El valor de la invernada incentiva a retener vientres. Ignacio Iriarte

Una oferta ganadera muy baja; en parte, por la retención y, además, por el atraso en los engordes que se sufre tanto en los feedlots como en el sistema pastoril suplementado.

Durante los últimos 100 días, las lluvias, el barro, el frío y la falta de sol han reducido el ritmo de engorde de la hacienda. También han demorado la terminación de un importante volumen de ganado, el cual podría empezar a salir a partir de agosto.

A una caída fuerte en el ingreso real de los consumidores locales, que componen hoy 90 por ciento de la demanda por carne vacuna, se contrapone una oferta muy reducida. Lo que determina precios para la hacienda altos en términos reales. La incógnita es qué pasará con el mercado cuando toda esa hacienda atrasada empiece a salir. Y se vuelquen al consumo 10-15 mil toneladas mensuales adicionales de carne, en un contexto recesivo y de alta oferta de sustitutos: 40 kilos (equivalente anual) de pollo y 15 a 16 kilos de cerdo.

La relación de compra-venta (ternero 180 kilos/novillito 350-400 kilos) comenzó el año fuertemente positiva: 32 por ciento más. Sin embargo comenzó a reducirse gradualmente a lo largo del semestre y terminó en junio en sólo 6,6 por ciento.

A partir de la devaluación se triplicó el precio del maíz y se duplicó el costo por kilo ganado en los corrales, lo que llevó a muchos criadores-engordadores oportunistas a vender por separado el ternero y el maíz. El menor encierre casero coincidió con un destete a nivel nacional mayor al año pasado, que se encontró con una demanda muy cautelosa del feedlot profesional, que cambiaba la plata o la perdía hasta hace muy pocas semanas. La demanda del invernador pastoril, muy importante a principios de la zafra, se fue enfriando a lo largo del otoño, con los desastres climáticos y con el atraso de la cosecha de soja y maíz.

En abril, por las lluvias, se redujo mucho la oferta (y la demanda) de invernada. La comercialización se corrió para mayo, cuando se registró una entrada récord de invernada a los feedlots . Estos establecimientos, con una baja incipiente en el valor del maíz y una relación de compra/venta muy favorable –cercana al 1 a 1–, se hicieron cargo del alto número de terneros salidos a la venta.

En la Argentina, al igual que en Estados Unidos o Australia, o de cualquier país donde el grueso de la terminación del ganado es a corral, el valor de la invernada es inverso al valor del maíz. Al comienzo de la zafra tuvieron protagonismo los invernadores tradicionales, en el caso de los machos. También pesaron los criadores, en el caso de las hembras. Pero luego, en abril-junio, el feedlot recuperó su papel excluyente en la formación de los precios de la invernada. Como telón de fondo, están las altísimas tasas de interés, que dificultan la inmovilización de capital por parte de los compradores.

El valor de la invernada, estancado desde hace siete meses, sigue siendo percibido como remunerativo por los criadores, lo que mantiene firme el ciclo de retención de vientres. Un asesor ganadero nos apunta que el feedlot y la invernada con suplementación han tenido un fuerte aumento de costos, muy superior a la magnitud de la devaluación.

Mientras que los costos de producción de los criadores han evolucionado de manera parecida a la inflación.

El valor actual del ternero de 180 kilos se ubica todavía un 40 por ciento por encima de un año atrás, con un incremento muy similar de la inflación. El ternero subió mucho entre junio y noviembre del 2015 y luego se estancó.