La industria argentina muestra una baja competitividad de costos. Alberto Schuster

Argentina se ubica penúltimo en el Ranking ABECEB de Costo Laboral Unitario Global de Manufacturas CLU, mientras que Brasil cierra el monitoreo y China es el más competitivo con el primer puesto.


El CLU es una medida usada internacionalmente para determinar la “competitividad de costos” o “competitividad precio” entre los países. Representa el costo del trabajo para producir una unidad de producto en una industria en particular o en la economía en general y es el cociente entre el costo laboral total por hora trabajada para las manufacturas y el nivel de productividad de la mano de obra.

El CLU de ABECEB es el primer estudio que se elabora en Argentina sobre los costos laborales de la industria. Desarrollado por la Unidad de Competitividad, se suma al ranking ABECEB de Competitividad Global y al de Competitividad Sectorial de Manufacturas, dados a conocer el año pasado.

Mientras el costo por producto de la industria en Argentina es de 1,87 dólares; en Brasil es de 1,98; y en China que lidera el ranking, desciende a 0,17. Otros países que pueden tomarse como referencia son Estados Unidos con 0,41 dólares; Japón con 0,44; e Indonesia y México con 0,48 dólares.

El estudio expone los enormes desafíos que nos esperan a mediano plazo dado que, por nuestras características estructurales y conceptuales, no es socialmente viable plantear en el sector de manufacturas una estrategia de incremento de competitividad de costos mediante la reducción relevante de los costos salariales, sino que debe lograrse mediante un incremento significativo de la productividad laboral.

No basta con tener bajos costos laborales para obtener una ventaja de competitividad en la producción de manufacturas en un mundo globalizado. Por similitud entre las estructuras productivas manufactureras, Argentina tendrá que disputar el futuro de su industria en el mundo con los países emergentes industrializados, y la preocupación actual no es tanto que tenga altos costos laborales, sino que tiene una productividad demasiado baja como para sostenerlos. A mayor diversidad y valor agregado industrial, mayores salarios y poder adquisitivo. Por lo tanto, el camino por la Argentina no pasa por competir por costos con el mundo emergente, sino por elevar el capital humano y físico para obtener ganancias de productividad.

Argentina figura tanto entre los países de menor competitividad en el Ranking ABECEB de Competitividad Global así como en los de más alto CLU en el Ranking ABECEB de Costo Laboral Unitario Global de Manufacturas. Ello implica que tenemos tanto un bajo nivel de competitividad estructural como un bajo nivel de competitividad de costos en el sector industrial y ello nos tiene que llevar a un replanteo respecto de en qué sectores o en qué nichos sectoriales podemos ser competitivos y de qué manera el país se compromete en una política de mediano y largo plazo en orden a mejorar significativamente su capital humano y su produ