No se puede descorchar champagne antes de hora. Fernando Laborda


No faltan dirigentes del oficialismo que hoy, a seis meses de la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, advierten que quizás se sembraron demasiadas expectativas ante la opinión pública en el tan esperado segundo semestre del año. Es probable, a juicio de la mayoría de los economistas consultados en los últimos días, que la inflación se modere desde ahora y concluya cerca o levemente por debajo del 2% mensual a fines de año. Pero no hay tanto convencimiento de que la reactivación económica vaya a ser tan clara como para modificar un estado de inquietud social que ya se percibe. Menos persuadidos aún están los analistas económicos de que las autoridades nacionales puedan cumplir con la meta fiscal trazada de un déficit fiscal primario del 4,8% del PBI para este año.

Es cierto que no existen las olas de despidos que sectores de la oposición quisieron ver semanas atrás. Pero esa conclusión es válida para el sector formal de la economía, y no necesariamente para el amplio espectro de la economía informal y de muchas pequeñas y medianas empresas que albergan a buena cantidad de trabajadores en negro.

De la mano de una caída en las ventas y del impacto en los costos por las subas en la luz y el gas, en ese sector de la economía son más comunes las reducciones de horas o días de trabajo, las disminuciones en las retribuciones y también los despidos, que son mucho más difíciles de medir por no tratarse de trabajo registrado.

La desesperación de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), cuyas autoridades le enviaron ayer una carta al presidente Macri para que revea el feriado previsto para el viernes 17 de este mes, dispuesto por el Congreso, da cuenta del clima que se vive en ese sector. Si el 17 es feriado, en homenaje al general Güemes, y también el lunes 20, Día de la Bandera, el comercio minorista, que se preparaba para recibir el Día del Padre el domingo 19, podría ver deterioradas aún más sus ventas. Según la citada organización empresarial, éstas han registrado una caída anual del 9,2% en mayo y una baja acumulada del 5,7% en los primeros cinco meses de 2016.

Macri viene haciendo en estos días un gran esfuerzo para capear este temporal con noticias positivas. El proyecto para la recomposición de los haberes jubilatorios y el pago de viejas deudas a la clase pasiva es una de ellas. Pero nadie puede garantizar hoy con qué recursos se saldará tal deuda y se elevarán las jubilaciones de aquí en adelante. Si se cumple la estimación del ministro Alfonso Prat-Gay de que, con el blanqueo, se exteriorizarán unos 20 mil millones de dólares, la recaudación del Estado apenas sumaría algo menos de 2000 millones de dólares, algo insuficiente para cubrir una deuda con jubilados que supera los 50 mil millones de pesos y un reajuste en los haberes que rondaría los 75 mil millones de pesos por año. Las medidas cautelares de la Justicia para frenar ciertos aumentos tarifarios encienden otra luz de alarma en las cuentas públicas.

El Gobierno parece en estas horas menos preocupado por el déficit fiscal que por mostrar señales de reactivación, incluyendo la obra pública, sin descuidar la ayuda social. Lo que preocupa a algunos analistas es que, si no se vence el déficit, cualquier éxito ante la inflación será efímero. El peor error sería descorchar champagne para celebrar la llegada del segundo semestre sin esperar sus resultados hacia fines de año.