Qué le aconsejaría Keynes a Macri. Juan Carlos de Pablo

Caídas en la producción manufacturera y de la construcción, aumento de las suspensiones y los despidos, suba de la recaudación muy por debajo de la tasa de inflación. Una combinación inquietante, más allá de la buena imagen que mantiene el Gobierno, según las encuestas de opinión. La reactivación de la economía, aquí y ahora, ¿debe esperar a que los empresarios decidan invertir o se puede acelerar con decisiones públicas?

Al respecto conversé con el inglés John Maynard Keynes (1883-1946), estudiante de Eton y Cambridge, profesor en Cambridge, editor del Economic Journal, tesorero del King's College, funcionario de la tesorería inglesa, padre intelectual del FMI, especulador, granjero; en una palabra, multifacético. La Royal Economic Society publicó sus obras completas en 30 tomos, por lo cual cuando alguien afirma que "Keynes dijo", lo menos que debería indicar es la fecha y las circunstancias en las cuales dijo lo que dijo.

-¿Está hoy la economía argentina viviendo una situación donde resultan relevantes las recomendaciones que usted realizó en La teoría general?

-A juzgar por mi experiencia con Franklin Delano Roosevelt, no soy bueno persuadiendo presidentes personalmente. El New Deal surgió de manera pragmática, respondiendo a circunstancias dramáticas, sin respaldo teórico. Mi influencia sobre las políticas económicas nacionales es posterior a la Segunda Guerra Mundial.

-Más allá de eso, ¿qué le diría hoy al presidente Mauricio Macri?

-Que le exija a su equipo económico que diagnostique correctamente qué es lo que está ocurriendo. Específicamente, si la recesión económica tiene que ver con problemas de oferta o de demanda. En Europa y Estados Unidos, en la década de 1930, los problemas se debían claramente a deficiencias de la demanda agregada y de la pretensión de cada país de solucionar sus problemas a costa de los vecinos, los cuales reaccionaban y generaban reacciones en cadena.


-En los casos donde los problemas tengan que ver con deficiencias de demanda, ¿qué aconsejaría usted?

-Afectar la estructura económica lo menos posible. Se burlaron de mí cuando propuse contratar a la mitad de los desempleados para que cavaran pozos durante el día, y a la otra mitad para que los tapara de noche. Respondí que eso era mejor que lo que entonces existía, pero que estaba dispuesto a aceptar mejores propuestas. ¿Tienen inundaciones? Pues hagan canales. La última cosa que propondría sería estatizar empresas para solucionar un problema coyuntural.

-Para usted la inversión pública serviría para "cebar la bomba".

-Como saben los veteranos, para extraer agua del subsuelo, utilizando una bomba manual o un motor, hay que quitar el aire que tiene el caño. De ahí lo de cebar la bomba. La inversión es un acto instrumental que depende de consideraciones económicas estrictas, pero también de los animal spirits, esa fuerza que tienen los empresarios, que generalmente -al decir de Albert Otto Hirschman- llevan adelante iniciativas porque subestiman los costos. La inversión pública sirve para cebar la bomba, a la espera del aumento de las inversiones privadas.

-¿Y si la Argentina estuviera frente a un fenómeno de estancamiento estructural, como Japón o buena parte de Europa occidental?

-En los últimos capítulos de La teoría general me dejé llevar por el entusiasmo, pero la hipótesis del estancamiento estructural la desarrollaron algunos seguidores de mis ideas. Que los europeos discutan entre ellos lo que les está ocurriendo. En la Argentina 2016 la hipótesis del estancamiento estructural es posible, pero es muy prematuro basar en ella las políticas públicas. Más prudente parecería pensar que la economía está en un período de absorción de los ajustes derivados de la pesada herencia recibida, que podrá ser morigerado con el aporte del sector agropecuario y algunas obras de infraestructura.

-Todo esto luce muy poco "keynesiano".

-Sólo para mis críticos acérrimos soy un loquito que, independientemente de las circunstancias, piensa que todo se resuelve inflando la economía, sin importar siquiera las dosis.

-Don Maynard, muchas gracias.