Antes de subirse al podio, cautela. Cristian Mira

Comenzó a abrirse un interrogante entre quienes siguen de cerca los números del negocio agrícola para la próxima campaña: ¿la situación da para subirse al podio y recibir la medalla o todavía hay que seguir corriendo para llegar a la meta? La baja de las retenciones y el discurso "pro campo" del Gobierno parecen inclinar el peso de la balanza hacia quienes eligen la primera opción. Las perspectivas de aumento del área sembrada con maíz, trigo y girasol también parecen darles la razón a los primeros, así como los aumentos en las ventas de insumos. Sin embargo, hay quienes advierten que, antes de colgarse la medalla, hay que ser un poco más cautelosos y tomar nota de las luces amarillas, como la baja de los precios internacionales, la persistencia de la inflación y el tipo de cambio.

"Es el momento de ser eficientes y eficaces", resume Ernesto Ambrosetti, economista de la Sociedad Rural Argentina (SRA). "Es bueno que aumente la superficie con maíz, girasol y trigo porque se favorecen las rotaciones y se mejora la estructura de los suelos, pero hay que invertir con cautela", añade. Otro cultivo que ve con buenas perspectivas es el sorgo. "Requiere un menor nivel de inversión que el maíz y favorece la conversión de grano en carne", añade.

Sin embargo, para Ambrosetti todavía hay mucho por hacer para "mejorar la competitividad". Entre otras limitaciones menciona "los altos costos de producción, el tipo de cambio y la presión impositiva" que no están jugando en favor del negocio agrícola. Para quienes tímidamente comienzan a reclamar la devaluación de la moneda, el economista recuerda que una "suba" del dólar no necesariamente mejorará la ecuación si impacta luego sobre la inflación.

Una prueba de que los costos de comercialización siguen siendo elevados la dio un trabajo de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Al comparar los márgenes de la soja de primera versus los del maíz en campo propio, dijo que el 32% de los costos de producción corresponden al flete. Y esto para un campo ubicado a no más de 180 kilómetros de las terminales portuarias del Gran Rosario. Ese porcentaje está apenas siete puntos por debajo de los gastos en insumos.

Otro ejemplo de costos elevados que ocurrió esta semana es el incremento en las tarifas orientativas de transporte en Córdoba, que sumó su tercer aumento en el año, 12%, para completar una suba de 35 por ciento.

"Ni tanto ni tan poco", matiza Alejandro Meneses, de la consultora Zorraquín+Meneses, sobre las perspectivas del negocio agrícola para la campaña 2016/17. Destaca que los primeros contratos de arrendamientos que se cerraron tras la baja de retenciones y la unificación del tipo de cambio consideraron valores que estuvieron un 25% por encima de la producción media de las últimas cinco campañas. "Arrancaron muy alto", afirma, y señala: "La realidad del mercado internacional de granos nos marca que hay stocks elevados". Una prueba la dio la baja del maíz, que en pocos meses pasó de US$ 170 a US$ 145 la tonelada. Para el trigo, recomienda tener muy en cuenta las condiciones de comercialización de la próxima campaña antes de dejarse llevar por el exceso de optimismo.


Otro especialista, que prefiere mantener el anonimato, recomienda tomar con cautela el momento de la comercialización de trigo. "En la campaña pasada los exportadores hicieron descuentos de 20 dólares por tonelada. Para evitar que los productores pierdan otra vez, el Gobierno, que alentó la siembra de trigo, debería tomar algunas medidas, entre ellas, favorecer el acceso al crédito para retener mercadería", dice. Quizá sea demasiado pronto como para encarar este tipo de discusiones, pero quienes están cerca de los números recomiendan seguirlas con atención.

A ese escenario se agregan las zonas afectadas por las lluvias de abril pasado y las deficiencias de infraestructura. En Córdoba se calcula que quedaría el 11% de la superficie sin sembrar por el anegamiento de los suelos.

Más allá de los inconvenientes, el panorama es mucho mejor que el que se presentaba hace un año, con la incertidumbre del proceso electoral y buena parte de las empresas agropecuarias que arrastraban un rojo que las colocaba cerca del quebranto. Con la baja de las retenciones y la eliminación de las trabas para comercializar cereales las perspectivas han cambiado. Queda abierta la discusión sobre los derechos de exportación de 30% que pesan sobre la soja y si el Gobierno cumplirá con su promesa de bajarlas cinco puntos por año. Ése es otro interrogante.