Agua en superficie: el problema que toca fondo. Carlos Petroli

Los mapas satelitales describen la magnitud instantánea del problema, mientras las secuelas y lecciones quedarán para tomar nota y ocuparse: las inundaciones afectaron más de siete millones de hectáreas en la zona agrícola del país (donde también están radicadas las cuencas lecheras y gran parte de la producción ganadera).

Por provincias, el ranking quedó encabezado por Santa Fe, con 3.263.465 de hectáreas; seguida por Entre Ríos (1.642.507), y Córdoba, con 1.509.997 hectáreas, mientras que la afectación en Buenos Aires alcanzó a 706.049 hectáreas, según datos relevados (desde imagen satelital) por un representante de Confederaciones Rurales Argentinas en la Comisión de Emergencia Agropecuaria. Referentes de la producción, como lo hizo ayer en Villa María el presidente de la Sociedad Rural Argentina, calculan pérdidas en el segmento agrícola por unos 1.700 millones de dólares.

Macri e integrantes de su gabinete –entre ellos el ministro Ricardo Buryaile– recorrieron las provincias. Como primer alivio, los productores registran el cambio en materia de política agropecuaria que llegó con el actual Gobierno. Además, el responsable del área agroindustrial y sus colaboradores conocen al sector “desde adentro”. No habría que explicarle todo desde el principio.

En paralelo con los anuncios que al cierre de esta edición formalizaban en Córdoba Buryaile junto al gobernador Schiaretti y sus funcionarios (decretos de emergencia, desembolso de fondos), el derrame hídrico deja una huella que demandará múltiples acciones. Se trata de sintonía gruesa y fina que incluye a los sistemas de producción. “Más producción, menos napa”, proclamaban los ingenieros agrónomos de Marcos Juárez en el simposio regional que se concretó en sintonía con la recorrida del ministro nacional. La intensificación (secuencias y rotación de cultivos) vuelve a tener chances, con un trigo y maíz sin retenciones. “pintar la provincia de verde”, como dicen Eduardo Martellotto y Juan Cruz Molina.

Se requerirá de trabajo y revisión de estrategias. Por dar un ejemplo, los productores de Marcos Juárez (el consorcio caminero), le plantearon a la Provincia que los fondos que aportan en el Inmobiliario para el mantenimiento de caminos (Fomarfin) –unos siete millones de pesos– sean reintegrados en su totalidad para la ejecución de trabajos específicos en esa zona.

Es apenas un punto. El ingeniero Luis Crusta, con un par de décadas asesorando a productores e instituciones en sistematización de suelos y aguas sostiene que con el problema hídrico se ha tocado fondo. Y no se arregla sólo con un proyecto hidráulico (canales, entre otras obras), sino con soluciones agronómicas (“el agua tiene que quedar donde cae, en el campo”). Lo que requerirá, dice, de un plan agronómico, legislación actualizada y la acción de los productores, con apoyo del Estado.