Lo que antes eran maniobras “destituyentes y operaciones mediáticas” hoy son “acciones legítimas de los trabajadores”.
La concepción del poder K es un cepo a la política. O se tiene el poder o se disputa por mantenerlo y/o recuperarlo a como dé lugar. Es una herencia y reflejo del setentismo tardío de Néstor Kirchner, una de cuyas malsanas obsesiones era la de “ganar la calle”. Han avanzado y avanzan: sicarios de la palabra no vacilaron en calificar de “plaza racial” a la masiva manifestación de apoyo que acompañó a Macri en su asunción. Por menos que eso el anterior INADI hubiese incinerado al autor de la diatriba y los fanáticos del ex oficialismo iniciado juicios sumarios en plazas públicas.
El ex gobierno cree en una democracia plebiscitaria. Dicho por la propia ex presidenta: “Si no están de acuerdo, arman un partido político, se presentan a elecciones y si ganan, hacen lo que se les dé la gana”. Una síntesis del autoritarismo innovador digno de estudio para la Ciencia Política moderna. Eso es no saber ganar. Macri debe asumir sin más que el kirchnerismo no va a colaborar. Lo va a cercar, hostigar, asfixiar. Eso es no saber perder.
Sólo el peronismo institucional (gobernadores, intendentes, el justicialismo renovador y el federal) le dará al Presidente la cuota de apoyo y necesarios disensos para sostener su gobierno. Macri ya pisó terrenos cenagosos con la designación de jueces de la Corte “en comisión”, pero dijo que está dispuesto a corregir lo que deba corregir. Ese gesto vale por 10 movilizaciones de políticos doblemente perdedores, en la Provincia y en su propio distrito, como el antiperonista Sabbatella.
El kirchnerismo duro siembra y sembrará las
calles de protesta en el gobierno de Macri. Es probable que quiera
tejer un alboroto mayor para fin de año ante el previsible desorden de
precios y limado de salarios que acompaña los procesos devaluatorios,
como el que acaba de sincerar la nueva administración. Una medida que
también estaba en la carpeta de Daniel Scioli. Sin embargo, los
fantasmas del pasado asoman en los provocadores impunes de insulto
fácil. Carlos Kunkel, Hebe de Bonafini (nada queda ya de aquel símbolo
de luchadora tenaz contra la dictadura) y Milagro Sala, por ejemplo, ya
mostraron sus dientes.
Lo que antes eran maniobras
“destituyentes y operaciones mediáticas” hoy son “acciones legítimas de
los trabajadores en defensa de sus derechos”. Lo que ocurre es otra
cosa: el kirchnerismo no supo ganar, pero menos aún sabe perder. La ex
presidenta todavía no había dejado el mando y ya hablaba de mantener
una “resistencia activa”. Resistir es un verbo caro a la memoria
peronista ante las dictaduras: no puede ni debe ser confundido con el
festival de premios a punteros, sin riesgo de degradar la verdadera
historia peronista.La concepción del poder K es un cepo a la política. O se tiene el poder o se disputa por mantenerlo y/o recuperarlo a como dé lugar. Es una herencia y reflejo del setentismo tardío de Néstor Kirchner, una de cuyas malsanas obsesiones era la de “ganar la calle”. Han avanzado y avanzan: sicarios de la palabra no vacilaron en calificar de “plaza racial” a la masiva manifestación de apoyo que acompañó a Macri en su asunción. Por menos que eso el anterior INADI hubiese incinerado al autor de la diatriba y los fanáticos del ex oficialismo iniciado juicios sumarios en plazas públicas.
El ex gobierno cree en una democracia plebiscitaria. Dicho por la propia ex presidenta: “Si no están de acuerdo, arman un partido político, se presentan a elecciones y si ganan, hacen lo que se les dé la gana”. Una síntesis del autoritarismo innovador digno de estudio para la Ciencia Política moderna. Eso es no saber ganar. Macri debe asumir sin más que el kirchnerismo no va a colaborar. Lo va a cercar, hostigar, asfixiar. Eso es no saber perder.
Sólo el peronismo institucional (gobernadores, intendentes, el justicialismo renovador y el federal) le dará al Presidente la cuota de apoyo y necesarios disensos para sostener su gobierno. Macri ya pisó terrenos cenagosos con la designación de jueces de la Corte “en comisión”, pero dijo que está dispuesto a corregir lo que deba corregir. Ese gesto vale por 10 movilizaciones de políticos doblemente perdedores, en la Provincia y en su propio distrito, como el antiperonista Sabbatella.