El novillito roza su máximo en 30 años. Ignacio Iriarte

Desde el punto de vista de la oferta, el sector ganadero vivió una tormenta perfecta, que hizo elevar los precios.
 Desde el punto de vista de la oferta, lo sucedido a principios de diciembre es una tormenta perfecta.
Primero, productores que no venden ante la inminencia de una devaluación, reteniendo su hacienda para que gane peso sobre campo natural o pasturas, las cuales presentan hoy un aspecto excepcional. Segundo, lluvias que en gran parte del país interfieren la comercialización y que, junto a la incertidumbre general, provocan una caída drástica de las operaciones en directo, con una brecha marcada entre el precio y el plazo que pretende el vendedor y lo que está dispuesto a pagar el frigorífico, matarife o supermercado, que no quieren convalidar los altísimos precios de Liniers. Tercero, feedloteros e invernadores, además, que demoran sus ventas porque la reposición está muy escasa y ha tomado valores altísimos, de entre 2,50 y 2,60 dólares por kilo vivo, y a estos valores de la invernada no se vende y se le sigue agregando kilos al ganado, especialmente a los machos. Por último, ya avanzado diciembre, hay muchos ganaderos que ante el cierre de ejercicio anual difieren las ventas de gordo o invernada para enero.
Precios altos
Con respecto a principios de noviembre, el novillito de entre 350 y 390 kilos acumula a la primera semana de diciembre una suba del 39 por ciento, protagonizada casi exclusivamente por el consumo. En el corto plazo, y ante el faltante notable de ganado para faena, los precios han subido, pero apenas esa carne –con fuertes aumentos– ha llegado al mostrador, la respuesta de los compradores de hacienda no se ha hecho esperar y los valores han retrocedido en promedio un 10 por ciento.
Aún así, el novillito en Liniers se ubica en unos 27,60 pesos por kilo, un 27 por ciento por encima de principios de noviembre y un 41,5 por ciento por arriba de los valores de mediados de año. Con una perspectiva más amplia, y expresado en moneda constante, el precio actual del novillito se ubica sólo un 10 por ciento por debajo del máximo histórico de los últimos treinta años, que se tocó en marzo de 2011, con unos 30 pesos por kilo vivo, a valores actuales.
En esa serie, el mínimo es de 14 pesos por kilo, en enero del 2009, en pleno proceso de liquidación, y el promedio 2009-2015 resulta de 23 pesos por kilo. La exportación observa alarmada que el novillo pesado ya ha subido un 30 por ciento con la sólo expectativa de la devaluación y quita de retenciones.
Sustitutos
Durante estos últimos 10 años, al limitarse o cerrarse las exportaciones de carne vacuna, se argumentó que ésta era irreemplazable en la “mesa de los argentinos”, que no había volumen de sustitutos para reemplazarla.
Sin embargo, los números muestran lo contrario. En 2005, cuando comienza la hostilidad hacia el sector ganadero, se consumían en la Argentina unos 62 kilos per cápita de carne vacuna, unos 24 kilos de pollo y ocho kilos de cerdo. O sea, los “sustitutos” representaban sólo 51,6 por ciento del volumen consumido de carne vacuna. Diez años después, el consumo de pollo (45 kilos), más el consumo de cerdo (16 kilos), equivalen al 100 por ciento del consumo de carne vacuna.
Pero el consumo y la producción de carne de pollo y cerdo deberán enfrentar el próximo año el fin de la era del “maíz barato”, y aunque su producción y consumo caigan –especialmente la de pollo hasta 35-40 kilos– podrán ambos productos sumados cubrir perfectamente la caída que puede darse en el consumo de vacuno, que bajaría –en el peor de los casos– entre siete y nueve kilos per cápita, si es que se aumentan las exportaciones de carne vacuna en unas 150 mil toneladas y al mismo tiempo se entra en retención.