El negocio del cerdo ¿también tiene patas cortas? Alejandro Rollán

El buen momento que vivió la producción de cerdos en los últimos cinco años se interrumpió. La rentabilidad que exhibió desde 2010, basada principalmente en la disponibilidad de maíz y soja a precios subsidiados (por el efecto de las retenciones agrícolas), comenzó a perder fuerza en diciembre pasado y se detuvo en los últimos meses.

Las dificultades que atraviesa la producción de carne porcina encontró a varias granjas en pleno proceso de expansión o afrontando la amortización de las inversiones, seducidas por la tasa de retorno que el sector reflejó en el último lustro.

El aumento en los últimos cinco meses de más del 50 por ciento en el precio interno del maíz y de la soja, principales insumos en la dieta de los capones, deja a muchas explotaciones porcinas en una situación económica muy sensible. Algunas, inclusive, trabajan a pérdida. Si bien sus protagonistas admiten que eran conscientes de que la rentabilidad de la producción iba a disminuir cuando se eliminaran las retenciones al maíz, no creían que el deterioro iba a ser tan marcado.

“De comida, hoy tenemos un costo de alrededor de 16 pesos por kilo de capón, que sumado al incremento en mano de obra y sanidad dejan el gasto de producción cerca de 18 pesos, lo que hoy se está pagando”, admitió Víctor Gasparini, productor de Oncativo.

Ingreso no deseado

Pero las luces amarillas y rojas que se encendieron en las explotaciones porcinas no sólo tienen al aumento en los costos de producción como el principal causante.

El significativo incremento en las importaciones de cortes en los primeros meses del año sujetó los precios de los animales en pie. En el primer trimestre del año, el ingreso de cerdos desde el exterior se multiplicó por seis: pasó de 338 toneladas entre enero y marzo de 2015 a 2.299 toneladas en igual período de este año.

El resultado: el precio máximo del cerdo vivo cayó 10 centavos en los primeros cinco meses de 2016. En la primera semana de mayo se ubicó en 18,63 pesos por kilo, contra 18,73 pesos a comienzos de enero. Durante ese período, la inflación ajustó los costos entre 15 y 20 por ciento.

Mientras tanto, el consumo promedio de carne de cerdo en el país está en una cifra histórica: 13,76 kilos por persona al año, según el último dato oficial. “La fortaleza que muestra el consumo a nivel país es lo que frena la caída en los precios”, admitió Gasparini.

Brasil es el principal proveedor que están teniendo los frigoríficos locales. La caída en el consumo que muestra el vecino país facilita la colocación de los cortes en Argentina a precios por debajo de los que ofrece el mercado interno.

Además del pedido al Gobierno nacional de restringir las importaciones, como según las asociaciones del sector ocurrió hasta diciembre, los productores reclaman medidas compensatorias. Similar a las que disponen los tamberos.