Los consumos juegan al achique. Ignacio Iriarte

Ganados y carnes. En marzo, la demanda vacuna se ubicó entre 53 y 55 kilos por persona. Las preferencias por el pollo cayeron 10 por ciento en el año.

La oferta de hacienda es baja porque estamos en retención, por las recientes inundaciones y porque la ganadería argentina está cambiando de ritmo. Se está pasando de un engorde o terminación express, basado en un maíz muy barato, a un sistema con una mayor utilización del pasto y menor uso del grano, lo que estira los engordes y crea en el corto plazo un bache transitorio de oferta.

Los machos se retienen y se faenan a mayores pesos, y las hembras se guardan para cría. El feedlot ha encerrado menos que el año anterior y esa falta de oferta se siente hoy en el mercado del gordo, con una escasez marcada de hacienda muy liviana. La hacienda se queda más tiempo en el campo, tarda más en entrar al feedlot o terminarse a grano. La suplementación ha pasado de ser masiva a ser selectiva.

Consecuencias

El consumo, ante una restricción de oferta tan marcada (11 por ciento en abril) se resiste a bajar la ingesta, que hoy no pasaría de los 55 a 56 kilos por habitante al año. Toda la cadena, desde la tranquera hasta la carnicería, está tensa, con márgenes de intermediación reducidos y cobranza muy difícil a los carniceros. Todo se agrava por las altas tasas de interés, con atrasos y refinanciaciones obligadas.

No hay “clavos” ni incobrables, pero todo el sistema de comercialización de carne está crujiendo: “El problema es que los valores que pagamos en pie, luego el mostrador no los convalida”, admiten en la cadena.

En enero y febrero, con la reducción de la faena y la oferta de carne, el consumo per cápita se cayó al equivalente de 55-56 kilos anuales. En marzo se recuperó, hasta llegar a los 60 kilos, pero con las inundaciones y con la cantidad récord de días lluviosos de abril la faena se derrumbó y también lo hizo el consumo, que habría sido ese mes de sólo 53-55 kilos anuales.

En mayo, al recuperarse parcialmente la matanza con respecto al mes anterior, el consumo se habría incrementado, pero sólo en forma marginal. En cuanto al pollo, que a mediados del año pasado sobrepasó los 45 kilos per capita, en el primer trimestre del año su consumo habría caído a los 38 kilos, un 10 por ciento menos que el año pasado.

Con respecto a la carne porcina, la faena se estaría ubicando hasta marzo al mismo nivel del año pasado, por lo que el consumo seguiría en los 15 kilos por habitante equivalente anual.

Así las cosas, hoy estaríamos consumiendo en conjunto unos 110 kilos per cápita (vacuno, cerdo, pollo), contra un consumo promedio en 2015 de unos 120 kilos.

La faena de ganado vacuno muestra en el primer trimestre del año un perfil auspicioso: se han matado un 13 por ciento más de novillos, un cinco por ciento menos de novillitos y un cuatro por ciento menos de terneros. El peso medio por animal faenado ha venido subiendo en los últimos dos años, hasta acercarse hoy a los 228 kilos; el porcentaje de hembras en la faena, que promedió 45,8 por ciento en 2014 y que se mantuvo alto en el primer trimestre del año pasado, muestra desde mediados de 2015 una clara declinación, ubicándose en abril último en 39,5 por ciento.

Todos los indicadores (indirectos) del ciclo ganadero muestran que estamos en una fase de retención, por ahora, moderada.