Argentina venía cayendo en competitividad PATRICIA BERGERO

Dos medidas de la pérdida de competitividad en la arena global. ¿Lo peor? La inflación, la falta de estabilidad, la presión fiscal, las regulaciones, el financiamiento, los costos laborales y burocráticos. ¿Lo mejor? La educación superior y de la fuerza laboral, instituciones de investigación y desarrollo científico.

En tiempos de transición, con un gobierno recién arribado -tres meses de gestión- y enfrentando un panorama económico turbulento, siempre resulta interesante mirar con atención algunos indicadores para saber de dónde venimos y tratar de descubrir hacia dónde vamos. 

Tal vez uno de los indicadores más interesantes sea el de la competitividad de un país, expresión para la cual existen muchas definiciones, pero que podría centrarse en la habilidad que tiene un país en crear, producir, distribuir productos y desarrollar servicios en la arena internacional obteniendo por ello una creciente rentabilidad. Ese crecimiento de la productividad del país obviamente está relacionado con cuestiones de nivel macro y micro. Y, aunque parezca superfluo mencionarlo, la realidad de este mundo globalizado torna más evidente el concepto de que un país no puede ser internacionalmente competitivo en absolutamente todos los productos y servicios. Un país, sin embargo, sí puede tener ventajas comparativas en ciertos productos y el desempeño de sus empresas y de sus industrias juega un papel fundamental en lo que se refiere a qué tan competitivos son esos productos en el comercio global. Para eso, a su vez, tanto las industrias, como las empresas, deben tener la posibilidad de aumentar los niveles de bienestar y de ingreso mientras crean productos y servicios en la medida que el acceso al mercado internacional se dé bajo crecientes condiciones de apertura.

De los distintos métodos de medir la competitividad internacional de un país, los más conocidos surgen de los indicadores de dos organizaciones: el World Economic Forum (WEF) y el Institute for Management Development (IMD), conocida escuela de negocios internacional para la formación de dirigentes. Debido a que tienen diferentes definiciones e indicadores puntuales, métodos de medición y procesamiento y fuentes para la consulta o la encuesta, las escalas de competitividad difieren entre sí. 

Sin importar esas diferencias, los indicadores de ambas organizaciones muestran que Argentina ha venido descendiendo de sus puestos precedentes en los rankings que los componen; tal como puede apreciarse en las infografías adjuntas.

En el caso del índice de competitividad que elabora el World Economic Forum, y que publicara en septiembre del año pasado, se basa en las mediciones de 119 variables en 140 países. Estas variables se agrupan en 12 pilares que responden a los tres factores que los especialistas del WEF consideran que son claves para distintas etapas de desarrollo: 1) los básicos para una economía impulsada por los factores; 2) los mejoradores de la eficiencia; y 3) los vinculados a la innovación y la sofisticación. Dentro de los requerimientos básicos estarán los pilares instituciones, infraestructura, marco macroeconómico y salud y educación básica.

Lo interesante de este trabajo es la percepción que tienen los encuestados respecto de cuáles son los factores que mayores problemas provocan a la hora de hacer negocios en Argentina; inflación, regulaciones sobre la compra venta de moneda extranjera, el acceso al financiamiento, el nivel de la presión fiscal y la corrupción. No extraña que la inflación esté al tope de la lista, desde el momento que la tasa anualizada de inflación en Argentina cruzó a los dos dígitos en febrero de 2008, ha estado por encima del 20% desde febrero de 2010 y casi cómodamente instalada por encima del 25% anual desde septiembre de 2013. Se recuerda que en diciembre de 2002 se llegó a una variación anualizada de 40,9% en el índice de costo de vida del INDEC; el siguiente pico, ya con mediciones no nacionales, se produjo en agosto de 2014 con 39,8%. Con los números conocidos de febrero de la Dirección General de Estadísticas y Censo de CABA, la variación anual de costo de vida está en el 32,9%. Por otros indicadores extraoficiales, sería de 33,7%.


Volviendo al trabajo del 2015/2016 del WEF, los indicadores para Argentina que muestran niveles peores que el conjunto de las naciones de Latinoamérica y Caribe están relacionados con instituciones, desarrollo de mercado financiero, eficiencia del mercado laboral, eficiencia del mercado de productos y macroeconomía. Ahora bien, sin entrar a comparar con la región, y ordenando de peor a mejor según el valor del indicador, tenemos: 
El desarrollo del mercado financiero (disponibilidad de servicios financieros, fácil acceso a préstamos, etc.). El indicador arroja 2,8 y Argentina se ubica en el puesto 132
Las instituciones (derechos de propiedad, protección intelectual, confianza en el sector político, desviación de fondos públicos, independencia judicial, favoritismo en decisiones de funcionarios oficiales, comportamiento ético de las firmas, protección del interés de los inversores minoritarios, etc.). El indicador arroja 2,9, cuando el punto óptimo es 7 y Argentina se ubica en el puesto 135 sobre un total de 140 países. 
La eficiencia del mercado de productos (tiempo y cantidad de procedimientos para la instalación de un negocio, prevalencia de barreras no arancelarias, costos de la política agrícola, burocracia de los procedimientos aduaneros, la relación importciones/PBI, nivel de los aranceles comerciales, etc.). El indicador arroja 3,1 y el país se encuentra ubicado en el puesto 138 del ranking. 
La eficiencia del mercado laboral (flexibilidad en la determinación de remuneraciones, prácticas para la contratación y el despido, efectos de las cargas laborales sobre los incentivos para trabajar, capacidad del país para atraer talento, pago y productividad, etc.). El indicador arroja 3,1 y el país se encuentra ubicado en el penúltimo puesto de la tabla, 139.
La innovación (capacidad para la innovación, calidad de las instituciones científicas de investigación, gastos en I&D en las empresas, colaboración en I&D universidad-industria, disponibilidad de científicos e ingenieros, etc.). Aquí encontramos que en calidad de las instituciones de investigación científica, Argentina se despega de los últimos puestos de la tabla (38 en el ranking). El indicador arroja 3,1 y el país se encuentra ubicado en el puesto 93.
La infraestructura (calidad de la misma en general, y de las rutas y caminos, ferrocarriles, puertos y aeropuertos en particular, calidad de la oferta de electricidad, cuentas de telefonía móvil, líneas de telefonía fijas, etc.). El indicador arroja 3,6 y el país se encuentra ubicado en el penúltimo puesto de la tabla, 87.
La sofisticación en los negocios. El indicador arroja 3,6 y el país se encuentra en el lugar 101.
La preparación tecnológica. El indicador arroja 3,9 y el país se encuentra en el lugar 69.
El marco macroeconómico. El indicador arroja 4,1 y el país se encuentra en el lugar 114.
Educación superior y capacitación. El indicador arroja 4,9 y el país se encuentra en el lugar 39.
El tamaño del mercado. El indicador arroja 5,0 y el país se encuentra en el lugar 27.
Salud y educación básica. El indicador arroja 5,8 y el país se encuentra en el lugar 68.

El anuario sobre competitividad de los países que publica el IMD durante mayo surge de la medición de 342 variables en 61 países. Esas variables son agrupadas en 20 temas, los cuales son reagrupados de a cinco en cuatro grandes sectores: desempeño económico, eficiencia gubernamental, eficiencia para los negocios e infraestructura. Así, por ejemplo, en desempeño económico vamos a encontrar precios, empleo, inversiones internacionales, comercio internacional y economía doméstica. 

A diferencia del anterior indicador, IMD sólo posiciona al país en un ranking de acuerdo con los resultados que se recogen para las distintas variables. Considerando que el ranking está conformado por 61 países, Argentina mostró un desempeño que la dejó en el puesto 59 en la medición publicada en 2015 y quedando como desafíos para ese año que ya se fue: la remoción de aquellas regulaciones (cuotas y controles burocráticos) que desalientan exportaciones e importaciones; la mejora de la transparencia y la calidad de la información económica; el retorno a los mercados de crédito y la reapertura de fuentes para el financiamiento público; la mejora del diseño de la red de seguridad social y la reducción de los costos burocráticos y monetarios en la creación de puestos de trabajo.

Es decir que en el puesto 1 está EE.UU. como el más competitivo y en el último puesto está Venezuela como el menos competitivo. ¿Siendo 61 países, quiénes estaban peor que Argentina en esta tabla de indicadores de competitividad? Ucrania, con el puesto 60 y, como ya lo dijimos, Venezuela en el puesto 61. 

Si se miran los indicadores parciales, se podrá apreciar la siguiente variación, de un año a otro:
Desempeño económico. Argentina pasó del puesto 50 a 56. De los subfactores cayeron economía doméstica (ya que se pasó del puesto 39 al 48); inversión internacional (de 37 a 53); empleo (de 36 a 40); y se percibieron mejoras entre el ranking del 2014 y el 2015 en comercio internacional (58 a 57); precios (44 a 43). 
Eficiencia gubernamental. Se pasó al final de la tabla; 60 a 61, con desmejoras en el marco institucional, legislación para los negocios, marco societario y política fiscal.
Eficiencia para los negocios. También un descenso del puesto 57 a 58 en el ranking de 61 países. El descenso más brusco de los sub factores fue el financiero (55 a 60).
Infraestructura. Allí se produjo una mejora ya que se subió del puesto 53 a 51, contribuyendo a ello el sub factor educación y salud y medio ambiente. Después en lo que hace a infraestructura básica, tecnológica y científica los números desmejoraron.

A diferencia del informe de WEF, el IMD busca la percepción positiva entre los encuestados (ver la segunda infografía). Para ello proporciona una lista de 15 indicadores para que los encuestados seleccionen cuáles son los 5 que perciben como los factores claves atractivos de las economías en sus países. Para la Argentina, se destacan, entre otras, la preparación de la fuerza de trabajo, el alto nivel de la educación, las actitudes abiertas y positivas y el dinamismo de la economía. Si algo puede decirse de la economía Argentina es que no le falta dinamismo, o como subtitularía el economista Juan Carlos De Pablo en su libro “200 años de economía argentina”, “Nunca un momento aburrido”.