Recordamos a un emblema del gremialismo rural

El lunes 1 de agosto de 2005,  hace ya 11 años,  falleció en Buenos Aires Ardelio Ballario,  tenía 76 años y una larga trayectoria como dirigente y productor rural.

Fue intendente de Marcos Juárez e ingresó al gremialismo rural en la Asociación de Productores Rurales de Marcos Juárez, de la que  fue presidente entre 1975 y 1985.

Fue durante dos períodos presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez) y trabajó, aunque sin desempeñar cargo alguno, para Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).

El 5 de septiembre de 1995 asumió como diputado provincial en reemplazo del fallecido Miguel Correa. La Cámara de Diputados, sin distinciones políticas o ideológicas, se levantó en su totalidad para aplaudirlo. También fue colaborador del gobernador Arturo Zanicchelli.

En 2001 editó un libro que tituló: “El ruralismo argentino: política nacional o fundamentalismo de mercado” donde plasmó sus ideas, convicciones y vivencias.

La Asociación de Productores Rurales de Marcos Juárez presentará el miércoles 3/8 al Concejo Deliberante  el pedido para que  una de las calles del loteo Paseo de las Colonias lleve su nombre.

A pocos días de su desaparición física, Dolores Pereira Duarte escribió para La Nación:

Ardelio Ballario era un hombre del sector agropecuario, así se definía él mismo. Alejandro Brussa, secretario de la Asociación de productores Rurales de Marcos Juárez, la ciudad donde nació, y desde donde desarrolló su carrera, lo recuerda como a un dirigente de discurso duro, comprometido, que "no se callaba nada, era frontal, y profundo".
Brussa recuerda haberlo acompañado en duras jornadas de discusiones por políticas agropecuarias. "Decía sus discursos con tal altura intelectual y señorío, que sus contrincantes no podían más que bajarse de los estrados donde hubieran discutido para saludarlo."
Desde muy joven abrazó las ideas desarrollistas, fue un reconocido dirigente del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), y era un convencido de que la prosperidad nacional sólo se lograría a través de una política productiva pensada a largo plazo, políticamente integrada, inclusive, donde los diferentes sectores económicos se articularan y trabajaran en conjunto.
Tuvo tres hijos y varios nietos. Pasó sus últimos días entre ellos. Viajando entre Buenos Aires y Marcos Juárez, entre diarios y libros, entre historia política y economía. Era un voraz lector que además tenía el don de pensar y de ejecutar sus ideas. En 2001 publicó el libro El ruralismo argentino. Nunca hizo una presentación de ese trabajo. En sus primeras páginas se puede ver la disposición que frente a la sociedad tenía este dirigente.
El libro está dedicado, en primera instancia, a los productores agropecuarios, en especial a los que sufren inundaciones, a Carmen, su compañera de los últimos días, y a sus hijos. En esa misma dedicatoria Ballario dice: "Es cierto que nuestro país, privilegiadamente agropecuario, no valora el esfuerzo del campo, pero es cierto también que tampoco nosotros valoramos adecuadamente la importancia de la industria y el trabajo nacional".
Brussa recuerda con orgullo que Ballario tenía los mejores contactos en el mundo rural y en el ambiente de dirigentes políticos y empresariales, pero nunca aprovechó estas influencias para obtener un rédito personal. Siempre pensó y trabajó por los productores, especialmente los pequeños y medianos.
No se trataba de un improvisado; era un intelectual y a la vez un hombre de acción que llevaba sobre sus hombros el compromiso con su gente.