Desde el punto de vista de la oferta, el sector ganadero vivió una tormenta perfecta, que hizo elevar los precios.
Desde el punto de vista de la oferta, lo sucedido a principios de diciembre es una tormenta perfecta.
Primero,
productores que no venden ante la inminencia de una devaluación,
reteniendo su hacienda para que gane peso sobre campo natural o
pasturas, las cuales presentan hoy un aspecto excepcional. Segundo,
lluvias que en gran parte del país interfieren la comercialización y
que, junto a la incertidumbre general, provocan una caída drástica de
las operaciones en directo, con una brecha marcada entre el precio y el
plazo que pretende el vendedor y lo que está dispuesto a pagar el
frigorífico, matarife o supermercado, que no quieren convalidar los
altísimos precios de Liniers. Tercero, feedloteros e invernadores,
además, que demoran sus ventas porque la reposición está muy escasa y ha
tomado valores altísimos, de entre 2,50 y 2,60 dólares por kilo vivo, y
a estos valores de la invernada no se vende y se le sigue agregando
kilos al ganado, especialmente a los machos. Por último, ya avanzado
diciembre, hay muchos ganaderos que ante el cierre de ejercicio anual
difieren las ventas de gordo o invernada para enero.
Precios altos
Con
respecto a principios de noviembre, el novillito de entre 350 y 390
kilos acumula a la primera semana de diciembre una suba del 39 por
ciento, protagonizada casi exclusivamente por el consumo. En el corto
plazo, y ante el faltante notable de ganado para faena, los precios han
subido, pero apenas esa carne –con fuertes aumentos– ha llegado al
mostrador, la respuesta de los compradores de hacienda no se ha hecho
esperar y los valores han retrocedido en promedio un 10 por ciento.
Aún
así, el novillito en Liniers se ubica en unos 27,60 pesos por kilo, un
27 por ciento por encima de principios de noviembre y un 41,5 por ciento
por arriba de los valores de mediados de año. Con una perspectiva más
amplia, y expresado en moneda constante, el precio actual del novillito
se ubica sólo un 10 por ciento por debajo del máximo histórico de los
últimos treinta años, que se tocó en marzo de 2011, con unos 30 pesos
por kilo vivo, a valores actuales.
En
esa serie, el mínimo es de 14 pesos por kilo, en enero del 2009, en
pleno proceso de liquidación, y el promedio 2009-2015 resulta de 23
pesos por kilo. La exportación observa alarmada que el novillo pesado ya
ha subido un 30 por ciento con la sólo expectativa de la devaluación y
quita de retenciones.
Sustitutos
Durante
estos últimos 10 años, al limitarse o cerrarse las exportaciones de
carne vacuna, se argumentó que ésta era irreemplazable en la “mesa de
los argentinos”, que no había volumen de sustitutos para reemplazarla.
Sin
embargo, los números muestran lo contrario. En 2005, cuando comienza la
hostilidad hacia el sector ganadero, se consumían en la Argentina unos
62 kilos per cápita de carne vacuna, unos 24 kilos de pollo y ocho kilos
de cerdo. O sea, los “sustitutos” representaban sólo 51,6 por ciento
del volumen consumido de carne vacuna. Diez años después, el consumo de
pollo (45 kilos), más el consumo de cerdo (16 kilos), equivalen al 100
por ciento del consumo de carne vacuna.
Pero
el consumo y la producción de carne de pollo y cerdo deberán enfrentar
el próximo año el fin de la era del “maíz barato”, y aunque su
producción y consumo caigan –especialmente la de pollo hasta 35-40
kilos– podrán ambos productos sumados cubrir perfectamente la caída que
puede darse en el consumo de vacuno, que bajaría –en el peor de los
casos– entre siete y nueve kilos per cápita, si es que se aumentan las
exportaciones de carne vacuna en unas 150 mil toneladas y al mismo
tiempo se entra en retención.