Centro norte de Córdoba: tres años de ensayos con 12 cultivos invernales. Ricardo Maich

Resultados de evaluaciones en el Campo Escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC.

Para quien se dedica por así decirlo a la "ciencia" resulta difícil entender el por qué de ciertas decisiones empresariales. Si bien se proclama a cuatro vientos las virtudes de la rotación con cereales de invierno, el empresario pone en la balanza otros aspectos que escapan a la lectura estrictamente técnica del manejo del suelo. 
A lo largo de un trienio (2013/2015) se evaluaron en el Campo Escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) 12 especies invernales proclives de encontrar un mayor espacio en la economía regional.
Cinco correspondieron a la categoría cereales de invierno (trigo para pan, trigo para fideos, cebada cervecera, avena y triticale para grano); cuatro a las llamadas legumbres para grano seco (arveja, garbanzo, lenteja y lupino) y finalmente tres especies con destino oleaginoso (cártamo, colza y lino).
Método
En cada año de evaluación los cultivos se implantaron en dos fechas de siembra (finales de abril y mayo) en secano, donde las fechas de siembra estuvieron en función de contar con una acorde cama de siembra para una buena implantación de los cultivos.
Las densidades de siembra se ajustaron a las recomendadas para cada cultivo y el diseño experimental consistió en bloques completos aleatorizados con tres repeticiones distribuidos a campo en parcelas divididas, correspondiéndole a la fecha de siembra la parcela principal y a las distintas especies las subparcelas.
El análisis estadístico se realizó por separado para los tres grupos de cultivos. Para el rendimiento en grano (kg/ha), tanto en el caso de los cereales de invierno como en de las oleaginosas, se constataron interacciones significativas entre especies y fechas de siembra. Salvo el triticale y el trigo para fideos --cultivos con poco arraigo en la región-- cuyos rendimientos no se vieron afectados por la fecha de siembra, las restantes tres especies rindieron más en la siembra de finales de mayo (entre 1.850 y 2.150 kg/ha) que en la de finales de abril.
Resultados en colza
En lo que respecta a los cultivos oleaginosos, ocurrió lo inverso. La colza, un cultivo al que se le presta regionalmente algo más de atención, rindió más en la siembra de fines abril (2.600 kg/ha). Para el caso del cártamo y el lino, la fecha de siembra no incidió significativamente en su comportamiento agronómico.
Finalmente, las fechas de siembra no influyeron sobre el rendimiento en grano de las legumbres de grano seco. En promedio y por encima de la tonelada rindieron el garbanzo y el lupino (entre 1.400 y 1.700 kg/ha) y por debajo la arveja y la lenteja (entre 500 y 1.000 kg/ha).
En el caso de las legumbres para grano seco, los cultivos no se inocularon. La estabilidad en cuanto al rendimiento en grano del garbanzo debido a su crecimiento indeterminado respecto del cultivo invernal por antonomasia (trigo para pan), sumado al resultado económico de ambos planteos, no deja margen de dudas acerca de que el productor y empresario de la región "no come vidrios" pero a la vez "tiene atada la vaca"; es decir, si bien el precio del garbanzo es alentador, quien produzca esta legumbre tiene que tener suficientemente aceitados los canales de comercialización. Aun así, precios y estabilidad en los rendimientos, incluso variando las fechas de siembra, son un cóctel difícil de rechazar.
(*) El autor es ingeniero agrónomo, profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC.