Con el 2% de suba de
julio, el IPC acumula un alza del 9,3% entre mayo y julio. Si bien con
ello ratifica la tendencia decreciente, preocupa la persistencia de la
denominada inflación “núcleo”, proxy de la inflación futura, que ya
acumula el tercer mes consecutivo de suba y acumula un alza del 9,3%.
El
INDEC dio a conocer las cifras de evolución del índice de precios al
consumidor del mes de julio, ratificando la caída en la tasa de
crecimiento del guarismo que comenzamos a observar el mes anterior. En
efecto, luego de aumentar un 4,2% en mayo y un 3,1% en el mes de junio,
en julio el precio promedio ponderado de la canasta básica de consumo
subió un 2%, ratificando la senda decreciente del aumento de los
precios.
Sin embargo, la tan mentada inflación
núcleo que se utiliza como proxy de la inflación futura, ha mostrado el
comportamiento opuesto aumentando en el mismo período un 2,7%, 3,0% y
3,4%, respectivamente. Los bienes y servicios regulados son la categoría
que más desaceleró su trayectoria, luego del fuerte sacudón del mes de
mayo. Así, a una suba del 8,7% el quinto mes del año le siguieron una
del 3,4% en junio y 1,9% en julio; mientras que los bienes y servicios
estacionales subieron 4,3%, 2,7% y 1,9%, respectivamente, entre mayo y
julio.
Lo
anterior no resulta una buena noticia a futuro. Mientras que las
mercancías estacionales sufren constantes subas y bajas atentas a
consideraciones que van más allá de las posibilidades de la política
macro (fundamentalmente, oscilan como producto de la situación
coyuntural de su oferta y demanda en cada período del tiempo) y los
precios de los bienes regulados son, por definición, fijados por el
gobierno; los valores de los productos que componen el grupo “núcleo”
son el target de la política pública antiinflacionaria y el indicador
más utilizado para medir la eficacia de la misma.
Cabe
tener en cuenta sin embargo que las tres categorías no son
independientes entre sí. Las interrelaciones de la matriz
insumo-producto hacen que los precios de una afecten a las restantes.
Ello es particularmente cierto para el caso de las tarifas: el aumento
del gas, probablemente, no va a traducirse en una suba de una única vez
en los valores de los bienes regulados sino que impactará, en mayor o
menor medida, sobre los costos de producción y los precios de venta de
un gran abanico de bienes y servicios. En este escenario, apenas
conocido el fallo de la Corte Suprema que suspende el aumento de las
subas del gas para los usuarios residenciales hay que reconocer que, en
principio, la situación no cambia para las fábricas, empresas e
industrias.
Considerando ahora la clasificación
de los bienes y servicios que componen la canasta básica de consumo
según su rubro económico, pueden observarse algunas variaciones
interesantes al compararlas con el aumento del nivel general de precios
que, como ya dijimos, quedó en un 2% para el mes de julio luego de haber
aumentado un 4,2% y un 3,1% en mayo y junio, respectivamente.
De
todas las categorías, el conjunto que más aumentó de precios en el mes
de julio fue el de Esparcimiento con un 5% mensual, pese a que tanto en
mayo como en junio sus subas habían quedado muy rezagadas en relación al
total, con un 2,0% primero y un 0,5% después. Con ello, entre mayo y
julio la subcategoría acumula una suba del 7,3%.
Vivienda
y Servicios básicos, en cambio, hizo el recorrido inverso: después de
haber subido proporcionalmente más que el conjunto de los bienes tanto
en mayo como en junio (subió, respectivamente, un 5,2% en mayo y un
7,10% en junio), en el mes de julio apenas aumentó un 0,8%. De cualquier
modo, es la segunda categoría con mayores aumentos en el trimestre que
va de mayo a julio con un 13,10%, sólo por debajo de Otros bienes y
servicios que creció un 18,8%
Existe una única
categoría que exhibe un decremento en sus precios promedio, y es el de
indumentaria que el mes pasado cayó un 0,8%, probablemente atado en el
menor nivel de actividad que el sector evidenció el primer semestre del
año. Esta categoría es la que menos subió de precio entre mayo y julio,
acumulando “apenas” un 1,8%, muy por debajo del 9,3% del IPC General.
Alimentos
y Bebidas, por su parte, subió más que el índice general con un 2,7%
acumulando entre mayo y julio una suba del 9,6%, en línea con la suba
global de la canasta básica, mientras que Equipamiento y Mantenimiento
del hogar acumula una suba del 10,0% y Atención médica y Gastos para la
salud el 10,8%
De entre los alimentos y
bebidas, la principal tracción alcista para los precios ha provenido de
los aceites y grasas, que subieron un 16,6% en julio y acumulan un
aumento trimestral del 31,7%. En medio de la polémica por la escasez de
manteca y la suba de precio de los aceites, este es por lejos el grupo
que más se apreció este último tiempo, apenas superado por las verduras
que en tres meses aumentaron un 38,4%. Del lado opuesto, los que menos
aumentaron fueron las frutas (de hecho, cayeron un 7,1% en el acumulado
por factores estacionales) y las carnes, cuya suba quedó en el 3,2%.
Como
corolario y formando parte de una nueva etapa encarada por el gobierno
que busca transparentar las estadísticas públicas, se espera para fines
de este mes la llegada una comitiva técnica del FMI que revisaría la
metodología actual con el objeto de dar por terminada la moción de
censura que el organismo mantiene para los números oficiales de nuestro
país.