Los cambios vuelven a meter al trigo y al maíz en el partido agrícola. Gonzalo Agusto y Ramiro Farías / Especial (*)

En un contexto internacional de precios bajos, la nueva política agropecuaria dará un respiro a los productores.


Ante un mundo con precios de las commodities en niveles inferiores a los años previos –y con perspectivas de que continúen– la quita de retenciones para los granos y la reducción para soja, así como la inminente eliminación de ROE (registros de exportación) y un reacomodamiento del tipo de cambio se convertían en una imperiosa necesidad para devolverle rentabilidad al sector agrícola. De esta manera, el escenario cambia de manera sustancial para el productor.

El ciclo 2014/2015 concluyó con márgenes que en gran medida resultaron negativos, principalmente en maíz y en trigo, mientras que en soja los márgenes en campo propio fueron positivos, pero escasos.

Para campo arrendado el único cultivo que obtuvo un margen positivo fue la soja, pero debe advertirse que fue posible porque este cultivo tuvo un rendimiento promedio provincial récord de 36 quintales por hectárea. Asimismo, cuando se considera el nivel de riesgo que implica la actividad agrícola, así como el retorno que podría haberse obtenido en otras inversiones de tipo financiero, los márgenes positivos del ciclo pierden relevancia.

Cambio en los márgenes

A continuación se analizan los márgenes que se preveían al momento de la siembra de trigo, maíz y soja, y los márgenes que podrían obtenerse en el nuevo contexto económico.

Para el cálculo de los márgenes se utilizaron los siguientes supuestos: planteo técnico promedio para la provincia de Córdoba, rendimiento promedio provincial de las últimas tres campañas (25 qq/Ha en trigo; 75 en maíz y 31 qq/Ha en soja); flete de 280 kilómetros y flete corto de 30 kilómetros, precios a cosecha del Mercado a Término de Rosario y Buenos Aires; dólar promedio a cosecha de 14,50 pesos (de acuerdo al nivel que distintos analistas esperan que se situé el tipo de cambio en los próximos meses), y arrendamiento agrícola de ocho quintales de soja por hectárea (promedio para la provincia de Córdoba).

El trigo recupera

Al momento de la siembra fina, con un precio a cosecha de 110 dólares por tonelada, los márgenes proyectados para trigo en la provincia de Córdoba lo convertían en un cultivo inviable económicamente. El margen bruto en campo propio era negativo en 122 dólares por hectárea. Los productores que sembraron este cereal, para evitar perder dinero, lo hicieron con un bajo nivel tecnológico y, en muchos casos, sólo fue para cobertura.

Con las retenciones en cero, el precio para enero 2016 sería de 150 dólares por tonelada; el margen bruto se convierte en positivo, para alcanzar los 34 dólares por hectárea, lo cual representa una mejora de 156 dólares. Si se consideran los gastos de estructura, el margen neto continúa siendo negativo aunque se reduce la pérdida en 186 dólares por hectárea.

Sin embargo, en un planteo combinado con soja, el cereal de invierno estaría contribuyendo a soportar parte de la estructura de costos indirectos que recaen sobre la actividad agrícola, para mejorar la rentabilidad global de la empresa agropecuaria.

Maíz versus soja

Sin expectativas de cambio en la política agrícola, la siembra de soja era prácticamente la única alternativa para la campaña gruesa 2015/2016. Mientras que el margen bruto para el maíz era negativo en 66 dólares por hectárea, el de la oleaginosa era positivo en 131 dólares.

Recordando que en la campaña 2014/15, el productor maicero recibió un precio medio de 98 dólares por tonelada, lo cual constituía un precio de quebranto, no había muchos incentivos para sembrar este cereal estival. Al quitar las retenciones, el precio a cosecha esperado se incrementó 41 dólares: pasó de 109 a 150 dólares por tonelada. Con este valor, incluso en campo arrendado el margen es positivo, con una mejora en términos absolutos de 383 dólares por hectárea.

En soja, la reducción de cinco puntos en las retenciones y una posible corrección cambiaria generarían una mejora en la rentabilidad de 108 dólares para un productor que la cultive en campo arrendado.

Si bien los resultados son mejores a los proyectados al momento de la siembra, el cultivo de maíz tardío presenta una performance económica más atractiva.
En campo propio se estaría alcanzando un margen bruto 71 dólares mayor.
Lógicamente, estas proyecciones están sujetas a los cambios que pueden sucederse en la economía nacional hasta el momento de la cosecha. Lo que puede observarse es que, en un contexto internacional de precios bajos de las commodities, esta nueva política agrícola permite darle un respiro al productor y poder desarrollar su actividad con un mayor grado de tecnología.
Diversificar las rotaciones
Los mejores resultados y perspectivas a futuro deberían favorecer una mayor producción agrícola, mayor rotación de cultivos, lo que contribuiría a la conservación de suelos y un incremento en el desarrollo de la cadena agroindustrial en su conjunto.
Si se toma en cuenta la última campaña, la evaluación realizada por el Departamento de Información Agroeconómica de la Bolsa de Cereales de Córdoba, arroja que la soja ocupó el 58 por ciento del área agrícola provincial, que sumó 8.440.000 hectáreas. Los cereales, en tanto, ocuparon el 20,5 por ciento con el maíz, 15,5 por ciento con el trigo y dos por ciento con el sorgo; en tanto el maní cubrió el 3,82 por ciento, el garbanzo 0,15 y el girasol 0,13 por ciento del área sembrada.
Con el cambio en las políticas agropecuarias existe la posibilidad que la participación de cada cultivo se vea modificada en un futuro, ya que la soja es el único de los productos que continúa con la vigencia de los derechos de exportación.
Asimismo, la mejora en la ecuación económica que provocan los recientes cambios puede animar a los productores a incrementar el área total a sembrar. Sin embargo, para ello habrá que esperar al inicio de la siembra fina de 2016, cuando los nuevos incentivos podrán concretarse en decisiones productivas concretas.
Mientras tanto, se puede computar al antecedente de que la producción agrícola de la provincia se incrementó un siete por ciento en la pasada campaña, para alcanzar un nuevo récord con 33 millones de toneladas. Pese a este gran desempeño agronómico, el valor bruto de la producción se redujo un 14 por ciento (se ubicó por debajo de los 10 mil millones de dólares), debido a la fuerte baja que sufrieron los precios.
En relación con el valor bruto de la producción nacional, la participación de Córdoba en el ciclo 2014/2015 fue del 27 por ciento. Los cultivos de soja, maíz y maní fueron los que más aportaron a la generación de ingresos a nivel provincial. En tanto, los fenómenos climáticos extremos durante la campaña causaron pérdidas significativas: en total ascendieron a 440 millones de dólares.
Escenario
Impacto. Los mejores resultados económicos y perspectivas a futuro deberían favorecer una mayor producción agrícola, mayor rotación de cultivos, lo que contribuirá a la conservación de los suelos y a un incremento en el desarrollo de la cadena agroindustrial en su conjunto.
Canasta agrícola. Sin expectativas de cambio en la política agrícola, la siembra de soja era prácticamente la única alternativa para la campaña gruesa 2015/2016 (en la anterior, la oleaginosa ocupó el 58 por ciento del área total sembrada en la provincia). En el ciclo 2014/2015, el productor maicero recibió un precio medio de 98 dólares por tonelada, lo que lo constituía en valor de quebranto.
(*) Los autores son economistas de la Bolsa de Cereales de Córdoba.