Los Kirchner no se arrepienten de nada. C. R. Roberts

Así no se puede. Néstor y Cristina lideraron un modelo que durante 12 años fue un extraordinario creador de riqueza, pero a diario estamos viendo que a los jueces sólo les preocupa investigar cómo se hicieron ricos Cristina y Néstor.

No voy a negar que a algunos de los nuestros les fue bien; digamos, recontra bien. En realidad, a toda la sociedad le fue bárbaro. Tomo un par de casos al azar. Boudou y Lázaro Báez no tenían un mango cuando empezó nuestro gobierno, y fíjense cómo progresaron. Cristóbal López era un empresario del montón, y hoy tiene un montón de empresas. A Nicky Caputo, el constructor amigo de Macri, no lo benefició Macri, sino nuestro modelo. Ojo, que no hablo sólo de hombres de negocios. A los secretarios de Néstor y de Cristina, tipos de origen sencillo, con una mano atrás y otra adelante, ahora no les dan las manos para contarla. Máximo, que no ocupó ningún cargo, llegó a construir un imperio inmobiliario y turístico, con inversiones en mercados tan alejados como las islas Seychelles. Los jueces que hoy nos persiguen deberían pensar en eso, y en las fortunas que también ellos hicieron, y no en seguir hurgando en nuestros bolsillos. Nos tratan como a delincuentes, como si hubiéramos estado robando en las oscuridades, en los subsuelos del poder. La Rosadita es una cabal demostración de que contábamos la guita a la luz del día y frente a las cámaras.

Lamentablemente, se está volviendo muy difícil hacer política en nuestro país. Cristina había pensado en un gran acto en Retiro como celebración de su regreso a la militancia activa, y, para aguarle la fiesta, Bonadio la llamó a prestar declaración el mismo día en la causa por el dólar futuro. Con lo que le cuesta hablar de dólares. Estuvo bien: respondió la acusación penal con un alegato político. Si el laburo de los jueces es hacer justicia, el de ella es hacer campaña.

Ahora se ve claro que Comodoro Py busca impedirle que se convierta en la gran líder opositora. El lunes Cris se reunió con 51 intendentes bonaerenses (no es que los gobernadores del PJ le escapen: el mal tiempo complica los traslados), encuentro que, como el acto de Retiro, estuvo custodiado por La Cámpora. Exitosa agencia de empleos hasta diciembre, ahora agencia de seguridad, La Cámpora está demostrando una gran flexibilidad para reinsertarse en el mercado laboral de la política. El martes la señora visitó en la isla Maciel a chicos de bajos recursos. Lo hizo rodeada de curas del grupo Opción por los Pobres. No debe extrañar que curas que han hecho una opción por los pobres se hagan acompañar por Cristina. Ella también empezó de abajo.

Mientras tenían lugar estas actividades de alto contenido social y humanitario, tan habituales en su agenda, la corporación judicial le salió al cruce con una zancadilla detrás de otra. La más leve fue, anteayer, tomarle declaración a De Vido en el caso de la tragedia de Once. Digo que es la más leve porque resulta obvio que De Vido no tuvo ninguna responsabilidad en ese accidente. Tampoco tuvo responsabilidad en la crisis energética, ni en las obras públicas que se licitaban, pagaban y no se hacían, ni en el cobro de millonarios retornos por la distribución indiscriminada de subsidios, ni en ninguno de los cientos de casos de corrupción de su área. Y mucho menos es responsable de su enriquecimiento. De Vido quiere dedicarse a ser un buen diputado y lo molestan con estos trámites. Yo le dije: si te siguen jorobando, si no te dejan trabajar, amparate en tus fueros.

Otra zancadilla fue detenerlo a Chueco, que estaba tratando de huir de su depresión y lo persiguieron hasta Paraguay. Por Dios, qué obsesión con la ruta del dinero K. No parecen jueces: parecen la gallega del GPS. Obsesión ridícula, además, porque ya se sabe todo: no era una ruta, era una autopista con cabecera en Santa Cruz, que pasaba por el peaje de Puerto Madero y se bifurcaba hasta llegar a diversos paraísos fiscales.


Me pregunto: qué sabe Chueco que ya no haya contado Fariña. ¡Insaciables, cuántos testimonios más quieren! No van a parar hasta llegar a Cristina, que estaba al tanto del origen de la guita, pero no siempre de dónde iba a parar. Sólo Néstor, gracias a su célebre cuaderno y a su no menos célebre cuidado por la contabilidad, era capaz de monitorear el destino de cada peso. Bueno, de cada dólar. Para ahorrar no era tan nacional y popular.

En cuanto a Fariña, los Kirchner leyeron hasta la última palabra de su larga confesión, publicada enterita por Infobae el miércoles. Repararon en algunas frases. Por ejemplo, cuando dijo que hubo "un plan sistemático cuyo objetivo fue el vaciamiento de las arcas del Estado mediante las obras públicas". Lo consideraron una burda mentira. Con arcas del Estado vacías no hay de dónde afanar. Dijo, además, que Austral Construcciones, de Lázaro Báez, "el adelanto de las obras era el retorno". Otra falsedad. El retorno también venía de los sobreprecios. Y no podían creer cuando leyeron eso de que la plata que manejaba Báez en realidad era de Néstor. "¡Era de toda la familia!", protestaron.

En el fondo, lo que más los perturba no es lo que el valijero contó, sino su condición de arrepentido. No lo entienden. Les parece inexplicable.

Ellos no se arrepienten de nada.