Los precios de la hacienda suben, en un cotexto en el que se consumen 64 kilos por habitante.
El mercado está firme, con una oferta condicionada por la incertidumbre electoral y por la demora en los engordes.
En los feedlots se agregan kilos en función de que el maíz todavía está barato y el valor de la invernada es prohibitivo.
En
el sistema pastoril suplementado predominan los mismos argumentos para
alargar el engorde, agregado a que la primavera ha venido muy fría y con
un menor volumen de pasto del que podría esperarse para la época.
Pero
el protagonismo es de la demanda: los precios de la hacienda están
subiendo en el contexto de una oferta que alcanza para consumir 63-64
kilos. Si el consumo está alto y creciente, y los precios de la hacienda
suben, se puede deducir que la demanda del consumo interno todavía está
sólida.
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El
escenario muestra muy firme la demanda del novillo, una especie en
extinción, y la vaca, muy buscada por los “vaqueros” del consumo de las
orillas y por la exportación, que la necesita como sucedánea obligada
del novillo que falta.
No desentona
la hacienda liviana de corral, pese a que estamos atravesando en el pico
estacional de oferta. En un año justo, o sea desde fines de octubre del
2014, el novillo ha subido un 26,6 por ciento; el novillito de 351-390
kilos, creció 28 por ciento y el ternero, 29 por ciento.
En
2009, como consecuencia en buena medida de la seca, los feedlots
registrados por Senasa engordaron 5,5 millones de cabezas con destino a
faena, volumen que cayó luego abruptamente con el cambio de fase del
ciclo ganadero, para tocar sólo 3,20 millones en el 2011.
Desde entonces, el número de cabezas terminadas a corral creció hasta lograr los 3,8 millones el año pasado.
Para este año, y como consecuencia de la inédita relación carne/grano, se espera otro incremento.
Según
nuestros cálculos, el año terminará con unas 3,90 millones de cabezas
gordas, lo que representa un aumento de 1,8 por ciento.
Llama
la atención que mientras las entradas de invernada al feedlot muestran
fuertes oscilaciones, con mínimos (en 2014) de 247 mil animales en
octubre pasado y máximos de 461 mil en abril, las salidas a faena
muestran una llamativa estabilidad, con un mínimo de 274 mil cabezas en
enero y un máximo de 354 mil animales en diciembre.
Fuera de
estos extremos, en nueve meses (sobre 12) los envíos a faena desde los
corrales se ubican entre las 300 y las 338 mil cabezas.
Según
un reciente documento del Ministerio de Agricultura (Minagri), como
promedio del período 2009-2014, en enero se comercializa el 4,8 por
ciento de la zafra de terneros; en febrero, 6,9 por ciento; en marzo,
10,6 por ciento; en abril, se toca el pico estacional 15,7 por ciento.
En
mayo baja levemente a 14,6 por ciento y en junio al 10,6. Luego cae 8,6
por ciento en julio; 7,6 por ciento en agosto y 6,5 por ciento en
septiembre.Los mínimos anuales se tocan en octubre (4,7 por ciento) y en noviembre (4,4), terminando el año con 5,1 en diciembre.
Así,
en el cuatrimestre marzo-junio se registra el 51,5 por ciento de la
zafra, mientras que en el cuatrimestre septiembre-diciembre (momento de
invernada escasa y cara), la estacionalidad indica que se vende sólo el
20,7 por ciento de la oferta anual. Como los números de entrada a los
feedlots del cuatrimestre marzo-junio son bien inferiores a los terneros
de invernada comercializados en esos mismos meses, puede colegirse que
un número significativo de terneros se deriva a recría –por cuenta de
los mismos feedlots – o es comprado por invernadores o ganaderos
tradicionales.