El agro despliega todo su potencial Jorge Castro

Lo que significa la reaparición de la producción agroalimentaria argentina en el mercado mundial se resume en estos términos: la pérdida de 5 millones de toneladas de granos provocada por la inundaciones de abril y mayo (menos U$S 2.800 millones) redujeron la oferta global entre un 5% y un 8%, y esta caída elevó el precio de la harina de soja 20% (U$S 464/tonelada).

Hay que prever ahora un alza de la producción de maíz por encima de la soja debido al margen de competitividad que le otorga la eliminación de retenciones. El área sembrada con maíz, sorgo y girasol aumentaría entre 1,5 y 3 millones de hectáreas en la campaña 2016/2017 con el efecto correlativo de que la caída del espacio sembrado con soja reduciría la producción entre 4,5 y 9 millones de toneladas.

El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) señala que este acontecimiento, sumado al auge de la demanda china de soja y harina de soja debido a la aceleración de la transición dietaría de su población (vuelco al consumo de proteínas cárnicas), llevaría el precio de la soja en Chicago a U$S 500/tonelada, o más.

El aumento del precio de la soja y de la harina de soja (U$S 432 por tonelada y U$S464 por tonelada) de los últimos 6 meses implicó para la Argentina una mejora de U$S 8.000 millones en 2016. Si el precio de la soja en Chicago alcanza a U$S 500 por tonelada en 2016/2017, las ganancias pueden duplicarse: U$S 16.000 millones.

La política hostil al campo vigente entre 2003 y 2015 redujo el potencial agroalimentario argentino en 30%. Esa brecha negativa ha quedado atrás en 2016. Lo previsible ahora es que la Argentina produzca más de 150 millones de toneladas de granos en 2020 (entre un 30% y un 40% más).

El cálculo de la Sociedad Rural (SRA) es que la cadena agroindustrial invertiría este año U$S 59.000 millones, obviamente con recursos propios. Esto implica que producir 150 millones de toneladas en 4 años requiere invertir más de U$S 200.000 millones, provenientes tanto de fondos nacionales como trasnacionales.

Esto coincide con una fase de inmenso flujo de dólares a la Argentina tras el acuerdo con los acreedores hold outs ratificado por el Congreso con dos tercios de los votos. Los bonos soberanos emitidos para pagar lo acordado con los hold outs ascendieron a U$S 16.500 millones, y recibieron una demanda del sistema financiero internacional de U$S 70.000 millones, la más elevada de la historia para un país emergente.

La tasa de retorno por peso invertido en el negocio maicero ha sido este año la mejor de la última década. La tonelada de maíz valía U$S 100 por tonelada en 2015, y traspasó U$S 190 este año.

La producción agroalimentaria argentina –la primera del mundo en términos de productividad- está encabezada por 10.000 productores de punta y 30/40 pooles de siembra. Son los protagonistas de la extraordinaria transformación tecnológica y productiva realizada en los últimos 20 años.

Los pooles de siembra han estado en el ostracismo a partir de 2011, pero han vuelto este año. Significa que el potencial agroalimentario de la Argentina está todavía a media máquina, y lo previsible es que tendrá todos los cilindros puestos en 2020.