Como tercer productor mundial de
soja y primer exportador de harinas y aceites la Argentina tiene un peso
específico propio en el comercio de la oleaginosa. El
exceso de lluvias que viene afectando a la región pampeana en las
últimas semanas hizo sentir su impacto en el mercado de Chicago. El
miércoles pasado la cotización de la oleaginosa subió poco más de siete
dólares por tonelada por la posible disminución de la oferta global.
Los pronósticos climáticos que anticipan la continuidad de las
precipitaciones también influyeron para que los precios dieran un salto.
Por ahora el partido de la cosecha 2016 se está jugando. Había arrancado bien, con mejores rendimientos que los esperados. La falta de lluvias que hubo en enero pasado (El Niño hace de las suyas) había despertado algunas dudas sobre el comportamiento del cultivo. Cuando empezó la trilla, muchos alentaron el optimismo. El agua les puso freno. Pero el partido no terminó. Y, como en el fútbol, hasta que el árbitro no haga sonar el silbato -en este caso hasta que no se levante la soja del lote- no se da por perdido.
Por ahora el partido de la cosecha 2016 se está jugando. Había arrancado bien, con mejores rendimientos que los esperados. La falta de lluvias que hubo en enero pasado (El Niño hace de las suyas) había despertado algunas dudas sobre el comportamiento del cultivo. Cuando empezó la trilla, muchos alentaron el optimismo. El agua les puso freno. Pero el partido no terminó. Y, como en el fútbol, hasta que el árbitro no haga sonar el silbato -en este caso hasta que no se levante la soja del lote- no se da por perdido.
Sin embargo, la lluvia vuelve a dejar en
evidencia otro problema estructural del país sobre el que se hace poco y
nada desde hace años: la infraestructura vial. La sola mención de
"caminos rurales" da la idea de que se trata de rutas de tierra. Según
distintas estimaciones, un 80,76% del total de la red vial es de tierra o
no está pavimentada. Ya no se trata sólo de un déficit en los
corredores principales o de los problemas en el acceso al polo
industrial y oleaginoso de los puertos de Rosario. La imposibilidad de
sacar granos, leche o hacienda del campo cuando llueve más de lo normal
ya se acepta como un hecho natural.
Esta deficiencia no sólo tiene un ángulo
económico, sino también social: el desarraigo de las zonas rurales está
impulsado, entre otras razones, por las incomodidades que hay en el
campo. Cualquier política que intente cambiar el estado de las cosas en
el país debería tomar en serio el desastre de los caminos rurales.
Otro problema estructural sin resolver
que quedó en evidencia esta semana es el del reconocimiento a la
propiedad y al desarrollo intelectual en semillas. El Ministerio de
Agroindustria desactivó la "cláusula Monsanto" y Bolsatech para
controlar el pago de regalías por la soja Intacta con la idea de que
ambos sistemas no deben estar por encima del control del Estado. Hay
quienes interpretaron la decisión como una jugada para que todos los
jugadores "vayan al pie" del Ministerio y se vean obligados a llegar a
negociar. Más allá de las opiniones y especulaciones, lo cierto es que
el Estado está en mora desde hace mucho tiempo con la fijación de un
marco normativo y un sistema de control sólido para el reconocimiento de
la innovación tecnológica en semillas, tanto sea por mejoramiento
genético o por eventos biotecnológicos. Desde la desactualización de la
ley de semillas -la norma data de 1973- hasta la desarticulación de los
organismos de control, como el cierre del Inase en 2000, el Estado se ha
hecho desear. Por parte de las entidades de la producción se ve una
posición reactiva. Acaso sea el momento de aplicar en semillas aquello
de "las vacas son nuestras, tenemos que vacunar", que se decía cuando en
el sector se discutía la legitimidad de vacunar contra la fiebre
aftosa. Ahora renació el conflicto con Monsanto, pero la ilegalidad del
mercado de "bolsa blanca" es preexistente a Intacta.
Hay más déficits estructurales. Lo
advirtió en estos días la industria frigorífica agrupada en el Consorcio
Argentino de Carnes (ABC, en sus siglas en inglés) al alertar sobre la
informalidad que existe en la cadena de la carne vacuna. Según sus
cálculos, entre la evasión impositiva y previsional, se estaría
eludiendo $6/kg res en gancho, lo que representaría 40 centavos de dólar
por cada kilo. Si la producción anual llega a 2,7 millones de
toneladas, dicen los industriales, la evasión rondaría los 1000 millones
de dólares.
En la industria anticipan que la AFIP
comenzó a tomar este número con seriedad y lanzará una batería de
medidas para acotar el problema. Sin embargo creen que todavía hay otros
agujeros negros en el Estado que permiten sortear los controles
tributarios, comerciales y sanitarios a un buen número de actores de la
cadena. Si no se corrige esta situación, creen, cualquier intento de
inversión en el negocio de las carnes deberá enfrentar obstáculos
serios.
Fuente: Diario La Nación.