Palermo, la grieta y el rumbo: ¿la hora de la autocrítica? Carlos Petroli

Durante décadas, el escenario porteño de “la Rural” fue el espejo de los desencuentros. El “aplausómetro” se predispone esta vez a batir a favor de la plataforma que propuso la nueva administración.
En un par de semanas, la tribuna de Palermo volverá a contar en su protocolo con un presidente de la Nación después de 14 años. En casi tres lustros habían eludido este escenario Eduardo Duhalde primero, y después Néstor y Cristina Kirchner, enfrascados estos dos últimos en una anacrónica pelea con la Sociedad Rural Argentina en particular, y también con la dirigencia agropecuaria y con los productores en general.

Pero antes que eso, también Raúl Alfonsín y hasta Carlos Menem –que puso al campo en un pie de igualdad con otras actividades al eliminar las retenciones– tuvieron pasos conflictivos por el ruedo construido en la segunda parte del siglo 19.

Desde el espejo retrovisor, la historia ha dejado signos y lecciones inequívocas: durante décadas, y no sólo en los años que gobernó el kirchnerismo, el escenario porteño de “la Rural” configuró el espejo de una marcha con retrocesos y desencuentros; desde el granero y el frigorífico del mundo a las crisis socioeconómicas, confrontaciones, extravíos y cambios de rumbo. Así, el tablero nacional, muy a pesar de las mayorías, evolucionó (e involucionó) con grietas de diferente profundidad y alcances.

Sobre la arena que comenzarán a pisar los dueños de la mejor genética ganadera también se dibujó ese paisaje zigzagueante.

¿Habrá llegado el momento para la autocrítica, el sinceramiento; la hora de revisar y rectificar errores; evaluar inconsistencias, alinear ideas y conductas con políticas de Estado; apuntar a metas que hasta aquí se dieron de frente con el fracaso?

Doce meses atrás, en este mismo escenario y en plena carrera presidencial, Mauricio Macri prometía “dejar atrás el enfrentamiento con el campo”, que fogonearon sus inmediatos antecesores.

Hoy, al frente de la Rosada, encontrará un entorno de aprobación y expectativas, aun cuando la economía y el cuadro social están ante una coyuntura difícil, sin la euforia de otros momentos.

El “aplausómetro” de la Rural, si acaso haya que ponerlo como referencia, esta vez se predispone a batir a favor de la plataforma de ideas que propuso la nueva administración macrista.

El agro es un eslabón importante para el tren competitivo al que la Argentina ambiciona trepar, en lo económico e institucional, e integrarse al mundo. Y sus empresarios y entidades deberán ser parte del proceso, también de la autocrítica, y de la disposición a empujar con inversiones, creatividad y excelencia.

Se trata de miles de emprendedores y profesionales; de una burguesía nacional (para tomar una clasificación sociológica) que “entierra” capitales todos los años, con la finalidad de impulsar una rueda que mueve muchos engranajes. En una entrevista con Agrovoz (ver página 8), el titular de la SRA Luis Miguel Etchevehere apuntó a la misión público-privada de subir en el entorno global. Habrá que administrar las reglas: infraestructura, acuerdos comerciales, política financiera y tributaria, control de la inflación, confianza institucional. Se trata de los deberes competitivos, porque los competidores también juegan, y están en eso.