciones en el corto plazo en momentos que las papas quemaban les valiera críticas y recriminaciones, el rumbo que se impusieron les terminó redundando en un activo muy preciado: la muy buena imagen del movimiento. La construyeron a fuego lento y sin demasiados aspavientos.
Lo cierto es que la fórmula CREA ha sido por demás exitosa y explica el nivel de convocatoria logrado esta semana en su Congreso, el primero que se realiza en Buenos Aires. Fue un verdadero batacazo. Asistieron 7000 personas pero quedó mucha gente enojada por no poder asistir al superarse el cupo. A lo que hay que agregar las figuras que participaron como el ex presidente de Chile, Sebastián Piñera, la vicepresidenta Gabriela Michetti o empresarios como Paolo Rocca, presidente y CEO del Grupo Techint.
Hay que entender también que los grupos CREA se vienen moviendo a un ritmo muy particular. Crecen silenciosamente hasta que cumplido el tercer año pegan un campanazo con sus Congresos, para que tanto propios como extraños descubran sus nuevas dimensiones.
Después de esta última demostración es indudable que el movimiento CREA adquirió un peso político relevante. "No hay duda que hoy generamos lazos que antes no teníamos" afirmaba un dirigente CREA que prefirió el anonimato, al referirse al nivel de políticos y empresarios que se dieron cita. "Todos quieren estar aquí, para ver y ser vistos", fue otra de las observaciones.
No es casual entonces que muchos de sus integrantes y técnicos se encuentren hoy con altas responsabilidades en el Ministerio de Agroindustria. La conciencia de este mayor peso político del movimiento CREA hizo que incrementaran el celo y el control de sus declaraciones públicas. Si antes eran medidos, ahora lo son aún más.
En este ritmo con que se mueve el movimiento, los Congresos cumplen además una función vigorizante. Como en ediciones anteriores, se espera que los productores CREA, después de haber ingerido el energizante de este año que llevó como lema "La re-evolución de la empresa", tengan las pilas cargadas para enfrentar los desafíos de la producción.
Para lograrlo, durante las tres jornadas del Congreso se descargó una amplia batería de charlas, algunas en el extremo de lo que puede ser un área de interés agroempresario como "Las neurociencias y las decisiones para la transformación" o "El futuro del futuro". Sin embargo, todas tuvieron la intención de dejar en claro que los grandes cambios que están ocurriendo en el mundo no pueden dejar indiferentes a los productores. Para su crecimiento necesitan de una nueva cultura empresaria. Agregar valor, innovación y tecnología en las empresas ya no son cuestiones optativas sino centrales.
En este sentido, el Congreso de los CREA fue otro buen disparador de la agenda que se viene.